18-19/06/2022
Parque de Bela Vista, Lisboa
Siempre he dicho que lo mejor del trabajo de prensa son los viajes, y este año, tras dos de pandemia y con la música en una especie de letargo obligado, se ha retomado todo de una forma tan espectacular como las ganas del público por volver a vivir, en todos los sentidos, pero en especial en la música, una válvula de escape tan necesaria como vital.
Rock in Rio Lisboa, es de esas ofertas irrechazables después de tener que esperar dos años para poder reencontrarnos nuevamente y viajar así hasta la bonita capital portuguesa.
Dejando el horno madrileño atrás, Lisboa estos días está siendo un soplo de aire fresco en donde vivimos una primera jornada intensa, primera de los dos findes en los que se celebra Rock in Rio Lisboa, con una segunda fecha que tendrá lugar los días 25 y 26 de junio.
Una jornada inicial con Muse como gran plato fuerte, pero con artistas de la talla de Liam Gallagher o The National, junto a los reclamos nacionales como Miss Caffeina e Izal, servían de plato fuerte en un día en el que el «parque temático musical» abría sus puertas al público.
Hay que decir, para el que no conozca el sentido y lo que ofrece Rock in Rio Lisboa, es que es una experiencia que va más allá de la música. Un parque donde disfrutar de experiencias con marcas, un caminar lleno de divertimentos, escenarios y puntos donde jugar a videojuegos, conseguir regalos, y hacer un paquete que complementa como ingrediente principal la música.
Un parque que hace especialmente disfrutable todo, gracias a la caida hacia abajo del mismo, ofreciendo mayor visibilidad hasta para los bajitos.
Hay que ir preparado y tiene que gustarte el concepto multidimensional que ofrece un festival de estas características para los sentidos, donde la música es el eje y cuya rueda gira en torno a propuestas, ambientes y espacios para un público variado de dimensiones de macrofestival al que llegas para divertirte.
Y eso es lo que hicimos de buena manera, en un comienzo de jornada con artistas portugueses como Zanibar Aliens, en un escenario Galp con pequeña piscina incluida para VIP, y en donde el rock soul con mucho estilo sorprendía gratamente. Recorríamos de pasada el rock alternativo de los brasileños Ego Kill Talent, en un comienzo de tarde donde ya sí cogía ambiente el recinto, con gente pululando de allí para allá y con el salto musical que The Black Mamba proponía a base de funk y soul.
Recorrer la extensión del Parque Bela Vista lleva su tiempo, por lo que lo mejor es, si lo que quieres es entretenerte en stands, ir pronto para poder abarcar todo lo que ofrece el lugar. Música, entretenimiento, gente tocando siempre en alguna parte y espacios para toda la familia, porque ante todo, más allá de la música, es un evento que ofrece mucha oferta.
Y con todo llegaba el turno de los conciertos grandes en el Escenario Mundo. Liam Gallagher sigue arrastrando a miles de fans, y lo sabe, por eso de arrancar tirando de Oasis con temas como «Hello» y «Rock n Roll star» calentando un ambiente que ya iba cogiendo color en la esplanada, en una tarde con cierto aire que refrescaba haciendo agradable el ambiente.
La seriedad de Liam y su presencia indiscutible nos lleva a hits como «Better days» o «Everythings electric» pero no hay duda que el público sigue pidiendo las canciones que llevan a que Liam sea la figura que es. Lo sabe y lo da, con el público coreando «Roll it over» y «Slide away» que tuvo su éxtasis, como habitual, con un «Wonderwall» en lo alto para dejar el sabor de boca que requiere su público.
Nos metíamos así en un atardecer aletargado siempre por unos The National que tiran de buen gusto liderados por un Matt Berninger que calma los tiempos, que es amo y señor de la escena sin florituras, marcado todo por su sentir y voz. «Mistaken for strangers» o «I need my girl» dejaban constancia del ritmo profundo y calmado de la banda, en un recorrido de algo más de una hora que sirve para desplazarnos con intensidad por el rock indie de los neoyorkinos.
Son The National esa banda sonora que puede calmar la intensidad de un festival, pero que supone un corte de elegancia que manejan con tino en canciones como «Light years», «England» o «Fake empire«, en un devenir musical que empaca mejor en teatros o pabellones, pero que recibe aplausos con cada canción. «Mr. November» y «Terrible love» servían para que la noche se hiciera con la ciudad, en espera del gigante llamado Muse, no sin antes ir al Escenario Galp y bailarnos con tinte nacional canciones como «El pozo», «Asuntos delicados» o tirar de la emoción de esa «Pequeña gran revolución» de unos Izal que venían (junto a Miss Caffeina) a poner el sello español en el festival portugués.
