El verano en Santander se entiende, dentro de muchas de las opciones que ofrece la ciudad, con su festival musical por excelencia, el Santander Music, que volvía tras dos años de silencio por la pandemia.
Muchas noticias, confirmaciones y sorpresas como la de Leiva en una cuarta jornada especial bajo el paraguas del festival, para un evento que abría puertas el jueves con una jornada urbana y que en su segundo día, daba la bienvenida a la variedad musical como referencia de nuevos nombres, y dos referentes festivaleros.
Como ya sabemos, el día en Santander se presta playero, más en jornadas que este verano se han convertido en olas de calor sucesivas, algo que se dejaba notar sobre el terreno, más seco de lo habitual estas semanas y acondicionado en la Campa de la Magdalena, ubicación privilegiada y entorno único tanto para aquellos que ya lo conocen como los que no, en lo alto de la ciudad y entre las playas del Sardinero y la Magdalena.
El evento cuenta con uno de los enclaves musicales más exquisitos del territorio nacional, del estilo del antiguo Mundaka Festival con vistas al mar.
En lo musical, sin divisiones y completamente entregados, nos prestábamos a disfrutar con la caída de la noche en un ambiente fresco, el que había dejado algo de lluvia a lo largo del día y agradecido para la esencia electro rock de Grande Amore, nombre artístico del gallego Nuno Pico. Artista multidisciplinar para abrir jornada con su personalidad y esencia plagada de sintetizadores y fuerza electrónica, que mira al new wave y sonidos punk «Tou pensando» a la fuerza de «25» para animar al poco público aun presente a acercarse hacia adelante.
De su energía a la calidez de Guitarricadelafuente, ese artista que a a guitarra y voz engancha y asombra con estilo único. Acompañado de banda, Álvaro emociona con su suavidad musical, como quien abraza una guitarra, él supone un espectáculo para alma y corazón, lo deja patente en canciones como «Sopita de pan» o «El conticinio» y también en sus personalísimas covers «A mi manera» con la banda de pie tras él, el silencio y respeto del público roto únicamente por las palmas con «Guantanamera» para endulzar como pocos un festival. Su música, aunque tranquila, tiene cabida, tanta como para gobernar una noche santanderina de corazones voladores.
Con Xoel López jugamos en esa liga que asegura un gran concierto y así hizo el gallego. Es una muestra de conexión con diversas generaciones, el ritmo que imprime «Jaguar» y el talento de quienes le acompañan, con coros femeninos otorgando mayor elegancia a su música. Aplausos y emociones con una de las grandes canciones de su repertorio «La espina de la flor en tu costado» al baile al que invita la dulzura de «Ningún nombre, ningún lugar» y los ritmos tropicales de «Tigre de bengala» con el respetable entregado incluso en momentos tan personales como su colaboración con María Yfeu para caminar por «El viejo barrio» para dejar nuevamente su impronta y sello de gran artista.
La calma llegaba ahora solo en el ambiente, donde las rachas de viento desaparecían para dar la bienvenida al aguerrido rock y punk de The Gulps en un segundo escenario que ponía el contraste literal, de la fuerza enérgica de unos «King of the disco» como los de La Rioja, al ritmo desenfadado, electro ochentero y la crítica social narrada por una Rocío Saiz sin «Autocensura», con una artista que enseña cuando quiere su cuerpo como muestra reivindicativa de la mujer bajo una poderosa presencia escénica incluso con una rodilla lastimada, y recordando que digamos a los nuestros que les queremos.
Y de los ritmos y contrastes de ambos pasamos a Alizzz. El artista está siendo uno de los reclamos festivaleros por excelencia, nos es para menos, su disco «Tiene que haber algo más» es uno de los grandes trabajos del pasado año, el amor, desamor, reencuentros y ruptura marcan a fuego al oyente y supone un viaje sanador o rupturista en vivo.
Energía y feeling pasando por el dolor de «Todo me sabe a poco», el ritmazo que marca «Ya no vales», pasando por ese after que servía para «Salir» y en el que muchos hemos acabado en algún momento mientras veíamos el «Amanecer» y la versión de Los Planetas correspondiente. Momento para disfrutar del lugar, ese que supone un oasis y que Alizzz aseguraba era «el concierto con mejor clima en mucho tiempo».
Hora de hablar de «El reencuentro» con la ex para descubrir que «Ya no siento nada», y ofreciendo unos temas más musculados pero con el mismo sentimiento que en estudio, en una de las grandes actuaciones de la noche.
Y así el momento final, cerca de las 3 de la mañana para pensar en la «Fiesta» que maneja Varry Brava. Una apuesta segura para cerrar, ya con menos público eso sí y las mismas ganas de pasarlo bien de siempre. El colorido y brillantez bailable que manejan es única para dejar el pabellón en lo alto. «Satánica», clásicos como «Calor» o el viaje a la «Playa» dibujan un hit tras otro de un repertorio que funciona en cualquier parte. Óscar, Aaron y Vicente son diversión escénica, «Hortera» por bandera y a mucha honra para adivinar que «Raffaella» ha servido para convertirlos en una banda más grande.
Con el baile incorporado en el cuerpo, en una montaña musical literal propuesta por Santander Music, nos íbamos cansados pero con la satisfacción de quien disfruta de un variado y enriquecedor cartel en un lugar idílico. Hoy más.
Texto: Miguel Rivera
Fotos: Javier García