LA ‘GATA’ EN EL TEJADO
No todos los días disfrutas de una mañana en compañía de Irene Arcos. La actriz madrileña derrocha elegancia, estilo y generosidad, sumado todo a una mirada con la que es capaz de hacer que el tiempo se detenga, en nuestro caso, durante una hora y media de un bonito día de febrero.
Nos citamos en un Gran Hotel Inglés lleno de historia que, como muchos otros, acoge ahora el silencio que ha traído la pandemia en un Madrid céntrico muy diferente. El hotel nos abría sus puertas en exclusiva donde reunirnos con ella en una luminosa suite, para descubrir el lado más personal de la actriz.
En las distancias cortas Irene Arcos desprende ganas, actitud yenergía, bajo una belleza que transmite seguridad en uno de sus mejores momentos. Sí, porque aunque vamos a cumplir un año desde que comenzara el confinamiento y nuestra penitencia particular en pandemia, a ella le han ido muy bien las cosas en lo laboral.
En un terreno como el de la cultura tan castigado, y donde los actores han de pelear en su día a día por encontrar papeles, es decir, trabajo, a Irene las cosas le han sonreído en tiempos convulsos. No es para menos, su talento conlleva que las cosas vayan surgiendo, tras su éxito en El Embarcadero, por la que dice, la pueden llegar a reconocer en la calle por su voz, la madrileña se encontró en un 2020 difícil como todos, pero donde el teléfono siguió sonando y los castings llegaban.
Nos cuenta que ha podido hacer un poco de todo, trabajar en diversos terrenos. Cuando iba a estrenar ‘Traición’ en el Pavón Kamikaze en marzo llegó el confinamiento, pero pudieron representarla después, a finales de agosto, con sesiones diarias con todo vendido, que dejaban ver las ganas que tenía la gente de poder regresar al teatro. Durante la parte final de año, consiguió el papel para la nueva serie que Movistar estrenará a lo largo de este año «Todos mienten». Tres meses en Barcelona grabando en pandemia, pero de cuyo resultado está sumamente satisfecha, con unos compañeros inmensos y con un director, Pau Freixas, que nos dice ha sido todo un regalo a la hora de trabajar, un revulsivo necesario en tiempos convulsos.
Además, el pasado verano también vivió su regreso a las tablas con «Antígona» todo un regalo de emociones a flor de piel, función que tuvo lugar en el espectacular Teatro de Mérida que la puso de nuevo sobre el escenario, ante un espectador con mascarillas. Una vuelta que recuerda como emocionante y en la que no pudo «contener las lágrimas» y con la que volverá ahora en marzo, en esta ocasión al Matadero de Madrid.
Todo eso ha hecho que su año, en lo profesional, haya sido una especie de regalo, en lo emocional, como todos, ha sufrido de sus subidas y bajas en lo que ambos considerábamos como una «bipolaridad diaria» y habitual en estos tiempos.
Sus ganas nos contagiaban para traeros un nuevo reportaje en Rostros en la que conocemos su trabajo, su momento, su lado más personal, gustos y forma de ser para una «gata» madrileña que ama esta ciudad y a la que, aunque se fuera por un tiempo, siempre volvería. Pongamos que hablo de Irene Arcos.
Para empezar, ¿cómo te definirías?
No me gusta definirme, porque basta que te definas para que te estés encasillando, hace mucho tiempo que dejé de hacerlo, soy una persona que está creciendo como todos y que hace lo que puede.
Un año de pandemia y has tenido trabajo, recientemente has grabado “Todos mienten”, una nueva serie de Movistar, ¿cómo es trabajar en estos tiempos?
Así es, estuve en Barcelona grabando tres meses y regresé el día 20 de diciembre. Es lo que dices, por suerte para mi el año ha sido muy bueno en lo profesional. Justo estaba a punto de estrenar ‘Traición’ el 12 de marzo en el Teatro Pavón Kamikaze cuando su director, Israel Elejalde, nos informó que por las circunstancias que ya conocemos teníamos que cancelar. El Estado de alarma era inminente y nos confinamos, un tiempo que viví encerrada en casa y con muchos nervios, cuarentena total, pero después empezaron los brotes verdes en lo laboral.
