DINERO
05-11-2015
Costello Club, Madrid
A estas alturas, celebrar los diez años de un local nocturno es algo digno de mención y, ante todo, de celebración. Brindamos por ello y por esa década en la que un mito ya de la noche nocturna madrileña como Costello celebra su décimo aniversario con un ciclo de conciertos a la altura de las circunstancias.
No todos los días se puede decir que llevas tanto tiempo abierto en la capital, donde las trabas políticas y administrativas junto a otras coyunturas te llevan a cerrar al poco de abrir, si es que lo consigues. Más aun si tu parroquia milita con el rock y sucedáneos que no suelen ser, lamentablemente, el plato de gusto de los de arriba.
A pesar de todo ello y afortunadamente para nosotros, el Costello ha sabido capear los temporales, crisis incluída, y seguir demostrando sus ganas y la creencia en lo que ha venido haciendo en todo ese tiempo. Tanto es así como el buen gusto a la hora de recuperar viejas bandas que han pasado por su pequeña caverna musical, que su ciclo de aniversario cuenta con un elenco fabuloso de conciertos.
Entre ellos se encuentra DINERO banda que ha crecido al amparo del mítico local y que por tanto, no podía faltar en una cita tan importante. Sabedores de ello y de su buen nombre sobre las tablas, la banda conseguía colgar días antes el cartel de sold out, algo de lo que nos alegramos desde nuestro staff, habiéndoles seguido desde sus comienzos para ver su crecimiento merecido por otro lado, en todo este tiempo.
Sean, Obe y Ekain son la trilogía galáctica de la música, un torbellino, uno nuevo bien acoplado y el puño de un diós nórdico unidos por un mismo sentir, la música, la jodida música, la que les mantiene vivos y hacen que tiren para adelante cada día, y que en sus conciertos hagan vibrar hasta el ladrillo del Costello con las mismas ganas siempre.
Sala llena y la fuerza de siempre, con un renovado recinto que hace sonar mejor temas como «Nada» y «Purasangres» haciendo estallar la «Dinamita» ante su público más fiel, el entregado que agota en poco tiempo las entradas, el que levanta los tercios de cerveza en alto mientras vuelan gotas cerveceras a ritmo y golpe de «Lo mismo» o «Vaya panorama» puro rock festivo, en el que sudan y hacen sudar, con calor pero con ganas.
Momentos especiales que recuperan volviendo a tocar «Tal vez» que llevaba, lamentablemente en el banquillo mucho tiempo y que todo el mundo se sabe. Es majestuoso oir temas como «Trastorno bipolar» o «Duelo de titanes», esos semidioses en forma de trío que, sobre un escenario tan pequeño se crecen y mueven sin importar el espacio, y si se hace canijo Sean tiene la solución, bajar a tocar y a sudarlo con el público.
«Saboreal» supura rock con los flashes de las cámaras rindiéndole tributo, al igual que en su parte final, subiéndose a la barra, bebiendo cerveza, todo es poco cuando un «Efecto granada» hace «estallar» el recinto. «Cómo, cuándo, quién» y «Enérgico, mágico, eléctrico» consiguen meter más aun en vereda a su gente, los cánticos se fusionan con el rock de la banda esperando ese final a modo de resurrección en el cansancio: «En invierno» y «El momento perfecto».
Es ese momento, el final, en el que siempre queda la misma sensación, la de casi hora y media de rock vivo, bailable y enérgico, mágico y eléctrico. Todo salía bien, una vez más, y solo queda esperar escuchar nuevos temas que ya entran a grabar. Larga vida al rock, larga vida a DINERO.
Miguel Rivera