DANIEL BERNABÉ

El escritor madrileño Daniel Bernabé es de esas mentes talentosas a las que seguir tanto en papel como en digital, y es que con su nuevo libro «Todo empieza en septiembre» (Planeta) deja patenta una vez más su calidad estilística y tino a la hora de tocar temas políticos y males de la sociedad, en este caso también la precariedad periodística que nos toca vivir y los reveses que nos rodean en la vida personal.

Bernabé, que escribe artículos semanales para Infolibre y es colaborador de otros medios, tiene facilidad y un criterio notable a la hora de abordar el análisis político y la crónica social. La reciente presentación de su libro en el Bastardo Hostel de Madrid, donde contó también con el músico de Vetusta Morla, Guille Galván y la periodista Eva Baroja, nos sirvió para juntarnos con él minutos antes y usar su libro como base para recorrer temas políticos y generacionales.

Profundizamos sobre la precariedad actual en la que la palabra «estabilidad» nos define muy bien a la hora de distinguirnos de nuestros padres, donde abordamos también las nuevas tecnologías que acechan al periodismo y el saber usarlas para bien, o del distanciamiento de los jóvenes con la política puntualizando que «nosotros ya teníamos menor conciencia que nuestros padres».

Acercamos posturas en torno al manoseo de la palabra libertad y de cómo el amor a día de hoy es más individualista en donde las relaciones son verdaderamente efímeras en las que asoma la palabra egoísmo.

Mucho que contar, analizar y pararnos a reflexionar en este nuevo reportaje de ‘Rostros‘.

© Arturo de Lucas / RockTotal

Verdaderamente, ¿’Todo empieza en septiembre’?

Los hitos en fechas suelen ser arbitriariedades, pero necesitamos de eso, de los momentos que nos valgan para hacer borrón y cuenta nueva, que nos sirvan para iniciar. En este caso es un libro de finales e inicios, justo a la inversa de lo que suelen ser las historias. La novela comienza con el final de una vida, alguien a quien le ha fallado la relación que tenía, no encuentra su sitio en el trabajo y más allá en el mundo, y está en un momento a la deriva.

Es algo así como no ya tener problemas, más bien acabar sin saber cómo resolverlos, y como dice algún pasaje «caminaba dejándose llevar por los pasos», pero sucede algo que hace que el protagonista tenga su momento de inicio, uno en el que todos los que pasamos por esta situación tenemos que tener.

Me gustaba la idea en la que el personaje acabara la novela muy diferente a cómo la empieza, y esa sensación de impulso, coger algo que está parado y darle inercia.

El protagonista, cercano a los 40, vive una situación particular y si hablamos de crisis creo que ya ha saltado por diversas generaciones sin importar tanto una edad concreta. ¿Vamos a peor en la búsqueda de la estabilidad?

Esa es muy buena palabra, la has elegido muy bien: «estabilidad». De vez en cuando hay debates sobre quién vive mejor, si nuestros padres o nosotros. Es un concepto raro, quién decide quién vive mejor cuando depende de diversas variables, pero la estabilidad no, eso es muy constatable y ahí vemos que hemos ido a peor, eso es muy claro.

¿A peor en qué? Pues sin duda a peores condiciones materiales de trabajo, desde que el neoliberalismo empezó a carburar en el mundo, cuando decimos esto de que la brecha entre ricos y pobres se ha hecho más grande, lo que estamos queriendo decir es que los que no regimos nuestra vida por el índice de beneficios somos incapaces de planificar, y eso es muy jodido. Somos incapaces de planificar nuestra vida más allá de seis meses, y claro, en un momento dado todo el mundo necesita hacerlo.

Ya hay varias generaciones a la que esto les ha tocado. Cuando nosotros teníamos veintitantos, llega la gran recesión y todas sus consecuencias del 2008 al 2014, y ese momento es cuando en esa edad aterrizas, empiezas a buscar y planificar, y lo que hacíamos nosotros era sacar la cabeza del agua y sobrevivir, esta es la situación que quería identificar en el protagonista, en Jaime, porque cuando hablamos de una novela generacional no es tanto lo que nos ha ocurrido a ti y a mi en concreto, y es que me estoy encontrando con cantidad de gente que me está diciendo «esto yo lo he vivido».

