ANGEL STANICH
30/01/2016
Auditorio U3M, Leganés, Madrid
Fotos: Carlos García
Lisérgico y diferente, así es el señor ÁNGEL STANICH una especie de rara avis del rock que ha conmocionado a propios y extraños con su actitud y propuesta musical, esa que ha conseguido afianzar un nombre en una trayectoria tan rápida como corta, pero que sirve para auparle como referencia de festivales y esencia distinta que conecta con muchos.
Llama la atención ese “camino ácido” que sirve de gran promesa en firme en la que sobre el escenario viene a ser un coyote con hambre de rock, de movimiento, de esencia y de humor, ese que destila sobre las tablas hacia sus seguidores pero que hay que tomarse muy en serio en lo musical.
Eso es ÁNGEL STANICH cultura musical de personalidad arrolladora y diferente, de rock de envergadura, clasicismo, estilo en lo visual, música que entra, que se pega, que respira blues y rock, que tira por derroteros de mala leche y que comulga con un público cada vez más mayoritario ávido de buen rock, de esencia y cultura musical.
Así y tras convertirse en referencia de festivales indie, curioso, cuando se sale de toda etiqueta parecida, se mete en algo que veníamos reclamando, una gira de salas, de la que apuntamos el su fecha en el Auditorio de Leganés, un sitio particular por lo grande de su disposición y escenario, pero que Stanich supo manejar y reventar en cuanto a público.
Es de esos conciertos que saben conectar rápidamente, con un auditorio lleno, sentado, particular para un bolo como lo que ofrece Stanich con su “Amanecer caníbal” recibiendo los primeros aplausos. Esa voz tan diferente y llamativa, esa que entra en tu cabeza y cuerpo y te mordisquea con lentitud y rabia contenida, que respira estilo de acordes lentos “Miss trueno” de estilo sureño manejados con los coros del público.
Stanich es genio y figura entre canciones, se alarga en presentaciones a veces y disfrutamos con ello, sacando las risas como si fuera un humorista, pero es músico ante todo, solo que él sabe conectar y presentar de manera variada sus canciones.
Buen maestro de ceremonias presentando un invitado, «el único, porque no va a venir nadie más” Jave de Idealipsticks dando color para caminar hacia “El Cruce” estilo fronterizo que maneja en tiempos como un maestro. Parece una peli de Tarantino, cuyos Odiosos Ocho tendría referencia, o la elegancia y gancho de su “Camino ácido” que respira rock y fuerza in crescendo magistral.
Como de una peli del oeste nuevamente en “La noche del Coyote” ese que dice llamarse Stanich y que vuelve a buscar un momento más sosegado antes de presentar con su estilo ácido y gracioso “Hey hey” de Neil Young, porque tiene de todo y para todos, al igual que “Hardy gardy” de Donovan, pidiendo el “auxilio” del público para un estribillo “enrevesado” que no, pero cuya gracia está en eso mismo, la magia “stanichista” de su gracia inquebrantable.
Movimiento y energía de una banda que se maneja tan bien en festis como en auditorios, con espacio gigantesco para ellos según el propio Stanich pero cuyo espacio “cerrado” es manejado para hacer deporte de piernas y reventar cabezas a ritmo de palmas en “Mezcalito” al unísono todo el recinto, y un final apoteósico con “El río” cuyo estribillo sería manejado por el respetable en una unión mágica. Todo ello antes de entrar en ese cierre que es un “tiro” como «Metralleta Joe», locura sin control en las gradas y sobre el escenario para acabar en puro éxtasis.
La fuerza después de 2 horas musicales seguía intacta, con la banda envuelta en ese rollo lisérgico que supone su amigo Joe, sumándose Jave de Idealipsticks nuevamente, quien no quería perder la comba que ofrece un final de esos de un auditorio en pie gritando “crack”, “figura” y muchas cosas más.
ÁNGEL STANICH es ya patrimonio musical, rápido y deslumbrante, en una nueva demostración de ese genio y figura que lleva dentro.
Miguel Rivera