En la zona de Tetuán se alzan dos torres enormes de pisos de lujo mientras en el parque de al lado su puente alberga mendigos, en un barrio de gente humilde y trabajadora a la que poco a poco se va «expulsando» del barrio. Tiene todo ese contraste que bien podría aparecer en una película de Berlanga, pero ese es el Madrid reflejo de la situación y momento.
La vivienda, aquello que nos dijeron era un derecho, cada vez lo es más para unos pocos, convertida casi en un privilegio en las grandes ciudades, desaforadas y entregadas al turismo de masas, haciendo que tengamos que vivir sobre plano e ilusiones en el mejor de los casos, siendo para algunos un simple espejismo y, en ocasiones para muchos, una verdadera pesadilla.
El otro día escuchaba en una tertulia televisiva «trabajar para seguir siendo pobres», y es un buen comienzo para entender que trabajamos para tener una vida digna y, por supuesto, el derecho a una vivienda. Ese eje, el de un techo es una de las tres puntas de lanza sobre la que se vertebra «Ahora, el nuevo disco de unos Biznaga que dieron el gran salto hace dos años y medio con su estupendo «Bremen no existe».
La banda madrileña sigue ofreciendo esa crítica social tan afilada como fina en sus letras para hablar de vivienda, salud mental y precariedad laboral. Me reúno con Jorge (bajo y letras) para ahondar en una situación que nos salpica a todos, para revisar las dificultades del día a día en la sociedad y, por supuesto, este nuevo legado crítico y atinado de la gran banda de punk.
«Ahora» es vuestro nuevo disco, otro ejemplo musical reivindicativo y social. Esa crítica que sí que hay en vuestras letras quizás se echa en falta en la música de ‘ahora’.
A ver, yo creo que cada uno tiene que hacer la música que quiera hacer, en el sentido en el que no considero que toda la música tenga que ser expresamente política. Pienso que todo en la vida es política de una u otra manera, directa o indirecta, de la misma manera que aunque tú no pienses que estás hablando de política, todos los temas tienen una visión política, la elección del tono, de las palabras, de la voz, ya implican una decisión política. De un tema de amor se pueden extraer conclusiones políticas, según como sea esa canción, y digo el amor porque es como el tema clásico de la música, del pop así en general.
No sé si la palabra es echar en falta, pero sí que creo que si alguien pretende hablar de la realidad que le rodea, en cualquier disciplina, no solo en la música, obligatoriamente tiene que prestar atención a una serie de factores que no tienen que ver únicamente con su ombligo, sino con lo que le rodea, tiene que levantar la cabeza y ver un poco más allá de sí mismo, es más, aunque piense en uno mismo probablemente también tenga una serie de problemas o de diatribas que tienen que ver con la cuestión estructural que también afecta a sectores grandes de la población.
No hace e falta que una canción se convierta en un panfleto, ya que desde lo personal puede tener una lectura universal que atraviesa a muchas personas porque pasan por una situación parecida en lo social y en lo económico, que afecta a su vida.
Las nuevas canciones tratan temas y dificultades de nuestros días, ¿ha sido sencillo «escupir» sobre ello?
Bueno, fácil no sé, a mí siempre me cuesta bastante escribir las canciones, paso por un proceso largo donde en un principio siempre lo veo
muy jodido y pienso «no lo voy a hacer» pero siempre lo acabo consiguiendo. Yo lo llamo un poco el transitar por el desierto durante mucho tiempo hasta que te desprendes de tu propio ego, empiezas a alucinar y por fin alcanzas el nirvana, llegas al oasis y realmente te das cuenta que has accedido a un nivel superior, y es ese día en el que te dan la recompensa del agua, en este caso pues es la canción, pero previamente tienes que haberte despojado de tu vestidura y haber bajado a lo más bajo, al infierno.
Es un proceso que yo vivo así, hay mucha gente que escribe una canción en 15 minutos, pero yo trabajo con apuntes, cada vez que surge una idea lo voy anotando de tal manera que cuando me tengo que enfrentar a una canción puede que no aparezcan esas ideas pero sí sirven de punto de partida para no enfrentarme al papel en blanco, para mí eso es importante.
El proceso al final es muy agradecido, yo creo que por la dureza, la recompensa de encontrar oro donde no había nada es muy gratificante, realmente no se puede comparar con casi nada, para mí es de las mejores cosas que me han pasado en la vida, poder experimentar y haber encontrado una voz, una manera de escribir, me agrada muchísimo ver a gente desconocida cantando eso y que luego vengan y me cuenten lo que significan las canciones para ellos, eso es un premio que no lo cambio por nada.
Me viene a la cabeza «Espejos de caos», donde se habla de la situación que viven parejas que están mal y que igual no se separan por la situación económica.
El precio de la vivienda nos obliga a eso, una mezcla entre el aumento del precio de la vivienda en comparación con los salarios o los sueldos. El crecimiento de los salarios es notablemente más lento que el crecimiento del precio de la vivienda, estando condenados a eso porque los números no dan, obligando a que sea en pareja o tengas que compartir piso con amigos en el mejor de los casos o de lo contrario con desconocidos. Ya no es una cuestión de gente que está estudiando la universidad con 20 años, ahora es gente de 30, 40 e incluso de 50 años, esa es la situación real de la población. Es algo alarmante que se tiene que atajar creo que por varias vías, por eso nosotros pensamos que debíamos hablar sobre eso y exponerlo.