Daniel Bernabé
© Arturo de Lucas / RockTotal

Hablabas del neoliberalismo, es fácil venderlo porque cala bien.

Hay muchas cosas que contar aquí pero por intentar resumir. El neoliberalismo es una restauración reaccionaria, es volver al siglo XIX, a las mismas diferencias, privilegios de clase y misma forma de que la sociedad fuera manejada por cuatro. ¿Y contra qué iba esa restauración? Pues el periodo de posguerra, que va de los años 40 a los años 80, donde se llega al consenso, los acuerdos del estado de bienestar donde en las sociedades capitalistas existe algo más de la distribución de la riqueza y donde la democracia va unida a esa serie de derechos laborales y económicos.

Cuando esto empieza a funcionar, necesita de unas seducciones para que sea permitido por la mayoría de la gente, porque si su programa fuera puesto en claro, a no ser que seas sociópata que nadie lo querría, ocurre que esas seducciones con el paso de las décadas se van haciendo más elaboradas.

Ahora el neoliberalismo en lo económico está pasando su peor momento, es más, no se puede notificar su defunción pero no está lejos, sin embargo, está más fuerte que nunca en el ámbito cultural, de lo hegemónico, que es cuando las ideas no es que sean superiores a otras en sociedad, pero son percibidas como política. La gente ya asume que las cosas son así porque tienen que ser así, no ven que es una opción totalmente arbitraria ni sabe, y esto es lo peor de todo, en el caso de mucha gente joven, que ha habido otro mundo antes que este. Mucha gente no conoce el concepto de sindicato, el concepto de huelga ni de democracia económica.

Estas seducciones apelan a lo individual, y la gente piensa que la libertad, las posibilidades de llegar a donde quieren van a depender de ellos mismos y ahí enlaza precisamente con eso. En el libro, Jaime está en el lado opuesto a esa situación porque toda su vida ha estado enfrentándose.

Hay futurofobia al haber poca estabilidad, ¿crees que hay más miedo al futuro?

Sin duda que lo hay, por eso en algunos momentos parece que la nostalgia arrasa con nosotros. Todos recordamos los sitios en los que hemos sido felices y normalmente se asocian a cuando eres niño. Jaime no es que tenga miedo al futuro, pero ha perdido las ganas por ese futuro.

Hay un momento en la novela en donde tiene que ir al banco porque no tiene dinero para pagar la letra, le echan la bronca con el miedo a embargarle y justo ese día tiene un email anónimo con una foto de cinco personajes muy poderosos, en donde se indica que de alguna manera quieren boicotear las próximas elecciones generales. Este momento es el que le pone en marcha para enfrentar una situación que considera de extremo peligro. Es ahí donde realmente ya no es que no tenga miedo al futuro, es que no le queda otra que encararlo. La definición de héroe clásico es esa, independientemente del destino que te aguarde debes encararlo y enfrentarte a él.

Los periodistas somos más precarios ahora. Con nuevas tecnologías como el Chat GPT y otras variantes, ¿el oficio tendrá que adaptarse?

Los periodistas sin duda están machacados. Y la sensación que tenemos es que hemos llegado tarde a la fiesta. Aquí había un oficio apasionante, pero la profesión va declinando por hipotecas propias, acercarse demasiado al poder…. cuando los medios no tienen esa independencia se acaban pudiendo dominar por otro lado, pero también tenemos la culpa directamente nosotros.

El periodismo y las profesiones comunicativas en muchos aspectos son de las peores sindicadas, la gente no accede a un sindicato y por eso los obreros metalúrgicos tienen mejores condiciones que nosotros. Nos queda el nombre y el prestigio pero nada de las condiciones del pasado, ahora en ese sentido el periodismo es más necesario que nunca, especialmente para combatir esta epidemia de mentiras.

