El consumo musical actual hace que muchas veces perdamos de vista ciertos discos y atendamos a otros porque cada viernes contamos con un coladero de nuevos trabajos, a lo que sumamos decenas de singles dispersando a su vez la atención y llenando nuestros oídos de música con mayor o menor fortuna.
Hay ocasiones y más concretamente discos en los que merece la pena hacer una parada, puede que muy larga como el caso que nos ocupa. Jhonny Garso está de vuelta y esa es una gran noticia, pero es que además lo hace dando un paso firme en su propuesta.
La pandemia fue coprotagonista de su arranque en solitario con el debut “Redtimeline” y tres años después regresa con un disco sacado del alma como es “Espada y Rosa hasta que muera”, toda una declaración de intenciones.
Johnny juega con la baza principal de un sonido punk rock pero sería demasiado simplista quedarse en eso porque a pesar del “vacío” que muchas veces puedan afrontar las letras de algunas de las bandas del género, Johnny ha grabado un álbum lleno de lírica y contenido, ahonda en la crudeza del desamor como pocos artistas consiguen, y lo hace con un trabajo duro por momentos, muy melódico y con pasajes realmente arrebatadores y desgarrados también, porque hay tanto sentimiento que abruma en el mejor sentido.
El juego musical que plasma es digno de escuchar muchas veces porque es como exploramos lo que nos cuenta y entramos en un juego nada vacío y sumamente lleno de sentimientos porque ante todo “Espada y Rosa hasta que muera” busca en lo intenso lo enérgico, y en ese juego todo funciona de forma sobresaliente.
El primer gran paso es contarlo todo en castellano, para sentirnos identificados en un disco generacional en cuanto a sentimiento, buscando raíces de finales de los 90 en su rock pero jugando también con momentos más actuales en un cocktail bien elegido y sentido.
Si Lany tuvo sus “Malibu nights” como un canto notable al desamor, Alizzz nos regaló en “Tiene que haber algo más” la ruptura en un viaje emocionante de pop y rock a su manera, Jhonny factura una montaña rusa para viajar por la pasión desgarradora con paradas por otros sentimientos.
Sorprende con un crudísimo inicio “Sálvese quien pueda” que juega con una esencia postrock que agrieta, un salto de fe en su creación y arte sin que dejarte pisar por una discográfica. Con ese abrir de intenciones e ideales, rompe una lanza por ese caminar intenso que juega en su melódica pero potente voz en “Femme fatale”, un canto a aquellas mujeres que nos rompen, casi inalcanzables a veces mientras implora al destino que se haga realidad por volver a juntarnos.
Siguiendo con ese juego rockero en “Me quedo con el mal” encontramos otro hit, aquí un guiño tanto en lo musical como en su visual por el punk rock melódico noventero, aires Simple Plan o Blink 182 de indudable gusto, asentado en una soledad amorosa de quien hace frente a un desamor, del recuerdo y el sentimiento de rabia que lleva a querer prenderlo todo con un estribillo del que no vas a poder salir
Inicios muy rockeros que dejan la puerta abierta a otro sentimiento musical que llena de crudeza lenta e intensidad una letra como “La última canción que hablará de ti”, melancolía apoyada en la voz sentida de Garso mientras intenta olvidar a aquella persona en uno de las canciones mejor arregladas. Y en tono acústico seguimos en ese juego del desamor que practica en “Tengo celos de la arena y del viento” en la que muestra celos imaginarios a guitarra acústica y voz por aquellos labios que en algún momento todos hemos acabado echando de menos.
Si decía que Johnny sabe jugar como pocos con las reminiscencias sonoras de los 90 y actuales el claro ejemplo es la base de “Espada y rosa”, un juego rock y aires más urbanos de inmenso brillo porque duele y enamora mientras nos explota un estribillo desgarrado, formato que sigue en “Amor de carretera” en otro cántico duro amoroso para ofrecer toda su crudeza en un estribillo que coquetea con el postrock. Y claro, ensimismados en letras que arrasan con todo el amor qué mejor que encontrar “Duele a morir”, que es un dolor musical maravilloso, modernizado y lento para dejar las cosas claras de un disco descaradamente desnudo.
Johnny Garso completa así un trabajo tan humilde, claro y sincero en el desamor que prenden una mecha en forma de canciones de las que justamente acabamos enamorados.