Me llamaron para la prueba de lo nuevo de Pau Freixas «Todos mienten» y allí me fui, en pleno confinamiento, con mucho miedo y sin saber a lo que nos enfrentábamos. Fui al casting y todo salió para adelante, además, también me llamaron para ofrecerme el personaje de ‘Antígona’ y justo antes de irme a Mérida contactaron para decirme que el papel de «Todos mienten» era para mi. Luego vino ‘Traición’ en el Kamikaze a finales de verano, por lo que imagínate.
Ha sido por tanto un gran año en lo profesional, con personajes muy buenos y esto ha sido todo en mitad de una pandemia mundial, con todo cerrado, con toques de queda, con PCR dos días a la semana, y si teníamos algún contacto con actores una nueva PCR. En Barcelona, Filmax ha tomado unas medidas muy cuidadosas, ha habido mucho cuidado y control, manteniéndonos sanos.
Sobre lo de rodar en pandemia es algo extraño, no conoces los rostros de la gente, cuando llega la hora de comer ves la cara del resto del equipo, es algo impactante, «estas son las caras reales» te dices, antes tienes que imaginarlas a través de una mirada y hay grandes sorpresas cuando uno se quita la mascarilla. Ha faltado un poco de piel, de contacto, porque en esta profesión somos muy de abrazarnos, de vivir las emociones y eso no ha sido posible, ni tampoco ir a tomar una caña, porque además Barcelona estaba completamente cerrada.
Fui a ver ‘Traición’ al Kamikaze siendo mi vuelta al teatro tras el confinamiento. En la obra os besabais, compartíais cigarro, situaciones que antes pasaban desapercibidas y que me impactaron desde la butaca.
Sí, que triste que ahora nos impacte eso. En ‘Traición’ además la historia conlleva muchos besos con Miki Esparbé, bebíamos del mismo vaso, compartíamos cigarro, cosas que antes no serían nada llamativas y donde ahora un beso encima del escenario nos choca. Es cierto, son de estas cosas que ha transformado la pandemia, ahora tocarse y ver muestras de afecto te llama la atención. Nosotros lo vivimos metidos en la historia, con total normalidad y con muchos controles, así que por mi parte no tenía esa impresión pero quizá como espectadora lo veo y sí sucede.
Y desde el escenario, ¿cómo es ver al público sin rostro?
Yo la primera vez que pude actuar con público en pandemia fue en verano con ‘Antígona’, y me puse a llorar. El Teatro romano de Mérida, que es espectacular, es muy grande por lo que estábamos alejados del público y no se me veía, pero en ese espacio ya sentías toda la magia que se acumuló a la sensación de haber estado tres meses confinada, de hacer los ensayos con máscaras de plástico y donde todo era muy complicado. Llegar allí y ver al público con las mascarillas fue muy impactante, me emocioné tanto que me puse a llorar. Luego ya con ‘Traición’ en Madrid, como lo había vivido, de alguna manera lo normalizas y te adaptas.
Lo más emocionante, dentro de un aforo limitado, es que agotábamos las funciones cada día, sintiendo esa magia que era ver la necesidad que había de teatro, de compartir la experiencia y descubrir que la cultura nos salva. Fue espectacular recibir ese cariño, porque todos lo necesitamos y la cultura más que nunca, necesitamos de los libros, discos, de actuaciones en vivo. Mi último concierto fue en febrero con Fuel Fandango en el Circo Price, y el último en Barcelona con Manu Chao, sentados en un sitio muy pequeñito, y en esos momentos te das cuenta de la necesidad que tenemos de todo eso, es pura terapia para el alma.
En cuanto a Antígona, en marzo estrenarás en el Matadero de Madrid.
