LA HISTORIA SE REPITE
En realidad es la historia de siempre. Ni un Mad Cool con sus mierdas, ese que empieza bien pero no acaba igual, porque es justo saber que un macrofestival en realidad no mola, que siempre acaba yéndose de las manos de una forma u otra, pero nos empeñamos en asistir y contarlo.
Al igual que en la jornada del jueves especialmente y del viernes el festival funcionó, se ve que con cada día la cosa ha ido sumando para ir restando. Creo que todos nos dimos cuenta del mayúsculo error (a quién se le ocurriría tan «magnífica» distribución») de colocar un solo punto de baños en todo el recinto, haciendo un embudo que ya en la última jornada hizo «explotar» el asunto hasta tal punto que podría haberse armado algo gordo.
CIFRAS QUE NO SE ENTIENDEN
Una de las cosas que más gustan a este tipo de eventos es sacar músculo con la suma de asistentes. Me parece curioso que un evento que dice contar con algo más de 60000 personas en su primera jornada, fuera sumando algo más de 3000 cada día, hasta el punto de tener únicamente agotado el sábado con una asistencia de 70000 espectadores.
«3000 personas más, que son las que había supuestamente con respecto al segundo día te ponen contra las cuerdas, de forma literal, y convierten la experiencia en una auténtica mierda»
Está claro que nos deben tomar por tontos porque lo que vendría ser prácticamente algo más que la capacidad de una Riviera resulta que te desborda el recinto, así sin más. 3000 personas más, que son las que había supuestamente con respecto al segundo día te ponen contra las cuerdas, de forma literal, y convierten la experiencia en una auténtica mierda. Todo masificado, desde algunas barras, no digamos ya los baños, el jodido infierno en la Tierra, pasando por puestos de comida y llegar tarde a cualquier actuación para verla después desde la otra punta del mundo, haciendo que veas mucho pero en realidad no veas nada.
Después de la caminata infernal del Metro/Cercanías hasta el festival, cuyo paso había cortado la Policía para dar una vuelta más que sumar, te encontrabas de primeras el asunto ya bastante agitado de público, amén de una cobertura que como suele ser en estos casos, no era la deseada.
Pronto nos dimos cuenta que la jornada iba a ser de las de «pelearse» con uno mismo para sobrevivir ante lo que se venía. Barras con grandes colas, aquí cada uno queremos lo nuestro rápido para ver al artista, previo paso por un baño que repito, era una jodida locura.
Cómo se puede hacer en un terreno que dice ser de 180000 metros cuadrados, un puesto de baños con unos accesos de entrada ridículos, completamente estrechos. Obviamente ante el embudo que colapsaba entradas pero también alrededor, que era flujo de paso hacia zonas junto al tercer escenario, se decidió que el circuito fuera de entrada y por otro lado de salida, donde caminábamos en plan zombies pasito a pasito mientras escuchábamos las quejas del respetable. Ver para creer.
CONCIERTOS DIFÍCILES DE DISFRUTAR
La tarde, además de calurosa se sabía llena de dificultades para acceder a los escenarios. Pudimos hacerlo fácilmente aun en la carpa de Ouigo para ver a Belako, que en septiembre lanzan nuevo disco y que tuvieron que ensayar y actuar del tirón, sonando temas como «Tie me up», y algunos cortes nuevos como «White lies», con la energía y diversidad musical que atesora la banda de Mungia, bajo el calor de una carpa que al menos nos refugiaba del sol.
Disco nuevo en camino, y mientras tanto @belakoband #MadCool #MadCool2023 pic.twitter.com/2fZk45fWBz
— RockTotal (@RockTotalweb) July 8, 2023
Al salir, y solo habiendo pasado una hora, ya encontramos los espacios realmente llenos, dificultades para moverse de un lado a otro, y con Liam Gallagher la cosa se ponía peor. Imposible encontrar a nadie, el móvil si quería iba y prácticamente debías rodear todo el recinto para llegar a uno laterales que también estaban sumamente llenos, nada que ver con un día antes, recordemos, «solo» 3000 personas más y en realidad todo estaba desbordado. Esa suma hacía que ya muchos y visto lo visto en los baños, usara cualquier punto alrededor para orinar, dando un agradable olor a su alrededor, ese que además resultaba una ratonera entre puestos de marcas y demás mierdas con las que complicar aun más el asunto.