Sobre lo digital que comentabas, un breve apunte, es verdad, es acojonante y lo estamos viendo todos sin saber dónde va a llegar esto, pero al final la tecnología siempre tiene un algo que subyace lo ideológico y dependiendo de cómo se utilice puede destruir empleos o transformarlos. Creo que debemos tirar hacia un periodismo de la calidad y la creatividad, que es donde considero siempre podremos ganar a la máquina.

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© Arturo de Lucas / RockTotal

En el libro se habla también de una relación rota, creo que nos hemos vuelto más individualistas, con parejas que rompen con facilidad y son más efímeras.

Sí, yo tengo esa sensación y me llena de mucha tristeza. Es verdad y hay que ser razonables con ello, gran parte del concepto de familia se basaba muchas veces en que la mujer tenía que aguantar carros y carretas y eso es así. Eso era muy injusto, no podemos negar que se basaba en esta opresión clara hacia las mujeres, pero me da a mí que eso se ha sustituido por otra situación que es igualmente mala, que todos acabamos comportándonos como si fuéramos jefes de personal con respecto a los otros, y cuando no nos valen, cuando no nos dan beneficios los despedimos. Y claro, así no se puede construir una vida, porque consiste en vivir momentos buenos y otros malos, y si a las primeras de cambio dejamos tirada a la persona que tenemos al lado porque no acabamos «de», pues la vida desde luego va a ser más triste y vacía.

Hay momentos en los que piensas en nuestros padres, que también tuvieron que luchar mucho, pero yo ya nunca voy a poder tener una relación tan duradera como la suya porque me voy a morir antes. Hay algo que siempre echo de menos que es la complicidad, el mirar casi a una persona y saber lo que está pensando, eso me parece verdaderamente bonito y yo por desgracia no lo he conseguido, y eso está presente en la novela en la relación de Jaime e Irene, creo que es algo que aporta un toque dulce.

Hay más desapego hacia la política y hay una menor conciencia de clase de la gente más joven ahora.

Sin duda, pero nosotros ya teníamos menor conciencia que nuestros padres. Hay veces que cuando las cosas no se aprenden, no forman parte de nuestra tradición, si las cosas desaparecen del ámbito de nuestro presente nadie se interesa por ello. Cuando la gente normal se permite rehuir de la política es que no se está dando cuenta de lo que está rehuyendo es de su capacidad de ordenar esta sociedad. Cuando la gente tuvo más fuerza en Europa es cuando la política formaba parte de la gente.

¿Crees que se sigue leyendo o simplemente se «consume«?

Es la tiranía del fraccionamiento. Leemos más que nunca, nunca se ha leído tanto como ahora, pero leemos fragmentos, pildoritas inconexas en realidad que además no nos dan la capacidad de articular un pensamiento global que explique las cosas. Yo tengo la sensación que la gente de hace unas décadas, aun teniendo menos formación teórica que nosotros, comprendía mejor el mundo en el que vivía. Quizás era más pausado, más estable y más sencillo pero tenían una visión más acertada, y ahora es muy difícil que la gente pese a estar todo el día conectada está más desconectada del mundo en el que vive; es una situación complicada.

Estamos abocados a darnos golpes, en 2008 con la crisis, ahora inflación, guerra y crisis bancaria creando nueva incertidumbre. Parece que no levantamos cabeza.

Sí, todo esto crea incertidumbre. Al final la cuestión es que no cambiamos las condiciones de cómo funciona esto. En la pasada crisis hubo que rescatar a la gran banca, no solamente en España, en gran parte del mundo occidental y se les rescató para que pasaran a las mismas manos privadas. Las crisis no son casuales, el Silicon Valley Bank se hunde porque estaba teniendo el precio del dinero muy barato, moviendo el dinero público de una ventanilla a otra y con eso le daban un 2%, eso es ganar mucha pasta de nada. Y con ese dinero lo estaba invirtiendo en tecnología especulativa y todo este tipo de mierdas.

