Tras ver EL TIEMPO QUE TE DOY, creo que es buen momento de recuperar 500 días juntos, con Joseph Gordon-Levitt y Zooey Deschanel, cuyas referencias hacen que busquemos después reinterpretar una de las grandes cintas indies de aquel momento.
En la nueva miniserie de Netflix, obra de Nadia de Santiago, Inés Pinto y Pablo Santidrián, encontramos sencillez adornada con dificultad, la del paso del tiempo para contar una historia de amor al descubierto y su ruptura atada en el tiempo, para descubrir una forma narrativa exquisita y diferente a lo que solemos ver en la plataforma.
Series y películas de amor y desamor hay muchas, pero lo que encontramos en diez capítulos de poco más de diez minutos cada uno, es una historia con la que podemos sentirnos identificados, conocerse, enamorarse y destruir una relación, para luego, sin olvidar a la otra persona, vivir con ese recuerdo sin perder la esperanza pero a su vez tratando de olvidar poco a poco para seguir con nuestra vida.
Aquí la historia de por sí brilla por la secuenciación, una miniserie que comienza hablando de la relación desde el recuerdo, con diez minutos para el pasado y un minuto para el presente, en un tiempo que va estrechándose para terminar dejando el minuto al pasado y el resto al presente, todo ello con flashbacks que dan a entender la historia de sus dos enamorados.
En El tiempo que te doy descubrimos desde el gran recuerdo inicial cómo comenzó la relación entre Lina (Nina de Santiago) y Nico (Álvaro Cervantes). Desde el hotel de playa en el que se conocen como estudiantes trabajando, para mirar después a su realidad sin tanto pasado con el que ir acercándonos más y más al presente.
Descubrimos en esa historia un comienzo lleno de mariposas en el estómago, la magia de los comienzos, de dos personas que se descubren y enamoran, con sus escapadas, en una búsqueda por mantener siempre esa chispa y juego, que por diversas circunstancias que vamos conociendo se rompe, y en la que profundizamos bajo la mirada triste y el dolor de Lina, el recuerdo por lo que podría haber sido, mientras Nico queda en el presente escondido, sin que ella pueda olvidarlo desde el dolor de quien se aferra a cierta esperanza, desconociendo el presente de él.
El amor, negación, duelo y esperanza se dan la mano en un proceso de ruptura por el que muchos seguro hemos pasado. Aquí nos enganchamos a su forma de contarlo, desde el gran espacio que tiene el recuerdo en sus capítulos iniciales para llegar a un presente de aceptación y de mirar hacia adelante, aunque con el recuerdo «presente». Y todo lo hacen con dos grandes interpretaciones de sus dos protagonistas principales, bajo una estética de película indie, con música que también acompaña (Mucho, Julieta Venegas, St. Woods, Marem Ladson, El Columpio Asesino…) para intentar olvidar o mantener el recuerdo de lo que tuvimos en su forma menos dañina.