MUDANZA

Alejandra G. Remón, Lunwerg

La prosa poética acompaña la obra literaria de Alejandra G. Remón, quien con un cuidado estilo se erige como una de las autoras con más sentimiento de los últimos años.

Alejandra tiene un gusto emocional fuera de toda duda, habla de las de los sentimientos como pocas son capaces, demostrando una capacidad de llegar a lo más hondo del corazón exquisita. En su obra ilustrada de «correspondencia» llamada «A pesar de todo, te pienso» ya manejó el enamoramiento y la decepción de manera sublime con una técnica ilustrada de belleza inconmensurable, y en «Diario de azuLES» la nostalgia y el deseo brillaban con color azul a base de poemas y reflexiones con ese gusto característico.

A ALE, como también se la conoce, solo le quedaba dar el salto a la novela, momento que llega ahora con la primera de ellas bajo el título de «Mudanza» (Lunwerg). En este debut, Alejandra vuelve a sorprender, esta vez sin ilustraciones mediante con una obra en la que está igual o más presente que nunca su escritura preciosista, donde ante todo disfrutamos, a veces algo encogidos y otras con mucha empatía hacia su protagonista, haciendo valer la forma de contar sus historias de manera tan real y descarnada.

Si en «Mudanza» su protagonista habla de alguna canción anclada en su espacio tiempo, creo que esta obra bien podría tener reminiscencias de canciones de Lenny Kravitz como «Again» y «Can’t Get You Off My Mind», esas que van desde el enamoramiento al descubrir de pronto que debes vivir sin ese alguien que sigues manteniendo en el recuerdo, es así como Alejandra nos cuenta el devenir en un momento crucial de la vida de Fabiola, su protagonista, hasta llegar a un final esperanzado en el transcurso de una semana.

Ella es una chica bien entrada en la treintena que ve cómo su vida da todo un vuelco en lo sentimental, poniendo patas arriba su vida. De quien se ha enamorado profundamente de alguien encontramos en sus primeras páginas una ruptura inesperada por pate de su pareja, E, esa inicial que a veces construimos para no decir el nombre completo que conlleve sacar a la luz nuevamente todas las decepciones implícitas.

La reflexión entra entonces en juego en una mudanza vital que es la de reencontrarse, donde de algún modo vemos el precipicio de la incertidumbre, donde su protagonista, como en la vida real, lidia con sentimientos que van desde el dolor, pasando por la decepción, cierto miedo y en el que las preguntas rodean a quien se ve de pronto sola por esa ruptura abrupta.

Aquí encontramos también varios protagonistas secundarios, una madre de difícil trato, un padre ausente, con el que recupera amistad en una edad adulta y dos amigas, y alrededor de todo ello ilusiones y decepciones que conlleva la vida.

Pero es el desamor, esa ruptura la que marca la vida confusa de una treintañera que, de alguna manera, debe comenzar de nuevo. Los recuerdos, con el dolor implícito que lleva romper con alguien, están muy presentes a lo largo del recorrido en una semana que va desde el hundimiento y el recuerdo hasta conseguir avanzar y tomar las riendas de tu vida de nuevo.

Fabiola nos lleva a pensar en lo que en muchos momentos todos tenemos, una relación, a tratar y saber avanzar en una vida sin la otra persona a nuestro lado, cuando palabras, gestos, canciones y momentos siguen sobrevolando nuestra mente constantemente, porque ella vuelve en muchas ocasiones a ello.

Porque cada relación marca, de una u otra manera, pero todas nos dejan recuerdos de vida que relacionamos con aquella persona que, en algún momento, fue parte importante de nuestra vida.

La protagonista se pregunta también sobre «cuántas decepciones seremos responsables sin ser conscientes de ellas» y sobre a cuántas personas se les encogerá el corazón al pronunciar nuestro nombre, y es que todos y todas vamos dejando un reguero mayor o menor de decepciones.

Fabiola debe superar eso mismo, la decepción y el dolor de quien la ha dejado, avanzar y también afrontar las dudas que surgen en ese cambio vital, ¿por qué? ¿qué habrás hecho? y, ante todo, saber olvidar para dar el siguiente paso, hacer al fin y al cabo una «mudanza» que más que física es psicológica, especialmente la que deja una casa compartida de recuerdos, esos que debes dejar a un lado para poder avanzar en ese proceso de cambio vital. Y como diría Lenny Kravitz en «Heaven help»: «saber estar listo de nuevo para el amor».

Reflexiones sobre la importancia de la vida, nuestras conexiones y decisiones, esas que van marcando nuestro camino, todo contado con la delicadeza sentimental de una autora exquisita que convierte la vida en poesía, en este caso, narrativa.

Miguel Rivera