EL VECINO
Netflix
Es tiempo de superhéroes, no cabe duda. Pero lo sorprendente de EL VECINO (Nacho Vigalondo) y, donde recae la grandeza de la nueva serie de Netflix, es hacer de lo extraordinario algo cotidiano. Lejos de ofrecer la cara amable y magnífica de los superhéroes que hoy en día triunfan en cine y series de Marvel, esta creación basada en el cómic de Santiago García y Pepo Pérez, rebusca en los males que le toca vivir a la juventud española.
Lo hace con una clara sintonía con quién lo ve, más aún si se ese espectador se encuentra entre veinteañero y treinteenager, porque muchos de ellos pueden ver reflejado, de un modo u otro, lo que se plasma con gran acierto y humor en EL VECINO.
Esta nueva apuesta de Netflix podría pasar algo desapercibida entre la avalancha de contenidos semanales, donde lo norteamericano tiene siempre más peso. Gracias a la popularidad de sus dos protagonistas principales Quim Gutierrez y Clara Lago, la serie seguro pronto funciona por el boca oreja, pero ante todo, debemos prestar atención a su pareja acompañante, unos increíbles Adrián Pino y Catalina Sopelana. Ambos dos que llevan la función cómica a otros niveles. Lo hacen con una naturalidad desbordante donde, además, todo funciona mejor porque el chiste aparece como elemento acompañante de la situación, muy poco forzado y es ahí donde el producto resultante brilla.
Para los que aun desconozcan de qué va todo esto, os cuento: Javier (Quim) es un treintañero desastre. Irresponsable, desordenado, despistado, infantil en muchos casos, atado al móvil y presa de un futuro incierto, como el que viven muchos jóvenes en nuestro país. Lola (Clara Lago) es su “novia” si podemos calificarlos así. Una periodista a la que las cosas no le salen bien y pende de un hilo, algo menos frágil que el de Javier, que solo empalma trabajos y busca vivir de la venta de diseño de camisetas. Ambos viven en el mismo edificio y pronto vemos, ya en su primer capítulo, como todo se tambalea entre ellos, pero a su vez cambia, cuando Javier inesperadamente y tras discutir con Lola, conoce a un extraterrestre a punto de morir (Jorge Sanz). El mismo le traspasará sus poderes y un traje (su transformación recordará a Ant-Man cambiando el caso por el medallón) , que no la responsabilidad, la cual conoce bien poco.
Es así como la vida de Javier cambia de pronto, no como quisiera, porque como buen gañán nos sabe ni qué hacer ni cómo utilizar unos poderes que consigue gracias a unas pastillas mágicas. Superpoderes que pronto irá conociendo ayudado por el que se convertirá en su amigo, su nuevo vecino Jose Ramón (Álex Pino) un opositor bien educado al que le trastocarán la vida en Madrid. Y es ahí, justo en la capital, donde la serie busca y se refuerza presentando un vecindario alocado, muy cañí, forjando una especie de comedia costumbrista que engancha fácil de comienzo y nos atrapa hasta su final.
No flaquea en su intento y triunfa presentando una denuncia social, la de la situación precaria de muchos jóvenes, donde hay pocas expectativas laborales y donde lo personal, a raíz de eso, tampoco funciona, dada la inestabilidad e incierto futuro que rodea a muchos. Además, la dificultad de las relaciones, redes sociales o el auge de las casas de apuestas como fondo.
Quim Gutiérrez es el un anti héroe con el que pronto conectamos, un desastre que nos creemos muy pronto, mientras que Clara Lago funciona en su investigación en torno al nuevo héroe encubierto. Pero es en sus acompañantes, como decía antes, donde todo funciona aún mejor, dotando las interpretaciones de Álex Pino y Catalina Sopelana de un desparpajo natural, nada impostado y bien actuado donde la química se engrandece.
Es así como EL VECINO se convierte en un edificio lleno de grandes y dispares personajes (atención al “camello” de “Litos”) y en la que la crítica social es notable y acertada. Lo del héroe al final queda como un gancho de efectividad resultante para hablar de muchas otras cosas importantes, y en las que su reparto y guión, se cohesionan de manera estupenda.
No queda otra, entre tanto contenido EL VECINO debe tener un hueco entre tus maratones porque además, también acierta en su duración, donde sus diez capítulos no llegan a los 30 minutos, algo que se agradece dotanto de un ritmo heroico a esta grata sorpresa cómica cañí.