Que un músico de una banda se distancie de la manera en que lo hace Víctor Fraile en su primer disco en solitario es digno de agradecer. El guitarrista de Whisky Caravan muestra se aleja del rock de su grupo para ofrecer una vena mucho más intimista, de tono acústico y poesía musical para convencer y gustar sobremanera.
«Diarios de un instante» es el título de un disco al desnudo en el que Víctor maneja los tiempos con una bonita voz, edulcorando melodías y un dibujo acústico que sienta estupendamente a unas canciones que tocan el corazón, siendo uno de los grandes regalos musicales del año que ha comenzado.
Podríamos hablar de doce poemas llenos de sinceridad, dejando ver su cara más íntima y personal. Todo suena muy bien, una producción cuidada, elaboradas melodías con Víctor a la guitarra y voz pero donde encontramos instrumentación variada y bien elegida según qué tema, con hammonds, panderetas, mellotron y otros elementos que complementan un trabajo de mucho gusto.
Es un álbum relajado, pero también con esa esencia de rock clásico que nos deja ver la apertura con armónica incluida en la genial «Esta ciudad» Se convierte en «El protagonista» desde los primeros acordes de la preciosidad de un tema acústico con su bella voz liderando la función, recordándome en esa pasión que Leo Jiménez aportaba a sus baladas en Saratoga (olvidando sus agudos, claro). Romanticismo bien arreglado al que da continuidad un corte más latino como «Hay niños que saben matar» con el desamor por bandera.
El piano preciosista y de regusto medievo en sus acordes iniciales tenemos «Son de luna» donde Víctor demuestra su pasión musical llena de honestidad, para arreglar un tema de palmas y aires flamencos.
Unas notas de piano nos devuelven al pop de autor que tan bien maneja en «Telón de acero» para hablarnos de errores. Vuelve a enriquecer el álbum con sección de vientos en una dulce «Mil espinas», rompiendo nuevamente con una especie de vals en «Aurora» para con arpegios regalar otra bonita balada llamada «El tiempo fuera de lugar» junto a Natalia Tizslow.
Es así como, dejando por descubrir algún que otro tema más, Víctor Fraile ha querido sorprender con un disco tan íntimo y personal como humilde y notable. Un soplo de aire fresco, sabiendo alejarse por completo lo que ya hace en Whisky Caravan e invitarnos a un mundo romántico, apacible y en el que resguardarnos.
