DEPECHE MODE

WiZink Center

12/03/2024

Desde que anunciara su gira una vez más, y a pesar de haber visitado Madrid hace menos de un año en el marco del Primavera Sound, Depeche Mode volvía a levantar máxima expectación entre sus fans españoles. Con nuevo disco bajo el brazo «Memento Mori» y tras la muerte de Andrew Fletcher, miembro y fundador de la banda al que en parte va dedicado el disco, la nueva gira se prestaba como una forma de homenaje también hacia su figura y nuestro reencuentro con los británicos.

Dos actuaciones en Madrid, una en Barcelona y otra en Bilbao dentro de un tour de estadios y pabellones para una celebración de la vida. Y así es como hay que tomarse la propuesta de una formación que lleva décadas encandilando a un público de lo más variado y también atrapando nuevas generaciones con su fórmula de oscura electrónica y hits que son parte de la historia de la música como bien dejaban claro en un acto final apoteósico, todo entre familias ya enteras, mayores rebeldes y jóvenes adentrándose en la misa made in «mode».

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Pero vayamos por partes, porque Martin Gore y David Gahan venían dispuestos a dejarse la piel sobre un escenario sencillo con pantalla y una M gigante donde adentrarnos en su misa electrónica durante dos horas y más de veinte canciones.

Un concierto cuyo comienzo dejaba caer canciones de ritmos sosegados, una puerta de entrada sinuosa y oscura, con una fórmula que miraba sin miramientos a su nuevo trabajo marcado por «My cosmos is mine» y «Wagging tongue», con su público grabando e intentando «acomodarse» en un pabellón al máximo de su capacidad. Daban el primer portazo clásico con «Walking in my shoes» y la fórmula ochentera y sensual de su mítico «It’s no good» que como era de esperar, fue un mar de móviles en alto por todo el WiZink Center con bailes controlados por el intento de capturar el mejor vídeo del respetable, fórmula habitual de los conciertos en la última década.

Si el ritmo lento del inicio miraba al presente, el pasado venía a estar muy patente desde entonces con «In your room» y claro, el sinte y teclados de «Everything counts» marcando una de las canciones de su historia, de la nuestra, de la de todos, en un revival ochentero introduciéndonos en un evocador sueño musical del que no despertar con «Precious», lo embriagador y sensual de «Strangelove», «Ghost again» y lo ruidoso y enérgico de «I feel you».

Traje negro de chaleco para un Dave Gahan como siempre bailarín y teatral a su vez, muestra corpórea de una danza majestuosa que hace del artista un entretenimiento añadido a sus compendio de clásicos.

Sin mucha palabrería más allá de los «thank you» y «Madrid», la banda ejecutaba un formato acústico en «Strangelove» con Gore al frente y «Heaven». Hay una esencia que envuelve a cada concierto ce Depeche Mode que nos lleva en volandas a otra época, y esos aires nostálgicos se mezclaron también en la dedicatoria a Fletcher en «Behind the wheel» .

En ese estado emocional turno para esa recta final que, como es norma de cualquier concierto más si cabe en las bandas de estadio, se nutre de clásicos atemporales, y claro, ahí Depeche Mode tienen mucho de donde tirar y tocar la fibra. Cuando suena «Enjoy the silence» lo hace una de las canciones más embriagadoras y enigmáticas de la historia musical de las últimas cuatro décadas, esta vez con sorpresa flamenca gracias al taconeo de la bailaora Belén López ante el estallido de aplausos del WiZink. Ante tal apoteosis y los «oe oe oe» llegaba el bis final con «Jus’t can get enough» cuyo brillo contrasta con el ritmo más oscuro de «Never let me down again» y el motivo final para que todos nos desgañitemos de forma marcial: «Personal Jesus», nuestro credo y religión con el que cerrar una «misa de medianoche» apoteósica.

Una vez más, los eternos y elegantes Depeche Mode nos regalaban una noche brillante, esa que va colocándose entre las pequeñas piezas de nuestro puzle musical llamado corazón, sabiendo que el «Memento Mori» para todos llegará algún día, pero mientras tanto, «Carpe diem»

Texto y fotos: Miguel Rivera