Hay tres ejes que vertebran el disco: la crisis de la vivienda, otro sería la salud mental y otro la precariedad laboral. Los tres creo que están estrechamente relacionados.
La primera canción, «El futuro sobre plano» vendría a ser un poco eso, la incertidumbre que se crea, ya que la vivienda es el patrón que marca un poco los planes de vida.
A día de hoy, aunque alguien quiera llevar a cabo una vida digamos más tradicional, la que podría ser la de nuestros padres, que viene a ser el proyecto en común de fundar una familia, lo tiene muy complicado.
Iniciar proyectos de vida y de emancipación personal, sea la que sea, es realmente difícil en un contexto como el que tenemos ahora mismo. Ya sea fundar una familia o no fundarla o simplemente estar solo y querer vivir así. Creo que ambos caminos son pedregosos y especialmente complicados.
No hay un futuro claro ni una perspectiva halagüeña, ni tanto si quieres vivir solo como si quieres fundar una familia, planear un futuro en común con otra persona y tener descendencia. Es algo importante porque nos afecta a gran parte de la población. Realmente llevamos años empeorando esa situación y no tiene pinta de mejorar, todo lo contrario, hay que atajar el problema de alguna manera o de muchas maneras.
Hablábamos antes de comenzar la entrevista del mensaje crítico, si la música ya no era tan crítica como pudo haber sido hace 20 o 30 años, si lo trasladamos a la sociedad en sí, al hecho de manifestarse en la calle, a protestar, ¿nos hemos vuelto más indiferentes en la protesta y saber reclamar nuestros derechos?
Es cierto que antes había más tradición de huelga, de sindicato, de salida a la calle y de pelear las cosas haciendo mucho ruido y poniendo el cuerpo de cara. Cuando aparecieron las redes fue un elemento bastante positivo para unir a las personas y congregarlas en el espacio. Por ejemplo, para el 15M el poder de las redes sociales fue esencial. En la Primaveras Árabe hubo un papel importantísimo de las nuevas tecnologías, tanto para retransmitir en directo lo que estaba ocurriendo, como a la hora de congregar y que el mensaje llegara más rápido a un mayor número de personas. Pero creo que el tiempo nos ha demostrado que nos hemos ensimismado mucho y nos hemos encerrado, el sistema ha sabido apropiarse de esas herramientas, y también de internet, que para la mayoría de las personas en gran parte es las redes sociales y las plataformas de streaming o de entretenimiento. Eso es internet en su 80% o 90%.
Hay un internet mucho más subterráneo, pero la mayoría no está en ese internet y sí en uno más superficial, que es el internet comercial que está en manos de grandes corporaciones, cuya intención evidentemente no es movilizar a la gente ni que desafíen la hegemonía del statu quo y sí todo lo contrario. A su vez creo que nos hemos dado cuenta y hay voces y líneas críticas con el internet y con las redes sociales, del uso que se hace y con una necesidad de recuperar la calle como un espacio real y totalmente separado de la pantalla.
Es más, todo ello dificulta concentrarse en una cosa y no saltar de un lado a otro en la pantalla, creo que una sala de cine es de los pocos sitios en los que recupero ese espacio de desconexión.
Sí, ¿verdad? Cuesta mantener la atención en algo durante un tiempo o incluso viendo una puta película me ocurre lo mismo, de pasar una hora y media o dos horas y no ser capaz de no mirar el móvil y eso que tú y yo ya tenemos una edad pero los chavales… Todo eso repercute, o sea, no pueden ver una película de una hora y media, no pueden leer un libro, no pueden escuchar una canción de tres minutos.
«Bremen no existe», ¿fue el mayor salto para la banda?
Sin duda. Nuestra evolución ha sido muy orgánica, muy paulatina, no somos un grupo que lo haya petado desde el comienzo como ha ocurrido otras veces. Nosotros hemos ido creciendo poco a poco pero sí que es verdad que con «Bremen» dimos un salto cualitativo importante.
Creo que con ese disco la receta fue bajar los tiempos y acentuar las melodías simplificar no el fondo ni la profundidad pero sí tratar de depurar el lenguaje para hacerlo más claro y directo.
¿Contentos con el resultado?
Muy contentos con tener el reto de igualar y tratar de superar «Bremen no existe» y nos hemos quedado muy a gusto porque para nosotros hemos superado al predecesor y todo lo que hemos hecho antes.
Pues para terminar, ¿España va como un cohete?
¡Joder! Algunos van en un cohete y otros vamos en tren. Sí, o sea, te podría hacer muchas analogías, un cohete con la gasolina limitada que está destinado a explotar antes de llegar a ningún lado ¿sabes lo que te digo? Un cohete disparado hacia cualquier lado, sin ningún tipo de destino.
La verdad, no sé si va como un cohete, yo diría que no, a lo mejor macroeconómicamente para una serie de señores sí va como un cohete, pero en general para el ciudadano de a pie no, para todos ellos no va en absoluto como un cohete.