En febrero de 2020, ajenos a lo que estaba por venir, nos juntábamos con Isabel Marco en Madrid, en su gira promocional de «Nada será igual» y desde luego que no lo sería.
Un segundo álbum el de la artista que llegaba bajo ese título porque había sido madre, pero que poco después podría valer para la vida que nos esperaba. Ello mismo seguramente ha llevado a que, como otros tantos artistas, surgiera la posibilidad de aprovechar el confinamiento y tiempo después para trabajar en nuevo material, porque en menos de dos años ha llegado «Sin domesticar».
Su tercer disco deja patente la evolución como compositora para asentar una base de rock intimista, personal, vulnerable y ante todo humilde y sincera, algo de agradecer en estos tiempos. Es algo que se nota desde su primer corte hasta el último, la verdad musical que adereza sus canciones y que te llegan con sencillez.
2018 supuso el comienzo de su aventura en solitario tras Insolenzia, y a esa velocidad de tres discos en cuatro años, afianza su propuesta tanto en acústico en directo como la versión rockera con Los Rockanrolas, amoldándose a las situaciones y trabajando igualmente bien en ambos formatos.
Isabel sigue ofreciendo melodías y bonitos arreglos en sus canciones, pero sin adornar demasiado su idea, esa que busca temas sociales, personales y hablar de la vida en un concepto musical femenino.
Hace honor a su título porque «Sin domesticar» es una propuesta de rock puramente «Marco», que busca directrices del rock clásico, véase su estupendo inicio «Trampas al reloj» donde deja ver esa esencia de quien bebe del rock and roll, y se presta a ahondar en una voz muy personal, siguiendo caminos de grandes felinas del rock con un eco indie de fondo.
La profundidad emocionante de «Cuando nadie está», uno de esos temas in crescendo y cadencia estupenda en una de las mejores canciones de su carrera. En «Hojas que se van» habla de despedida de los años de juventud. con bonitos acordes y una melodía profunda, haciendo ver ese crecimiento musical de Isabel para darnos con una base más enérgica de rock en «Electricidad» para llegar a los slides de «Huida hacia ninguna parte» en el viaje de una mujer
«La chica que pudo correr» maneja el pop rock de índole ochentera y un toque soul funk que dibuja en «Detrás del último segundo» eleva su estilo, siempre buscando otorgar a cada tema de su sonido, para dejar patente su gusto por el escenario y el rock en el final con «Ya tengo ganas».
Sin buscar nada más que mostrarse humilde en lo musical, Isabel Marco sigue creciendo, sentando las bases de toda una mujer del rock «Sin domesticar».