Con un Grammy ya bajo sus brazos por «From the fires» a mejor álbum rock(2019) y con unas cotas de éxito inimaginables hace tan solo 4 años, los norteamericanos Greta Van Fleet vuelven con su segundo larga duración.
«The battle at garden’s gate» es ese segundo disco en el que una banda decide, o de pronto dar un giro a su sonido con el que marcar sus siguientes pasos o, como en el caso de los Greta, seguir en sus trece con lo que venían haciendo.
Muchas fueron las críticas y alabanzas recibidas en su debut como una copia juvenil de Led Zeppelin, pero quedarnos en eso sería completamente injusto. Estos veinteañeros pueden sonar a la banda de Jimmy Page incluso en la voz de John Kiszka, también en la manera de tocar y las composiciones, pero no queda lugar a dudas que son unos músicos impecables, llenos de técnica, calidad compositiva y vocal y una proyección a todas luces impresionante.
Tenían por tanto dos opciones, seguir los mismos derroteros o alejarse de ellos. Han optado por lo primero y siguen las misma directrices musicales, incluso ahondando más en el sonido Zeppelin sin ningún rubor ni miedo al qué dirán.
Producción impecable de Bob Ezrin para comenzar un disco de 12 «píldoras» que suenan setenteras a más no poder, hard rock puro donde también encontramos arreglos de cuerda ajenos al primer disco.
Rango impresionante vocalmente hablando en «Heat above», ese tema que comienza cual ‘Fantasma de la ópera’ y que demuestra madurez y estilazo compositivo para traernos uno de los cortes sonoros con hammond más clásicos y apabullantes del disco.
Rock impecable el de «My way soon», y lo descarado del estilo Zeppelin de «Broken bells» quizás su ‘Stairway to heaven’ del futuro. En «Built by nations» aderezan el groove y riffs de guitarra completamente setenteros en un sonido que en los 30 primeros segundos nos descubren su técnica y magia musical.
Abrumadores en «Age of machine», psicodelia tranquila donde Josh a las voces se mueve como pez en el agua, voz rompedora, chillona y llena de estilo. Los arreglos de cuerda hacen brillar también «Stardust chords» para ponernos los pelos de punta en «Tears of rain», una especie de balada de los setenta cuya parte final, con un Josh elevando los tonos, nos pondrá los pelos de punta en un colofón emocionante.
Hay más piezas a descubrir a manos del hacer inmenso de los hermanos Kiszka, en un resumen musical de la esencia rock de los setenta en el siglo XXI bajo la batuta de unos veinteañeros que te dejarán en calzoncillos a más de un veterano reconocido. Simplemente brutal.