Un elenco de gente dispuesta a dejarse llevar entre canciones de «Copacabana» y «Hogar» donde Mikel agradecía su presencia en un evento como este, y con mucho público coreando sus canciones, a pesar de saber que Muse arrancaba en cuestión de minutos, poniendo rumbo rápido hacia la otra punta del festival.
Y como gigante el Escenario Mundo, imponente visualmente desde casi cualquier punto del recinto, con una pasarela en el medio que servía para que los de Inglaterra salieran a comerse el escenario como nunca, y digo nunca, porque les he visto cuatro veces y lo de anoche se convirtió en un clímax de épica creciente como pocas veces he visto.
Con un recinto a rebosar, Matt Bellamy y compañía salían ataviados con máscaras, dejando adivinar que íbamos a presenciar un nuevo espectáculo visual del trío. Lo hacían tirando de novedad, un musculado «Will of the people» que supone todo un acierto a pesar del riesgo, para incendiar al público de forma instrumental con «Interlude», todo sonando muy duro ante un fervor que iba a más junto a ellos, convirtiendo Rock in Rio Lisboa en pura «Histeria».
Lo experimental y marcial de «Psycho» nos transportaba a un concierto muy heavy, con un Matt estelar, todos sincronizados como la máquina que son, pasando de lado a lado, de adelante hacia atrás y tirando de unos fuegos que, apoyados en los riffs, nos servían en bandeja un espectáculo que rozaba el metal, ese que presenta su versión más dura en la nueva «Won’t stand down» mientras comenzaba una fina lluvia que iría poco a poco a más.
Sorprendidos todos tras una tarde soleada, el cielo encapotado y el teclado de «Compliance», hacían que la experiencia visual se tornara más épica a cada minuto. Mirábamos al cielo mientras levantábamos la voz en un nuevo hit de la banda, que en directo funciona sumamente bien, un ritmo más ochentero que parecía pedir más agua, ya que la lluvia empezaba a ser diluvio sin que nadie decidiera a moverse.
Lo que le faltaba al concierto, mal que nos pese, era la lluvia y no lo sabíamos, y es que ante ese chaparrón inesperado, la banda contratacaba con «Time is running out» y el Rock in Rio contestaba al unísono coreando su inigualable estribillo, una explosión con confeti que quedaba colgado de la tirolina del Escenario Mundo, ante el griterío del respetable.
Lo de @muse en @rockinriolisboa, ahora bajo la lluvia, está siendo épico como poco #RockinRioLisboa 🔝 pic.twitter.com/JhvRp9jcLX
— Miguel Rivera (@miriyert_) June 18, 2022
Músculo como decía al inicio, porque Muse nos estaba regalando un directo tan imponente que no daban respiro, volvían a disparar hacia arriba fuegos, y también teníamos fuegos artificiales convirtiendo bajo la lluvia todo en una especie de evento cinematográfico, con una recta final de locura: «Uprising» y la guitarra y teclados de «Starlight», que me sigue poniendo los pelos de punta mientras escribo, porque eso era ya la comuna, con todo cristo empapado pero crecidos por el concierto metalero que estaban presentando y que tuvo hasta misterio ochentero en «Behold, the glove», que bien podría ser Stranger Things.
Y en la esencia más dura los fuegos sumaban una especie de Eddie (Iron Maiden) hinchable gigante que nos regalaba «Kill or be killed» y un «Knights of Cydonia» inmenso, donde el agua, los gritos, y el sonido hipermusculado, nos llevaba a un final más épico que Braveheart, con fuegos artificiales de final de Champions. Y como campeones se iban Muse tras casi dos horas de espectáculo pasado por agua que cerraba jornada para, sin duda, dejarnos uno de los mejores sabores de boca que hayamos podido vivir con ellos.
Rock in Rio Lisboa despedía el sábado una jornada con 74000 asistentes, junto a una banda que vino a sustituir a Foo Fighters y que combatió la lluvia de verano con guitarras, fuegos y un espectáculo digno de contar, en espera del segundo día. Obrigado.
Texto y fotos: Miguel Rivera