DESAKATO + ORIGEN
16-10-2015
Sala Penélope, Madrid
Justo un año después de su última visita en el mismo lugar, DESAKATO repetía ritual y lo hacía con las mismas premisas, la de una de las mejores bandas del rock actual. Pocos son los grupos capaces de conseguir lo que está logrando en los últimos tiempos la banda asturiana.
Capaces de llenar recintos como la Sala Penélope con el mismo estado de gracia año tras año, con una legión de fieles que cada día es mayor, ofreciendo un completo repertorio en cada directo y sonando bestiales en una presencia abrumadora, muy del estilo de bandas americanas de rock duro y con una entrega y conexión con su público que es total.
Llama la atención la cantidad de público que mueven, y mucho femenino, por cierto, en un rango musical contundente y atractivo, donde la gaita asturiana y los guiños a su tierra son constantes. Son no solo capaces de todo eso, si no de sumar a su cartel siempre compatriotas emergentes de sin duda mucha calidad. Si el año pasado fue el punk melódico de Misiva, una de las grandes bandas del género a día de hoy, este año tocaba turno para los jóvenes ORIGEN que siguen el camino marcado por los propios Desakato y que en su último disco “Estados”, dejan ver banda de futuro.
Así y con todo, con algo de retraso sobre la hora marcada ORIGEN salía a dar buena cuenta de su buen gusto musical, un trío con mucha garra, para quien reclamamos mucha atención, especialmente para los que prefieren hacer tiempo fuera de sala con “Litro” en mano, y es que para su parte final ya contarían con todo el respetable pero lo que rato antes veríamos sería una muy interesante muestra de quien tiene mucho que decir en el rock.
Buena presencia, muy medida para ofrecer un rock de músculo como el que manejan en “Doble o Nada” con un buen trabajo vocal de Miguel Nicolás, la velocidad y garra melódica que escupen en “Extinción” muy del estilo de sus compañeros Desakato con quien comparten mucho gusto, levantando a los más atrevidos en primera fila con cortes como “Eppur si muove” con ese deje intenso que promueven en el filo de guitarras de “La deriva” agresividad y estribillo coral a dos voces.
Se manejan bien, saben posar entre guitarra y bajo enfrentados e imprimen fuerza dejando buenas sensaciones y sabiendo cerrar en una recta final muy llamativa, justo cuando más gente se encontraba frente a ellos. Una gran versión del “Oreka” de Berri Txarrak y otro cover como “The Wall” sin miedo alguno para rendir aplausos a un buen comienzo de noche para dar entrada a Desakato.
De agradecer es que no pasen casi ni diez minutos entre bandas por ello la espera no fue tal y raudos salían sin dar tiempo a mucho los de Llanera. Muchas ganas había por volver a vibrar con ellos, fiel reflejo era la gran entrada que volvía a tener la Penélope, con gente agolpada en las primeras filas. Una intro para no variar y levantar los primeros brazos ante la tormenta perfecta, esa que como “Héroes” rinden pleitesía banda y público juntos por la potencia inicial de la guerrilla musical.
A base de guitarras contundentes y una presencia de la que pocos grupos pueden hacer gala nos ponían “Contra la pared” con la intensidad vocal de Pablo y la fiera desatada que es Pepo, pura guturalidad y entrega como demuestra en “Ritual” uno de los cortes más directos y brutales sobre el escenario, enganchando golpes y pogos uno tras otros.
Es pura magia escénica ver la ejecución musical de estos hachas y el juego de un dúo vocal tan engrasado, el torbellino de fuerza de Pepo, sus saltos y lucha escénica junto a la entrega de quien se lanza sobre el público y va y viene mientras sus compañeros manejan los tiempos perfectamente.
Nos llevan con un rock curtido a “África” lucha musical y rinden tributo a los suyos y su tierra en “Los mineros” o “El mio Camín” donde tiene esa fusión de metal y gaítas tan particular y personal junto a la brutalidad que desprenden en “Trompetes de Xericó” que es lucha libre rockera. Es un “baile” perfecto de volumen y violencia sonora manejada con soltura en “La ira de los hambrientos” y su “Batalla final”.
No dejan títere con la cabeza y disfrutamos como con pocas bandas algo que se deja notar en la entrega de todo el respetable, alocado público conocedor de las “órdenes” de DESAKATO quienes manejan al público como amigos, pidiendo pogos y corrillos de “leches” donde participa Pablo tocando y bajando al “fango” del suelo, cuando no es Pepo quien sobrevuela los brazos del respetable. Manejado en volandas como ellos nos llevan con cada canción y que enganchan de forma inteligente en una recta final donde todo es móvil en mano y grito en alto.
La maestría de hits como “Panico en Frankfurt” donde suben los grados, sumados ya al calor de la sala, que es coreada por todo el mundo, con la no menos “Cuando salga el sol” donde todos queremos tomar grabaciones con el smartphone en mano jugándonos el tipo entre saltos y golpes.
De esa fuerza pasamos a la velocidad de “La noche” otro de los temas más coreados y la magia intensa que marca Pablo a las voces y guitarra en “Cada vez” siempre uno de los momentos más álgidos de la banda, un punto y aparte en un final apoteósico. La fuerza y genialidad se unen para que la gente tome la palabra, la voz, y todos en alto se unan para ofrecer ese final que todo grupo merece.
“Es un sueño y no quiero morir” dice su canción, pero es pura realidad, la de una banda capaz de seguir creciendo en tiempos extremos, de dificultades arrastrándonos a todos a su homenaje musical que son ellos mismos para crear “La tormenta” perfecta de truenos y rayos musicales, con la que decir un hasta luego, hasta pronto esperemos.
DESAKATO, un año después, visitaba la capital con la misma entrega y el mismo recibimiento que antaño. Siguen comiéndose un escenario que cada vez se les queda más pequeño. Sería grande poder verles en una Joy Eslava, dando cuenta de una presencia majestuosa de quien arrastra, con mucho músculo y dureza sonora, a cada día más gente. En la siguiente, volveremos a estar ahí, y tú, deberías estarlo también.
Miguel Rivera