06/11/2021 – WiZink Center
Y llegó el día, no solo el de Rayden, el de las más de 8000 personas entre las que me encontraba con el reencuentro a los conciertos en el WiZink Center de pie, con mascarillas y con la ilusión de quien no pisaba tal escenario desde el 30 de diciembre de 2019, prepandemia con Leiva llenando dicho pabellón.
Después el «silencio», reestricciones, normas, cancelaciones y todo lo que ha seguido a la cultura en estos meses complicados. El músico de Alcalá de Henares llegaba al que ha ido denominando el «gran concierto de su vida», numerosas circunstancias hacían que fuera así, por ser el primero en WiZink en la nueva normalidad, al 100% y pudiendo estar de pie con mascarillas. Por lo emocional del mismo y significado para el artista, 20 años en la música, nuevo disco este año «Homónimo», un reciente libro «Cantinela» con sus 100 canciones y 99 relatos de vida y música, y por su salto escénico en su querida Madrid.
Con todo eso, en un momento en el que David siente mariposas de muchas maneras posibles, llegaba ese esperado día para todos, no sin complicaciones por el tema de los aforos, que si sentado que si de pie, cambios en pista y reestructuraciones que han sido un pequeño quebradero de cabeza en las últimas semanas para finalmente juntarnos algo más de 8000 almas de pie y en una grada frontal (única en la que se podía beber) repleta para vivir con él sus veinte años musicales.
Casi tres horas de música con momentos emocionantes, otros vibrantes y mucho flow con colaboraciones escogidas para ilusión del respetable, en un concierto cuyo fondo de luces dibujaba la ilusión de sus músicos sobre el escenario, comenzando con «Controversia» pero de la buena, la musical, en un inicio lleno de pulso y energía, «Gargantua» y «No hago rap» que ponía a tono las gargantas del publico.
Un escenario en el que sus músicos se sentían libres y felices, confeti en aire e sonrisas dibujadas en los ojos del respetable y escondidas tras las mascarillas, algo digno de destacar, porque de todo el público al que alcanzaba ver en de pista no llegué a descubrir a ni una sola persona sin ella.
Siguiendo por esas «baldosas amarillas musicales» que ofrecía «`Polvora mojada» entre saltos de un público que iba a más y que se encontraba con la faceta más clásica de Rayden con el rap de «»A tres pasos y medio» tirando de nostalgia musical que nos daba de lleno con una de las partes más emocionantes de su actuación, con la canción a las madres «Mi primera palabra» con el gusto lírica de su frontman, siempre acompañado de manera impecable por el torbellino Mediyama.
Lección de vida, de las que tomar nota «A mi yo de ayer», ese corte que todos nos sabemos y que a voz en alto acompañaba un WiZink center que vivía su momento, a ese yo de ayer de todos mientras llegábamos al ritmazo funk de «Itaboy!»que en vivo es todo un subidón, que se diluiría en el mejor sentido con la primera colaboración, la de Mäbu en «Mi pequeño torbellino», ese llamado Diego con el que se escuchaban los «ooooh» del público, en un corte emocional y vibrante dedicado a su hijo, que de alguna manera ya es nuestro también.
Momento bello en «la mejor sala de España» que lográbamos hacer todos de ese momento algo mágico y de por medio «Don creíque», su ironía política «Habla bajito» o el viaje a «Finisterre» pero sin la mano de Leiva en este caso.
Las emociones y el baile, sí, el baile, que por fin volvíamos a disfrutar en lo físico y mental tras unos meses complicados para todos, pero no hay «Meteorito» que pueda con nosotros y con la música, esa que sentíamos de nuevo como antaño para llegar a una triada de colaboraciones. Primero con un «Comunicado oficial» de lo más extraño, la participación de un Alfred García que fue la nota particular en la noche, una interpretación vocal que aun hoy intento descifrar, en un momento musical que a muchos nos dejó algo desconcertados.
Con la «sorpresa» nos marcábamos un baile diferente con la aparición de Tanxugueiras, y una de las mejores notas de la actuación, la gran voz de Andrés Suarez para ponernos los pelos de punta en «Un solo ser», una de las grandes canciones del repetorio más emocional.
«La comedia del año en Francia» daba frescura como cambio de registro, otra de las que mejor funcionan en vivo, y así nos poníamos el «Antifaz» con un seductor Álvaro de Luna, diciendo que «No hay otro» como Momo, en su faceta más rapera, apuntando alto con Ruth Lorenzo clavándonos «El mismo puñal», en una de las colaboraciones más aplaudidas, como también uno de los momentos, por partida doble, con Bely Basarte.
Rayden y Bely de nuevo sobre el escenario llevándonos a su «Vía de escape» y enamorándonos en ese «Careo» del que todos fuimos partícipes.
Todo funcionaba cuando llevábamos más de dos horas en pista, esa a la que nadie podía bajar bebida, recordando el uso de la mascarilla obligatoria y dejando ver que las cosas todavía no han vuelto a su antigua normalidad.
A pesar de ello, seguíamos inmersos en el directo, ese que afrontaba una larga recta final en sun tercera hora con grandes hits como «Ubuntu», «Mentiras de jarabe» o «Beseiscientosdoce» otro de los cortes que más público suman a su letras.
Uno de los momentos más enriquecedores, sentidos y emocionante sllegaba con la aparición de Alice Wonder, quien con su inmensa voz y guitarra en mano junto a Rayden regalaba «El mejor de tus errores» que a más de uno enjuagó los ojos ante lo sentido de su interpretación.
De la balada de amor al baile que marcaba Fredi Leis con la frescura que marca «Solo los amantes sobreviven», y entre todo ello tiempo para que Rayden daba las gracias a su novia por entender la música, destacando de la dificultad de hacer las cosas en situación pandémica para sonar su aplaudida «Imperdible», en una noche en la que volvimos a abrazarnos.
Turno para «gobernar» en lo musical con «El gobierno de las canciones» con Pablo Sánchez de Ciudad Jara, la fuerza de «haciéndonos los muertos» y el trío final con su inestimable y fabulosa «La mujer cactus y el hombre lobo» que es ya uno de los temas más queridos por sus seguidores, haciendo cuenta con la «Matemática de la carne» y terminando con el «pabellón alto» en «Himno del centenario», ese que con veinte años en la música, hacían gritar que la cultura es segura en una noche en la que muchos recuperaron sensaciones y vida también.
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RAYDEN ponía el broche de oro a una recta final de un año especial para él, disco, libro, amor y más de 8000 relatos en un escenario sin igual, el que marcaba un antes y un después para «la persona más normal que ha llenado un WiZink gracias a nosotros». La mejor cantinela posible para volver a vivir en lo musical.
Texto: Miguel Rivera
Fotos: Javi García