Así es, con ‘Antígona’ estaré del 25 de Marzo al 18 de Abril en el Matadero. Tengo muchas ganas de volver a hacer teatro y retomar esta función que estrenamos en Mérida. David Gaitán reescribe el mito para acercarlo a la actualidad. Se habla de libertad, de democracia, de desobediencia civil… todo ello cargado con grandes dosis de humor y con unos compañeros con los que estoy deseando reencontrarme: Fernando Cayo, Clara Sanchís, Isabel Moreno, Jorge Mayor, Elías González.
Entiendo que ahora hay más oportunidades de trabajo con todas las plataformas de streaming que existen para los actores.
Sin duda, es algo real, hay muchas plataformas que brindan más trabajo, se abre el abanico y hay más posibilidades. Creo que hay muchas caras nuevas y rostros para contar según qué tipo de historias, cuanto más contenido y más plataformas haya más oportunidades habrá, porque somos muchos actores y ojalá todo el mundo tenga su oportunidad, porque durante mucho tiempo ha sido algo más cerrado, y ahora cada vez tengo más amigos que consiguen cosas gracias a esa apertura.
A colación de esto, también se ha abierto en lo que respecta al papel de la mujer, porque antes con 35 años casi decías adiós a tu vida como actriz, ahora tenemos más edad, pueden llegar los 40 o 45 y tenemos mujeres que hacen personajes completos, complejos y redondos, con aristas y no para complementar el de un personaje masculino como una madre o para ser el reflejo de lo que ese personaje espera de una mujer. Ahora no ocurre eso, lo vemos en series, miras a Candela Peña y lo ves. Se abre y se tiene que seguir abriendo para que haya personajes que nos dejen cumplir años a las mujeres, con las vidas completas que las mujeres reales tienen y que debe reflejarse en la ficción, creo que algo que vamos viendo con series que se hacen fuera, y España está cogiendo el testigo.
Necesitamos referentes de mujeres de 50, de 60 años… que eso esté ahí para afrontarlo nosotras y aprender, es como un apoyo coger esa responsabilidad en lo audiovisual con respeto a la sociedad para crear un mundo más igualitario y mucho más justo.
¿Satisfecha con el resultado de ‘Todos mienten’? ¿Hay un público concreto para la serie?
Muy satisfecha, estoy muy feliz. Creo que el perfil es muy abierto porque Pau ha hecho una serie muy redonda, que mezcla thriller, drama, comedia, historias personales, de gente a la que le suceden cosas, de sentimientos, pero donde también hay una intriga. Son seis capítulos y, cuando me mandaron los guiones, creo que los devoré en uno o dos días.
Pau es un ser humano estupendo, como persona y como director, no podría haber encontrado un lugar mejor para reencontrarme después de un año tan raro, porque aunque ha sido muy bueno en lo profesional, en lo emocional como todos, he tenido subidas y bajadas. El otro día lo comentaba con un amigo “bienvenido a la bipolaridad” es algo que ocurre trabajes o no porque la sociedad está rara, nos hace falta la gente, los amigos, la familia, las reuniones, lo echamos de menos porque somos seres sociales, necesitamos los vínculos para sanarnos y creo que no ha habido un proyecto mejor donde poder aterrizar.
Irme a Barcelona y encontrarme con Pau, un hombre tan maravilloso, ha sido un abrazo constante trabajar con él, ayudando a todos, sacando oro de las situaciones, con una actitud muy positiva en el rodaje, y extendiéndolo a todo el set, el equipo de cámara, de maquillaje, han sido hermanitas. Yo me fui a rodar y me fui como tal, en tres meses visité Madrid dos veces, una para coger ropa de abrigo y en otra ocasión durante tres días.
En Barcelona no teníamos vida social y el rodaje ha sido mi cobijo, he sido muy feliz rodando la serie, con los compañeros, un equipo de diez, como un sueño donde aprender de todos ellos, y en lo que respecta a la parte humana, en un momento en que estamos más sensibles, ha sido un gran abrazo para mi, ese que no nos hemos podido dar en toda la pandemia.
¿Se hacen amigos en los rodajes?