Siguiendo con la música, pues chubasquero y a tocar. Liam sigue haciendo lo de siempre, mezclar temas conocidos como «Wall of glass» o «Better days» con lo que de verdad quiere el respetable en un festival, los clásicos de Oasis para cantar a pleno pulmón «Rock and roll star», «Morning glory» o su eterno «Wanderwall». Estilo habitual para dejar sin más a los que no le siguen y gustar a sus acólitos en actuación que no creo que aporte nada nuevo, y en la que cabe preguntarse si se acabará reuniendo con su hermano tras la consabida apuesta si el Manchester City ganaba la Champions. Ya ha pasado un mes sin noticias.
Mismo caso el de Red Hot Chili Peppers. Estaba claro que 3000 personas más en el recinto nos iban a joder todo. Me encontraba conocidos y compañeros de la industria molestos ante tal situación, pensando ya más en la temprana vuelta a casa que en disfrutar del momento, o del día en general. «Aquí debe haber más de 10000 personas de las que dicen» escuchaba, y no faltaría razón a tenor de lo complicado que se hacía todo, era moverse en arenas movedizas, o en un césped bien regado por la orina de algunos.
Total, que nos pudimos colocar nuevamente lejos y mirando el reloj para cuando los Red Hot Chili Peppers comenzaban a sonar haciendo ruido ante una explanada a full que recibía con los brazos abiertos «Around the world» y «The Zephyr song».
Hacía años que esperábamos su visita, y no precisamente por sus últimos discos, donde la banda norteamericana lleva viviendo una crisis creativa desde hace mucho, donde los temas recientes pasan sin pena ni gloria intercalados con los de siempre, esos de los que viven aun muchas bandas veteranas del rock.
Canciones como «I like dirt» o «Californication» del disco del mismo nombre funcionan siempre bien, en una sólida interpretación de clásicos donde la banda se mueve con músculo y por momentos endiabladamente poderosos, y es que tras más de dos décadas siguen prácticamente interpretando todo de la misma manera. Y de la misma manera también, nos quedamos con una sensación agridulce, esa que aunque bien interpretada nos dejaba numerosos clásicos fuera de un repertorio que no fue lo mejor que les hemos visto.
Kiedis sigue siendo ese saltarín fibroso y descamisado que conserva bien su voz, la banda suena compacta y bien engrasada, aquella que brilla en ese final apoteósico ante prácticamente 70000 personas concentradas al grito de «I could have lied» y «Give it away».
«Reduciendo el número de asistentes, es decir, poniendo un tope y no queriendo abarrotarlo todo haríamos de Mad Cool un festival mejor, pero la historia se repite y el colapso ya conocido fue nuevamente el protagonista del gran evento madrileño»
CIERRE Y BALANCE
Así poníamos punto y final, sin esperar a otras bandas como The Prodigy para no pillar el terremoto de público yendo al transporte. Suficiente penar en una tercera jornada que de lejos se convirtió en la peor experiencia de tres días. Un poco más de asistencia según cifras oficiales supuso en muchos momentos que todo estuviera desbordado, para un festival que si empezó bien no lo terminó tanto, un santo y seña de este tipo de eventos hipermusculados, rodeados de stands y demás distracciones que sirven para ayudar a hacer más incómodo todo en un recinto que aunque grande, se quedó al final corto para lo que tuvo que acoger en su recta final.
Decir que no hay fotos de Red Hot Chili Peppers porque nos quedamos fuera de la lista al final, había que elegir, y está claro que aquí van los de siempre, sin acritud, eso sí, todos pagamos nuestro «charity press» para ONG (30€ más gastos de gestión) pero el trabajo de uno vale más que el de otros.
En definitiva, un balance general bueno y un final no deseado, y aunque nuestra palabra no vaya a misa, igual otros periodistas te contarán otra historia, puede ser que pagada por una de las muchas marcas mediante, aquí hemos intentado plasmar una experiencia que nos dejó sabor agridulce y ganas de marcharnos, tantas que el próximo viernes Harry Styles ha dejado de ser una opción para descansar ya hasta nuevo aviso de directos y no digamos ya de festivales.
Texto: Miguel Rivera
Fotos Red Hot Chili Peppers: Ricardo Rubio