BODY COUNT – «Manslaughter»
Summerian Records
Puntuación: 7,5 / 10
Ice T, icono de los 90, hijo prodigo del hip hop, y del rap-core, padrino del género, regresa con más mala leche que nunca en una de sus encarnaciones más exitosas y cañeras: BODY COUNT.
Para todos aquellos que os pilla muy de nuevas, os resumimos un poco de que va la situación. BODY COUNT es el grupo de Rap Core que Ice T, montó junto a Ernie C a principios de los 90 y con el que dio la nota sonada con la publicación de su homónimo primer álbum y el tema “Cop Killer”, el cual tuvieron que quitar del propio disco debido a la excesiva polémica que levantó y por lo tanto el excesivo protagonismo que tuvo, haciendo sombra al disco en sí. El revuelo fue sonado, y fue el pistoletazo de salida para todo un género, y una actitud reivindicativa que predominó durante gran parte de aquella década.
Ice T ya era un rapero consagrado, y a principios de los 90 empezaban a llamar la atención de manera efervescente formaciones de crossover integradas por músicos afroamericanos. Faith No More ya dio la nota con «We Care A Lot, Bad Brains» se hacían dueños de su escena, y bandas como «Fishbone, Living Colour» se estaban haciendo hueco en Billboard a primeros de los 90. El estereotipo “el rock´n´roll es de blancos” era ya una anécdota y el rock con el rap empezaba a hacerse popular: «Walk This Way» de Aerosmith y Run DMC fue una idea, Beastie Boys confirmaron que no sonaría mal, Anthrax con Public Enemy dejaron claro que hasta molaba, para que los holandeses Urban Dance Squad demostraran que las posibilidades podían ser infinitas. Pero seguía faltando algo.
En EEUU desde finales de los 80 y durante los primeros 90 muchas ciudades empezaron a sufrir autentica marginación racista en barrios de rentas bajas, por parte de las instituciones, causando subidas en índices de criminalidad, abuso policial, abandono escolar, tráfico de drogas y natalidad descontrolada (¿os acordáis de todas aquellas películas que hablaban de lo chungo que era crecer o dar clase “en el ghetto”?), todo ello llegando a niveles casi tercermundistas en uno de los países más prósperos del 1er mundo; y la música, excluyendo el underground, no era un medio en el que fuera muy popular hablar de ello. BODY COUNT apareció para sacar toda esa mierda a la luz y enseñársela a todo aquel dispuesto a escuchar. De ahí en adelante: Rage Against The Machine, Biohazard (que con el 2º disco pegaron un empujón destacable) Clawfinger, Downset, Stuck Mojo, etc. etc.
Como novedad en su inicio fue sumamente interesante. A nivel lirico nunca hubo bajón, pero si es cierto que mientras la escena rockera/metalera ganaba puntos en cuanto composición, creatividad y producción, año a año, BC fueron adoleciendo de un ligero estancamiento y sus trabajos fueron sufriendo un ligero abandono por un público que no llegaba a asimilar el concepto tras BC. A mi juicio, a BODY COUNT se les tachó innecesariamente de grupo rap-metal y de la misma manera se esperó que siguieran un camino similar al de bandas que iban por senderos paralelos (pero no iguales), y nunca se terminó de entender que la banda era más un combo de hardcore-punk, con un toque muy a Hendrix y Black Sabbath, mezclado con la acidez de Ice T a las letras, en el que primaba mucho más el propio mensaje que el concepto general musical, en lugar que de un grupo del montón más, centrado en hacer música para la MTV, que otra cosa,
Y así, llegó el reposo. Llegaron los grupos insulsos de nu-metal, los aspirantes a gangsta de guardería, y las grandes producciones al servicio de las ventas millonarias.
9 Años pasaron para rescatar del olvido un proyecto que había llegado a ser mucho más que un mero grupo, y la intentona fue decepcionante. La publicación de Murder 4 Hire en 2006 fue un fracaso, bien por la escasa publicidad que se hizo de ellos, porque los temas (musicalmente) eran un poco flojos, y la producción bastante mala (de maqueta casi). Por lo que naturalmente, cuando en 2012 saltó la noticia de que habría disco nuevo, la sorpresa (por mi parte) fue mayúscula. Si algo queda claro de Ice T (a quien hemos visto en más de una película, y podemos ver regularmente desde hace años en la serie Ley y Orden), es que es un tipo autentico, de los que no se amilana, y no va a tirar la toalla al primer bache, porque sabe a qué está jugando, y como conseguir sus metas. Vieja Escuela con mayúsculas: si algo no sale como se esperaba, se mejora, y se trabaja en ello hasta que salga, ¡y vaya si lo han conseguido! Chapeau!
¿Resultado? Uno de los mejores trabajos que he oído en este 2014, uno de los mejores y más esperados regresos en mucho tiempo, y, en mi opinión, su mejor trabajo hasta la fecha, en todos los sentidos: producción, lírica y sobre todo, musicalmente. Ice T y Ernie C (los únicos miembros originales que quedan) han conseguido una buena sección rítmica que les apoye. Vincent Price (Steel Prophet, Agent Steel) continúa al bajo, uniéndose Juan Of The Dead (Agent Steel, Evildead) a la rítmica, e Ill Will (Laughing Colours) a la batería. Ice y Ernie (que mejora como el buen vino) se ha rodeado de una banda que suena cohesionada, unida, solida, hambrienta, y que en mi opinión (y mis respetos, a miembros fallecidos) es la que mejor suena de todas, con mucha diferencia (en estudio).
«Manslaughter» es un disco cargado de hardcore, con ese tono ácido que caracteriza a Ice T, mucho groove, y buenas sorpresas. La primera, la colaboración de Jamey Jasta en Pop Bubble, un tema con un riff machacón y un estribillo pegadizo, la 2ª, una versión 2014 del Institutionalized de Suicidal Tendences, de la que me considero fan nº1 desde el minuto uno. Misma música, mismo estribillo, pero una letra irónicamente muy actual que recomiendo escuchando encarecidamente. La última, una versión del tema de Ice T, 99 Problems, versionada por Jay Z, y ahora “re-versionada” por BODY COUNT en base al cover de Jay Z. Pero hay más temas. Su primer single y primer corte Talk Shit, Get Shot, te deja con hambre, Bitch In The Pit, tema dedicado a las metalheads, con más pelotas que sus congéneres masculinos, se disfruta, y Wanna Be a Gangsta tampoco deja indiferente.
Un disco fresco, cargado de mala leche, rabia, ironía y directo al grano. Una sorpresa para todo seguidor de la banda, y naturalmente una esperanza para todos los que últimamente solo vemos “anquilosamiento” en un género que se lavaba la cara cada 4-5 años y que lleva 10 que no levanta cabeza. Quizás, volver a lo básico, a quienes pusieron en su día las semillas del cambio, nos inspire a marcar nuevos caminos. Quién sabe. Personalmente yo espero que con este disco ganen: ventas, y seguidores. El mundo necesita a más artistas como Ice T y a menos llorones y gritones hablando de chorradas, sus sentimientos y de lo profunda e insulsa que es su vida interior.
Gonzalo van Rooy