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Seguramente, Fito Cabrales sea uno de los artistas más respetados, seguidos y queridos del panorama rock patrio. No solo por su legado con Platero y tú, ya muy lejano, más bien por la capacidad de afrontar una carrera en solitario menos rockera pero de mimbres exquisitos en lo musical, que ha forjado con su sello personal amén de su querido compañero de fatigas y productor, Carlos Raya.
El tándem ha conseguido que Fito y los Fitipaldis se encumbren a lo largo de todos estos años como un reclamo tanto en estudio como especialmente en directo.
Quien más quien menos sabe y conoce algunas de sus canciones, gracias también a su particular voz y forma de interpretar, sonido que ya es santo y seña de identidad. Algunos le achacan sonar en cada disco igual, pero bien es cierto que el músico de Bilbao, sin reinventarse, maneja los tiempos y sus canciones con tanto estilo que al final no necesitas de experimentos ante una máquina de generar hits como Fito.
Fiel a su legado, y aunque ha tardado mucho tiempo en volver al estudio, Fito regresa en tiempos pandémicos, con un disco esperado y en letargo por los tiempos que corren, dificultosos para artistas con tanto nombre y pabellones imposibles esperando.
Es por ello que casi en el último trimestre del año del “stand by” en espera de un 2022 mejor, Fito regresa con “Cada vez cadáver”, curioso para unos tiempos muy cercanos oscuros. Pero Fito, sin salirse de lo suyo, recupera cierta esencia clásica y se maneja “como pez en el agua” porque además hay dejes de “Por la boca vive el pez” para “abusar” de medios tiempos y algunos de sus mejores temas en años.
Es “Cada vez cadáver” un disco con algunas canciones más oscuras pero ante todo buscando un ritmo algo más variado, con canciones distintas y que mejora de inicio porque el que fuera su primer adelanto, el tema título no es ni de lejos de los mejores temas, más teniendo de seguido su segundo anticipo “Cielo hermético”, un corte que muestra esa “oscuridad” que no muscial pero sí de letra, con los acordes y sonoridad tan habituales, una voz más profunda que muestra que Fito mejora como el vino con los años.
Una letra la de «Cielo hermético» en la que canta “todo estaba oscuro, la vida se nos va tan rápido no hay tiempo de sentir el vértigo” cumbre en estos tiempos.
Rock clásico y también urbano en la brillantísima “A quemarropa”, indudable en todos los aspectos, con un puente intenso y profundo. Ralentiza el ritmo en un tono más bluesero “Las palabras arden” con mucha profundidad como puede ser “A morir cantando”, mientras que “En el barrio” Fito acelera como no podríamos esperar, una de las piezas más rockeras en años, de las que lo pueden reventar en vivo, pasando por la frescura y ritmo vivo de “Quiero gritar” a la bien facturada “Si me ves así” que busca la belleza de ese rock fitipaldero de intensidad, saxo y elegancia central para contagiarnos con su estribillo.
Fito y Fitipaldis demuestra, sin salirse del terreno conocido, ser capaz en estos tiempos de seguir ofreciendo bonitos temas que complementan un legado que mira a discos de antaño para encontrar el equilibrio necesario.