Cívitas Metropolitano, Madrid
12/06/2024
Era de esperar que, dado el éxito de sus conciertos en 2023 en la Ciudad Condal, el mítico Bruce Springsteen & The E Street Band volviera a España, un país muy querido por el artista, anunciando nada menos que cinco fechas tras las dos del pasado año.
Ahora tocaba el turno a Madrid, con tres conciertos en el Cívitas Metropolitano (12, 14 y 17 de junio) y, nuevamente en Barcelona (20 y 22 de junio en Estadio Olímpico)
Más de uno ha vivido en una cierta incertidumbre después que el de Nueva Jersey de 74 años, cancelara a comienzos de junio tres conciertos de su gira europea (Praga y dos actuaciones en Milán) por problemas vocales, aunque asegurando que retomaría sus conciertos justamente en Madrid.
Era por tanto buen momento no falto de expectación para saber en qué estado regresaba el veterano músico, y a esas dudas se sumaban las meteorológicas de un país en lluvias y con Madrid mirando al cielo.
Bueno, pronto disipábamos las mismas, primero las meteorológicas viendo que llegábamos al Cívitas con el cielo más despejado de lo que podríamos haber pensado en un momento y, segundo, cuando ante más de 55000 personas, el Boss salía, con veinte minutos de retraso, tras su E Street Band con una ovación inmensa para poner voz a «Lonesome day» una de las piezas clave del arranque de sus conciertos, porque aunque ha ido variando las posiciones suele permanecer en la pole position, poniendo así la directa entre una atronadora y, pocas veces vista, terrorífica acústica metropolitana.
No sería fácil entrar en el show del bueno de Springsteen debido a ese sonido que era todo un atentado para el público. Muchos años sin venir a Madrid y la espera iría mereciendo la pena según entrábamos en materia, ante un Springsteen con chaleco, camisa blanca remangada y una ‘percha’ que ya quisieran muchos con menos canas y años en el pasaporte.
Qué decir de un arranque donde sonaba «No surrender» en su versión rockera, dejando de lado la versión acústica que ejecuta en algunos conciertos, y la belleza que desprende con esa voz rota y sentida, de esas que calan en tu interior y cuesta soltar.
La magia de «Darlington county», junto a esa gran versión del clásico «Rocking all over the world» de John Fogerty nos llevaba rápido a «Hungry heart», con la que emocionaba a un público que veía como Bruce bajaba a los suelos para cantar con los suyos, siempre cercano y dejándose querer, mientras dábamos cuenta de lo sobrio de su escenario y producción. Dos pantallas verticales gigantes para seguirle de lejos y poco más, sin largas pasarelas ni pirotecnia porque tampoco necesita de artificios, es él, su verdad y la de sus músicos para no tener que disfrazar sus canciones.
En ese estado de alegría ya liberada gracias a un sonido que ahora sí brillaba como merecía su estrella sonaba una cálida «My hometown» y nos atrapaba en ese hit imperecedero como «The river» para alegría de miles de gargantas.
Reflexiones filosóficas en vida en «Last man standing» y uno de los momentos álgidos llegaba curiosamente con una notable versión de «Because the night», en una parte que enfilaba el tercio final donde todo sonaba como debía, amén de un saxo de Jake Clemmons que daba claridad y dulzura a su música.
Nos dejábamos llevar en ese terreno de voces en alto que son la rocosa «Wrecking ball», «The rising» con mucho la-l.a-la de su gente y «Badlands».
Euforia desatada y pelos de punta seguro que más de uno y una para rozar las casi tres horas con el sonido de «Last of hope and dreams» y la nostalgia contundente de «Born to run» elevando su música al cielo de Madrid, ese respetuoso con el artista para dejarnos «bailar en la oscuridad», esperando siempre que este no sea el último baile con el «jefe». De momento, Madrid podrá soñar dos noches más con su música.
Miguel Rivera