26/04/2022 La Riviera, Madrid
Que las bandas internacionales recaigan nuevamente en nuestro país tras tantos meses de espacios cerrados y el silencio musical de fuera, es el mejor síntoma de la recuperación de la escena del directo a todos los niveles.
El grupo inglés Nothing But Thieves es unas de las formaciones que más rápido ha ido sumando adeptos a su cuidada música, y había ganas de ellos desde que hace no mucho se anunciara su visita a España. Recuerdo perfectamente el buen poso que nos dejó su última actuación en Madrid a finales del 2018. Un año y poco después llegaría la pandemia y con ella mediante, un nuevo trabajo de la joven banda «Moral panic» con el que no solo afianzaban su estatus, también aplausos y nuevos oyentes a un rock alternativo tan cuidado como pegadizo, en el que viene a ser un conjunto bien equilibrado de temas rockeros y modernos con medios tiempos que asombran y romantizan a cualquiera.
Cuando se cumplen diez años de carrera, el grupo se encuentra en un gran momento, con un set que en directo ha sumado enteros gracias a su «Moral panic», todo un ejercicio alternativo como montaña rusa de emociones e historias con las que identificarnos, aunque sea en inglés.
Con tres discos a la espalda, la banda volvía subiendo un escalón, de la Ochoymedio de su última visita a La Riviera madrileña, primer concierto en tres años en esa sala para quien escribe estas líneas.
Aunque de Reino Unido, la formación no cumpliría con la máxima de la puntualidad inglesa y saldría a escena veinte minutos más tarde de lo marcado (malditas esperas innecesarias) para, con una sala con más de la mitad de su aforo vendido, hacer acto los primeros gritos de presencia a la par que sus músicos, comandados por el joven Conor Mason, una de las voces más atractivas del rock moderno actual.
«Futureproof» arrancaba el espectáculo basado como nunca en sus canciones, porque la banda dejaba de lado cualquier adorno o gran producción para fijar el foco en ellos y su música. Pronto íbamos con uno de los temas más emocionantes «Real love song» primer corte con el que las voces del respetable se aunaban con las de Mason y los móviles mostraban un ambiente de luces azules.
«I was just a kid» y «Soda» funcionaban como un tiro entre el respetable, en una función en la que los de Essex se manejan a la perfección, poses y buen hacer instrumental de su guitarrista Joe Langridge, que con esa melena y aspecto grunge, da el toque noventero a un grupo donde la voz de Mason sirve de cobijo en canciones de intimismo y dulzura como «Sorry», unas de las canciones del repertorio que, junto a su hit rockero «Amsterdam», más aplausos y voces recopiló.
Sin juegos con el público, quizás el único pero por no ser más cercanos en vivo en ese sentido, la banda iba con un piloto automático que ya quisieran muchos, apoyándose en un repertorio en el que todo funciona, una montaña rusa como «Phobia», el músculo guitarrero de «I was just a kid», a la calma dulcificada por Mason en «Particles» a guitarra y voz, junto a lo acústico de «Your blood».
Con el público entregadísimo, en una noche en la que el tiempo de perros era protagonista, pasamos a sus directrices más Muse en «Is everybody crazy?» que a tenor de su audiencia parecía haberse tomado al pie de la letra su título.
Y así, llegábamos al bis con regreso bajo los falsetes de Conor en «I’m not made by design» con cierto aire The Darkness para sorprender cerrando con un lento «Impossible», dejando clara la versatilidad y talento de su frontman y la capacidad de un repertorio que deja en lo alto una sala con ritmos cálidos, no aptos para cualquier banda.
Podría ahogarme en alguien como tú, podría sumergirme tan profundo que nunca saldría… El corazoncito de #NothingButThieves en Madrid @LiveNationES @NBThieves pic.twitter.com/3wjxnHl7AF
— RockTotal (@RockTotalweb) April 26, 2022
Los ingleses volvían a gustar en Madrid en un directo del que poco contar y mucho que disfrutar, porque sin ningún artificio ellos solos, con su música, conseguían cuajar una hora y media de vaivenes emocionales y vibrantes.
Texto: Miguel Rivera
Fotos: Arturo de Lucas