RUFUS T. FIREFLY
13/04/2019
La Riviera, Madrid
No es casualidad que RUFUS T. FIREFLY se vea en la tesitura de dar el salto lógico por otra parte a La Riviera de Madrid, agitados más si cabe por un hype que ni podrían haberse planteado hace tan solo dos años. La banda de Aranjuez se ha valido de una carrera sólida y contrastada que, lejos de ser visible para el gran público haciendo las cosas igual de bien, ha dado con la tecla, que ellos desconocen por otro lado con «Magnolia». Es ese el álbum que, tras varios discos y curtidos en directo durante años, les ha hecho ser casi una banda mainstream (en el mejor sentido) actualmente.
Esa tecla perfecta la han mantenido con «Loto» un segundo disco que complementa al anterior y que, con ambos como sentido, dan por finalizados en su fin de gira en la conocida sala madrileña. Hace un par de años hablaba con Víctor en Toledo de cuando no les llamaban los festivales y ahora son reclamo habitual de los mismos en posiciones privilegiadas. No contentos, se han visto en la tesitura que viene marcada por el ciclo musical de dar el paso adelante, es decir, saltar a un recinto más grande.
No importa, RUFUS T. FIREFLY están en su momento y La Riviera también se ha quedado pequeña a un mes de presentarse ante su público antes de meterse a componer nuevas ideas que veremos dónde les lleva. De momento, anoche les llevaba a confiar su música ante un público entregado a la psicodelia y frikismo genial en lo musical de la banda que lideran Víctor y Julia.
Es una máquina perfecta de sonidos e instrumentación, que dibujan sobre el escenario figuras musicales que calan hondo y, en gran parte, son «Magnolia» y «Loto» esas ilustraciones que suenan a gloria en cada uno de sus temas para ofrecer ambos discos a su gente y confirmando a una banda sin igual en el panorama patrio, por mucho que esté todo inventado ellos suenan a Rufus e igual que su nombre, no hay nadie aquí que se les parezca.
Un texto de agradecimiento a todos dejando claro que era la despedida de «Magnolia» y «Loto» esos discos que les han cambiado la vida para ofrecernos más de dos horas musicales.
Por ello conectan con historias mágicas en lo que ofrecen, comenzando con las formas instrumentales de sus dos líderes que son química y funcionan como un todo, y eso se nota desde un inicio tan tremendo y sugerente como «Tsukamori» donde Víctor necesita de la conexión con Julia para funcionar. Con esa conexión nos montamos en ese frikismo noventero de su «Halcón milenario» un viaje excelso y tremendo para dar con todos esos sonidos propios de un marciano magistral como Víctor, impecable en voces, guitarra y teclados. No es menor lo que Julia consigue a la batería, dibujos visuales de una manera de tocar tan propia, personal como absortos consigue que nos quedemos.
Ritmos sesenteros de «Loto» al viaje temporal sensorial que hacía de La Riviera su particular pueblo musical de Hawkins (Stranger Things) con «Demogorgon» con esa banda funcionando como un todo y llevándonos a un momento lisérgico para bucear en las profundidades de un «Espectro». Y como no era una noche cualquiera, se servían de colaboraciones en forma de interludios, desde la magia de la cantante en alza Alice Wonder ella sola al teclado bajo el silencio de sala para entrar a fondo en «Midori» con una sinceridad y poso profundos.
Pasábamos a las referencias cinéfilas del «Cristal oscuro» psicodélico con el que preparar el cuerpo y mente para la belleza de «San junípero» una de esas canciones de teclado que convierten su estribillo en un derroche sensual mágico.
Con ello tocaba otra colaboración como la de Nina de Morgan detrás de su gran teclado para inundar con su voz la sala y acallar las voces de fondo con la interpretación de «Demerol y piedras» para prestar atención a un bello segundo interludio, del que quedaría un tercero con Zahara y Manuel Cabezali haciendo buena su «Canción infinita» en una escena emotiva y brillante.
Tras ello, su homenaje a The Beatles con «Lucy in the sky with Diamonds» sin dejar de lado nunca el cine, una película suya musical que es «Pulp fiction» seguramente una de las mejores canciones que nos ha dado no solo la banda, la música en general. Capaz de poner los pelos de punta y adentrarnos más si cabe en ese mundo de psicodelia intensa que abruma en su parte central, capaz de destruir «Pompeya» con su rock guitarrero y fuerza, todo bajo la fuerza visual que impregnaban sus proyecciones sobre ellos.
Sin darnos cuenta, su película nos iba adentrando en su desenlace, metiéndonos en una «Nebulosa Jade» que aun mece mi cuerpo ante un Víctor que se presta enorme en un corte que es un legado en lo musical, un tributo en lo compositivo y frikismo fanático con el que rendir homenaje a ambas partes para acabar completamente locos. Algo que se notó en su parte final, con una Riviera completamente «drogada», como si de un tripi musical se tratara la entrega y devoción hacia ellos se transformaba en saltos, gritos y coros para recibir su «Magnolia» purificadora que dejábamos caer en el «Río wolf» para empaparnos de un rock tan especial y personal que hacía casi real aquello de «no duerme nadie esta noche».
Es así como llegaba el punto y final álgido de una bonita y fabulosa historia, la de unos jóvenes frikis que ahora han convertido su legado en una leyenda muy viva que cerraba gira de la manera más especial y significativa posible. Una noche para el recuerdo.
Texto: Miguel Rivera
Fotos: Javi García