Sí, yo por ejemplo el otro día comí con Quique, operador de cámara y director de foto de la segunda unidad de El Embarcadero, porque es como un hermanito, le adoro. Otro de mis amigos es uno de los montadores de la serie y le conocí allí. Con ‘Todos mienten’ pues ha pasado igual, el otro día hablé con Miren Ibarguren, está claro que con algunos te hablarás y con otros pues no, porque hay gente con la que pues llevarte bien pero luego no te da pie para seguir quedando.
En la parte deL teatro, sé que a Elejalde quiero tenerle como amigo para siempre y cerca. A lo mejor no te ves todo lo que podrías verte, ni tu caes bien a todo el mundo ni todo el mundo te cae bien como para mantener una amistad, y no solo con actores porque guardo amistad con gente del equipo técnico, por ejemplo con Laura de maquillaje, con la que me mando muchos mensajes.
¿Te paran por la calle?
Sí, a ver, no es que tenga un aluvión porque tampoco tengo ese nivel de fama para ello, pero sí me reconocen, especialmente por la voz. El otro día me ocurrió hablado con una amiga, tenía la mascarilla puesta y escuchándome se dieron cuenta que era yo y fue un encuentro muy bonito. No soy tan reconocida como para que me paren diariamente, pero hay gente te reconoce y es algo bonito.
Dime una película, serie y músico de estos meses de pandemia.
Pues de música es que escuchó de todo, pero David Bowie me flipa y la canción «Modern love» te puede decir que la he trillado en cuarentena, y también destacaría Nina Simone. Es verdad que durante la cuarentena no podía ver películas o series, me generaba ansiedad, así que veía documentales, viajaba, me relajaba, te puedo hablar de ríos, de medusas gigantes o nutrias. El último que he visto ahora es el de Jane Fonda de HBO, que es estupendo. Ahora sí que he visto más series porque he tenido más tiempo y estoy mejor mentalmente, pero durante el confinamiento puro y duro solo documentales.
De cine hace poco fui a los Reinor y vi la película italiana Martin Eden de Pietro Marcello, todo un descubrimiento el actor Luca Marinelli. Si tengo que decir una serie, pasado el confinamiento porque como te decía, no podía verlas, sería Antidisturbios… lo mejor que he visto en series en este país, inmensos todos los actores.
¿Perderemos el hábito de ir al cine cuando todo mejore?
Para mi no, eso depende un poco de cada persona porque nunca será igual ver algo en casa que la experiencia de ir al cine, de que la película te “sacuda”, que pasen cosas, de meterse en esa magia de una sala con público, porque creo que va a ver una necesidad de que ocurran cosas con gente. Decían que volverían esos locos años veinte donde rodearnos de desconocidos, una necesidad por salir, por estar, por irnos a sitios. No, no creo que la gente prefiera quedarse en el sofá en su casa.
Eres y resides en Madrid , ¿habría otra ciudad en la que vivirías? ¿Hay más oportunidades laborales por estar aquí?
Sí, soy y vivo en Madrid, soy “gata”. Creo que ahora todo está muy repartido en lo laboral, te pues hacer un casting, te lo grabas, si se rueda en Madrid te vienes y vuelves a irte.
Siempre he vivido en Madrid y nunca me he planteado hacerlo en otra ciudad, cuando pienso que se me agota Madrid me vuelvo a enamorar de la ciudad, me pasa un poco como Woody Allen con Nueva York. Soy gallega por parte de madre y de Madrid por parte de padre y yo soy gatuna, ahora además vivo en una zona del centro que me gusta mucho.
Yo siempre tendré un sitio en Madrid pero me gusta mucho viajar, estoy que «me viajo encima» ahora mismo, adoro conocer gente, descubrir culturas, lugares, que sucedan cosas en la vida, es algo que echo mucho de menos, poder viajar a Cuba, Nueva York… Trabajar en esta profesión también te brinda oportunidades, ir a otras ciudades por proyectos, pero creo que siempre volveré a Madrid, me gusta mucho esta ciudad caótica con sus cosas buenas y malas.
Entrevista: Miguel Rivera
Fotografía: Arturo de Lucas
Localización y agradecimientos: Gran Hotel Inglés
Irene Arcos TW @irenearcoss IG @irene_arcos