EL HOBBIT LA DESOLACIÓN DE SMAUG
Warner Bros
Peter Jackson siempre ha sido un directoe diferente, arriesgado y fiel a sus convicciones. A sabiendas de que para EL HOBBIT no habría mejor director que él para llevar a cabo tan magno proyecto, decidió ponerse tras las cámaras para rodar lo que a priori iba a ser un doble film y acabar convirtiéndose en una gran epopeya cinematográfica como ya ocurriera diez años atrás con El Señor de los Anillos.
Trasladar una obra de Tolkien es ponerte en el punto de mira de sus millones de incondicionales, quien por bien que lo hagas van a mirar al milímetro cualquier fallo. La aventura de El Hobbit es diferente al Señor, una historia de años antes, donde comenzaría a resurgir ese mal que después veríamos con Frodo y compañía.
Un libro más juvenil que bien es cierto complica su adaptación al tratarse de una historia menor que la segunda en cuanto a opciones. Lo pudimos comprobar el pasado año con su primera entrega Un Viaje Inesperado que quizás decepcionó a los seguidores de la anterior saga en cuanto a cine se refiere.
El tono más «infantil» de su comienzo y una historia que quizás no daba para tres films hacían que el resultado como cine de aventuras se tambaleara, repitiendo fórmula y casi escenas del Señor pero sin ese gancho.
La segunda película LA DESOLACIÓN DE SMAUG llega ahora y tras verla podemos decir que el cine de aventuras que nos atrapó regresa con fuerza en una épica historia mejor llevada a cabo, con escenas de acción y ese humor característico bien cuajadas.
Lo mejor de todo es el hilo de principio a fin, nos consigue atrapar por medio de la odisea de los enanos por llegar a las cuevas de Ereborn, por reencontrarnos con Légolas y el mundo de los elfos en batallas nuevamente contra orcos impactantes. El regalo que supone la lucha en el río tras abandonar el reino elfo es de lo mejor del mismo.
Aventura con mucho ritmo, violencia y oscuridad y por supuesto los guiños al pasado cinematográfico resultan lo más atractivo, con el comienzo del resurgir del mal en la torre de Saurom, lo que produce cierta nostalgia y da a entender a los no lectores de las obras dónde comenzó todo.
El anillo, el dragón, las escenas imposibles, movimientos de cámara, los elfos, la acción trepidante, muchas más luchas y el ritmo hacen que LA DESOLACIÓN DE SMAUG, sin llegar a la enormidad del Señor sea mucho mejor que su antecesora y deje, al final, las mismas ganas que antaño por resolver su cierre.
Álex Cotarelo