AMORes, ALGUNAS COSAS QUE APRENDÍ Y OTRAS QUE ME COSTÓ OLVIDAR
Alfonso Casas
Lunwerg
Alfonso Casas (Zaragoza, 1981) bien podría ser el cronista de nuestros tiempos a la hora de hablar de amor y desamor en la era de internet. Lo ha logrado a base de ilustraciones que le han convertido en un pequeño fenómeno visual, pero también en sus historias. Lo ha hecho con un grafismo colorido, vital, muy particular y reconocible, pero también por su ironía en las viñetas que crea, y por su capacidad de entender y hacer entender los amoríos con tanta frescura, fineza y rotundidad, tan directo y duro como la vida misma, muy real y de piel.
Con cada libro hace algo especial, ya en su última obra sobre Freddy Mercury apuntó alto y, ahora, retoma su idilio mágico con el amor en una nueva novela sencillamente espectacular.
AMORes, algunas cosas que aprendí y otras que me costó olvidar es un relato excepcional sobre esa estación de tren por la que todos pasamos en algún momento de nuestras vidas. Y se repite con el tiempo porque, lamentablemente o no, las relaciones van y vienen, algunas superficiales, divertidas quizás y otras no tanto, porque las hay de calado, de largo recorrido con poso eterno pero de dolor profundo, de las que pueden costar olvidar y de todo ello habla.
Casas forja un libro de ilustraciones completas y otras en forma de cómic para “desnudarse” de un modo diferente, porque aunque utiliza su álter ego no se trata de un libro autobiográfico porque, a medida que avanzamos en él, nos damos cuenta de estar ante un libro de vivencias por las que uno y otros hemos pasado en algún momento de nuestras vidas, y lo que nos quedará por pasar seguro.
Rompe con el amor romántico que han vendido las películas y las canciones pop como bien indica y nos muestra la cruda realidad, a veces tan edulcorada como los cuentos, especialmente cuando nos enamoramos pero también ofrece un canto desnudo a esa barrera invisible que esconde el otro lado, el de las rupturas, el de los enamoramientos no correspondidos y las relaciones tóxicas, del quiero y no puedo y el de las altas expectativas.
Es así como sin recetas ni consejos, plasma una realidad, con diferentes tipos de amor, el romántico, el real y, el más importante, el amor por uno mismo. Porque de eso va este libro, de saber comprenderse y quererse por delante de todo, porque desde esa línea de salida es como recorreremos un camino que está lleno de barreras, sí, y nadie las va a quitar porque de ellas aprendemos (o no), pero son experiencias que hemos de vivir. Lo importante que maneja la historia es saber y poder mirarse al espejo y entenderse para quererse.
Alfonso tira de ironía para reflejar ese camino de amores y desamores vividos, y maneja las viñetas como nadie para hacerlo de manera tan amable como cruda. Su representación del amor como trenes se presta fabulosa, como aquellos que han salido cuando llegas y los pierdes. Aquellos que coges sin pensar, otros divertidos y los que simplemente no llevan a ninguna parte pero decides montar en ellos, encontrando un pozo sin fondo quizás.
Habla del amor como algo difícil de entender, del enamoramiento que viene acompañado revoloteo de mariposas que sientes en el estómago, esa sensación y necesidad de escuchar canciones románticas, de un desequilibrio emocional que, a su vez, emociona, que te mantiene en una especie de mundo interior diferente y bello pero que sin darte cuenta, puede llevarte al más profundo de los dolores. De todo ello trata ese amor romántico que nos han vendido y que conlleva aprendizaje, de meteduras de pata, de equivocarse para seguir caminando, cueste lo que cueste.
¿En qué momento aprendí yo que amar y sufrir significaban lo mismo? El protagonista (autor) se plantea esa cuestión al comienzo pero nos sirve también para un final, ese final que en el amor siempre va de la mano, toca comprenderlo, abrazarlo y saber recorrerlo, es así como podremos avanzar, superarnos y seguir adelante. Porque de todo eso van las relaciones y, especialmente una, la que tenemos con nosotros mismos.
Alfonso consigue un libro maravilloso, tanto en lo que escribe como en lo que dibuja sin tener que dar lecciones, más bien comparte experiencias con las que seguro nos sentiremos (muy) identificados. Nos enamoraremos seguro y quizás su libro sirva de verdadero recurso del que tirar por momentos para comprendernos mejor.