27/05/2024
WiZink Center, Madrid
No hay duda que Thirty Seconds To Mars levanta casi tanta expectación y fanatismo como detractores en torno a su propuesta en directo, pero de lo que no cabe duda es que Jared Leto es un visionario, cuidadoso y talentoso artista en todo lo que hace.
Siendo uno de los actores más aplaudidos de la escena cinematográfica norteamericana, su proyecto musical es como ese regalo que él mismo se da cuando considera, sin tiempos ni presión alguna para darle salida y regreso cuando gusta.
Es tanto así que Jared Leto, ahora solo junto a su hermano Shannon Leto, se tomó nada menos que cinco años para editar nuevo disco «It’s The End Of The World But It’s A Beautiful Day» (septiembre de 2023), excusa perfecta para montar de nuevo el «circo» que corresponde a un grupo de estas características.
Un título que bien refleja estos últimos años locos, complicados y que aprovechó para componer. El número musical nuevamente se veía acompañado de una promoción propia del cine, llevando esa «actuación» al formato musical, siendo el primer tipo en subirse escalando el Empire State de Nueva York en el que interpretó «Seasons» convirtiéndose en una especie de King Kong del rock.
Así y con todo nos volvíamos a ver con él en España con una gira que como era de esperar, traía todo el espectáculo que les conocemos, para bien y para mal, porque ante todo si levantan críticas es porque ese espectáculo es entendido por sus fieles seguidores pero muchas veces extraño para quien espera un concierto de rock como tal.
Thirty Seconds To Mars vienen de otro espacio tiempo, ahora mucho ms electrónico donde realmente la música pasa a una especie de segundo plano para adornarlo todo de juegos con el público y mucho fuego artificial en el que perderse en lo visual, escondiendo por momentos lo musical, pero hay que decir que en gran parte funciona.
El WiZink Center volvía a ser su epicentro en Madrid, tras una útima visita a la capital en 2018, y lo hacía con una aforo menor, con la grada alta y superior central tapadas con lonas, algo que ya se podía adivinar en los alrededores del pabellón, muy tranquilos con respecto a lo habitual en estas ocasiones.
Pasados unos minutos de las nueve de la noche, la música enlaada de «Avalanche» sonaba ante el griterío del respetable cuando en las pantallas Jared Leto y Shannon Leto se dejaban ver seguidos por una cámara en su camino por los pasillos del recinto, todo ante una cuenta atrás de voz robótica en pantalla con el contador en 99 que llegaría hasta el 30 haciendo honor a su nombre.
La vestimenta de Jared Leto con capa y la forma de entrada recordaba al Pressing Catch de los 90, mientras que el griterío se dejaba notar con «Up in the air», el primer golpe en la mesa con un gran sonido que iba a acompañar la velada. Comenzaba así el espectáculo de los hermanos Leto, que iban a hacer lo que mejor saben, jugar con el público.
«Kings and queens» o la épica de «Walk on water» servían para de entrada dejarse notar y dejar quererse ante su público, correteando de un lado a otro y aprovechando una pasarela cual modelo musical, porque este tipo es actor, modelo, cantante e incluso vampiro cuando lo requiere el cine. Un showman que sabe hacer las delicias de sus fans, cuando levanta la mano y alza el puño al cielo todos le siguen, amén de temas bañados en épica emocional como «Rescue me», donde subía a unos elegidos que iban a llevarse el mejor recuerdo posible.
El momento de unos seguidores en el #RescueMe ahora de #ThirtySecondsToMars en WiZink Center no se les olvidará #Madrid #JaredLeto pic.twitter.com/x05dwWcylQ
— RockTotal (@RockTotalweb) May 27, 2024
Quien va a un concierto de Thirty Seconds To Mars sin conocer muy bien cómo es, puede quedar atrapado en lo visual por el juego que ofrecen pero también decepcionado, porque si hay algo que hace Jared Leto es jugar con su público y, claro, sus fans quieren entrar en eso. Interactúan como pocos grupos lo hacen, tanto que son muchas las veces que Jared para varias veces las canciones, rompiendo por momentos la magia como en el apartado acústico con «Never not love you» o «From yesterday», que tocadas sin interrupciones crearían un momento más especial.
Jared da tanto protagonismo a sus enfervorecidos fans que por momentos te desenganchas o pierdes un poco los nervios por no completar del tirón una canción. Los fuegos y el confeti juegan su papel, ese en el que el actor y cantante sigue las directrices conocidas, cantar y hacer cantar, gritar y hacer gritar, agacharse y hacer saltar, pedir coros y recibirlos, y así infinidad de veces, y en temas como «Life is beautiful» o «This is war» la cosa funciona, pero en cortes tan apetecibles como «City of angels» o «A beaufitul lie» se echan en falta menos interrupciones.
A ritmo de «gracias» y lo bonito que es nuestro país, los globos hacían acto de aparición igual que comenzaba a ataviarse con vestimenta española, camiseta de la selección y una bandera con la que jugaría cual alabardero en «A beautiful lie» o una estupenda «Seasons», que tocada en la pasarela a voz y batería electrónica se muestra bailable y bella.
Jared es de lo que no paran quietos en su actuación y con el que seguimos preguntándonos el secreto de la eterna juventud, porque sigue pareciendo un chaval musculado y eterno, quien por cierto conjugará en 2025 ciencia ficción y chupasangres con nueva película de Blade y Tron: Ares.
Y así, entre fuegos, banderas, confeti, globos, imágenes en vídeo y mucho canturrear con el público, llegaba la recta final con «Stuck», ese nuevo tema poderosamente machacón y electrónico que en directo es de lo que mejor funciona, amén de un «The kill (Bury me»)» emocionante, recordando su mejor etapa y para el que se bajaba al foso a cantar subido a una valla de seguridad con su público. Y así, con «Closer to the edge» y un montón de fans subidos al escenario, dar punto y final por lo alto a su fiesta «marciana» como ya le conocimos en su última gira.
Una noche cálida fuera y heladora dentro del WiZink, y no por el grupo más bien por el aire acondicionado a todo meter, en un directo con un set list bien repartido, una puesta en escena sencilla y efectiva y que cae en los mismos errores o aciertos que siempre, pero cuyo circo musical sigue resultando entretenido.
Texto y fotos: Miguel Rivera