AURORA & THE BETRAYERS
23/03/2018
La Riviera, Madrid
Fotos: Javier Bragado
Era uno de esos días complicados, de los que se mezclan una serie de circunstancias para plantear acercarte a un concierto. Lluvia intermitente, viernes que acumulaba una dura semana previa a Semana Santa y frío. Todo eso conllevaba cuestionarse si ir o no a La Riviera. En el otro lado, que finalmente inclinaría la balanza, teníamos a AURORA & THE BETRAYERS como apuesta segura.
Con eso fue suficiente, y a La Riviera que nos fuimos. Pocas bandas son capaces de aunar tantos y buenos piropos, personalidad arrolladora que demostraban recientemente en «Tune out the noise» un ejemplo de constante evolución la de la banda de Aurora García.
Ella por sí misma es suficiente reclamo, porque hablamos de, junto quizás a Nina de Morgan, Nita de Fuel Fandango y Alice Wonder, de una de las mejores voces de la escena nacional más rockera. Así y con su nuevo disco bajo el brazo, en un día de mal tiempo, La Riviera gozaba de media entrada para disfrutar con un directo donde la clase, elegancia y sello propio, dibujado en una especie de alma soul junto a apariencia Bowie, nos atrapó.
Parte instrumental de comienzo y expectación para que Aurora saliera en último lugar bajo el aplauso de todos. Llamaba la atención la tranquilidad y relajación con la que les acogíamos, si bien poco a poco entraríamos en materia. Clase y elegancia la de su frontwoman, con esos aires Bowie para marcar hondo a base de su voz manejándose de manera sublime en «There will come a time» y en la oscuridad que desarrollan en «Bloody eyes» con ese toque setentero de raíz.
Nada menos que 8 músicos sobre la escena, donde la parte de vientos marca profundamente la elegancia que de por sí destilan en canciones de cuño como «Voodoo» impecable o la magia de canciones corales en las que participan Carolina García y Verónica Ferreiro, grandes voces como en «Hey Hey!» o el pastelito musical que es degustar «Walk to the stars» forjando un silencio digno de iglesia para acarrear un final de enormes aplausos.
Se manejan igual de bien en los ritmos más folkies como «You can come back» o la energía setenta de teclados que inundaban «Stepping to the bad side», a la parte más bailable bajo un mar de palmas que era «I’m done» para dejarnos patidifusos con la fuerza vocal de «Don’t waste more time».
Aurora se come el escenario bien rodeada de sus músicos, con especial atención al Hammond y teclado, instrumentos que son protagonistas absolutos, en plan dirección de orquesta como en la magia de «Losin my mind» en la que la conexión de sus once miembros en escena resulta para quitarse el sombrero.
Igual de mágicos sirven sus cambios musicales que van de lo cálido y profundo de «Holding on» al baile setentero que producen canciones como «Tune out the noise» una locura «ye-ye» cuyo ritmo central de aires divertidos nos llevaba a pensar en Austin Powers y su esencia coloridamente setentera, locura máxima.
Los movimientos particulares y a veces robóticos de Aurora donde mezcla la seriedad y la diversión, con guiños abiertos físicamente a Bowie valían para encumbrar el rock soul de una banda diferente que, durante dos horas, nos dejó a todos sumamente satisfechos.
Miguel Rivera