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Una cosa está clara, Santero y los Muchachos solo hay unos. El rock reposado del que empezaron a hacer gala años atrás con su primer disco, no solo sigue muy vivo, ha conseguido ser santo y seña tres discos después de una de las mejores bandas del rock nacional.
Los de Valencia confirman su buen estado de forma en «Royal Cantina» que, afortunados nosotros, se completa como doble disco incluyendo «Cantina», el disco que lanzaron el año pasado en formato acústico para ahora complementarlo todo en uno en su nuevo álbum eléctrico.
El conjunto es un doble álbum que respira olor de bar y mucha verdad. Es un disco elaborado, que nos ofrece lo que esperamos de la banda, el buen gusto musical y esa sonoridad tan clásica del rock como «Ojos pardos» haciendo buenos sus coros, la instrumentación majestuosa y la voz personalísima ya de Miguel Ángel Escrivá.
Nos metemos pronto en su mundo coral, sus historias y aventuras musicales en tiempos sosegados como «Sheriff» que respira clasicismo, con esos estribillos contagiosos y a una. La majestuosidad lenta de «Complicado», con sección de vientos para recordar cómo quedaron «esparcidos nuestros corazones» bajo la voz profunda de Miguel Ángel, para hablar una historia antigua y rota, en uno de los temas más brillantes del álbum.
El ritmo cálido que muestran en el rock reposado y añejo que manejan en «Sálvame de mi», con otro estribillo de conjunto bien engrasado a lo vital de «Otro vaso» que tiene trompetas y esos aires frescos que ya manejaba Miguel en La Pulquería, de quienes recuperan «Noches al sol» de manera sosegada en el disco «Cantina», con su tono acústico que funciona igual de bien.
Santero y los Muchachos vuelven a brillar, lo hacen en dos formatos para conseguir un todo. Un doble regalo musical de 17 canciones que nos mueve entre sus historias cotidianas, de quiénes tienen cosas que contar, y lo hacen fusionando electricidad y formato acústico para, una vez más, mostrar un sello excepcional de quien ha bebido mucho rock (y tequila).