Este tipo de cosas en algunos momentos tienen grandes tasas de beneficio pero te lo estás jugando todo. La cuestión es si los rescatamos, ¿para qué lo hacemos?. Estamos nacionalizando de facto los bancos y cuando lo hicimos no conllevó algo para mejorar la vida de la gente con créditos accesibles, condiciones inmobiliarias favorables y este tipo de cuestiones. La banca antes se dividía en ahorro y otra de inversión, una la de la gente y empresas pequeñas y otra para que los ricos jueguen al casino; si quieren háganlo pero ni un puto euro público porque hay que proteger a la otra banca, ese es básicamente el asunto.

Daniel Bernabé
© Arturo de Lucas / RockTotal

¿Y cómo tragamos con eso como sociedad, con bancos ganando mucho y el currito sin llegar a fin de mes?

Pues con mucha inquietud, sin duda. En la novela hay un momento en el que Jaime se enfrenta a cierto tipo de gente, unos poderes que creen que pueden funcionar al margen de los términos democráticos de la sociedad, esa gente que considera puede imponer a los demás la forma que tiene de hacer las cosas. Este tipo de situación es la que se propicia cuando se da el sueño cívico, cuando por mucho tiempo la gente no ha participado en política, cuando creemos que las cosas están bien como están o lo parecen y no hace falta que te preocupes de lo general. Hay consecuencias, una relación directa del auge de la ultraderecha y los problemas generados por la economía, ya desde la pasada crisis, y la incertidumbre hacen que estos partidos vuelvan a despuntar en Europa como no lo habían hecho desde los años 30 del siglo pasado.

Una nueva crisis sería un asunto muy complicado pero también una oportunidad para ver si somos capaces de cambiar las reglas de cómo funciona esto.

La palabra libertad se está manoseando.

Sin duda, se está tomando muy a la ligera. Cuando hablamos de libertad todos tenemos un poco en la cabeza algo parecido que pasaba en los sesenta, gente que quería vivir una vida diferente, un sitio en el mundo, con ese concepto de libertad que ha sido manejado muy hábilmente ahora por gente que lo que pretende es que sólo unos pocos tengan libertad, la libertad de la gente que tiene dinero. Eso propiciaba una serie de individuos que decían que venían a gestionar sin ideología y ahora, lo que ha conllevado es que gente como Ayuso diga literalmente por whats app a sus diputados en la Asamblea de Madrid: «la izquierda está muerta, matadlos».

Es muy jodido que alguien con una responsabilidad política se maneje en esos términos, ellos se han radicalizado mucho y lo que habrá que decidir es si queremos una sociedad más estable, más equitativa y donde la libertad sea para todos o creer que tenemos libertad pero únicamente para algunos.

Para terminar ¿cuánto poder tienen los grupos mediáticos a día de hoy?

Tienen un gran poder pero no soy partidario de elevar esto a asunto de conspiración. Hay un momento en el libro que se marca un punto entre la conspiración y la conspiranoia. Los medios han tenido una gran importancia en la configuración de los sentidos comunes de la sociedad, aquello que aceptamos como mejor. Sufren una desligitimación por no hacerlo bien y compadrear demasiado con los poderes.

La gente que ataca a los medios de comunicación acaba haciéndolo al periodismo, y es ahí cuando aparecen determinado monstruos que son los que el protagonista de la novela tiene que enfrentar. Esos monstruos indican que tiene más importancia respecto a temas de gran calado en nuestra sociedad lo que diga un tipo en YouTube desde su habitación que un reportaje bien elaborado desde los medios de comunicación, y ahí sí que tenemos un problema.

Los medios cuando no hacen bien su trabajo lo que están haciendo es convertir la política del susurro en sentido común, y aquellas ideas que juegan en perjuicio de la mayoría acaban transformadas en lo que todos creemos que es lo normal, pero esto no significa que tengamos que dejar de lado el periodismo, el concepto de que se puede saber lo cierto y caer en este ámbito donde nos dejamos llevar por la persecución de las nuevas brujas, esta es la gran cuestión a enfrentar en los años que vienen.

Entrevista: Miguel Rivera

Fotografías: Arturo de Lucas

Localización: Bastardo Hostel