EL HUMOR COMO MODO DE VIDA
Nuestro nuevo encuentro en la sección de Rostros viene por partida doble. Juan Ramos socio y fundador de Yllana y Álex O’Dogherty maestro de ceremonias del Florida Dinner el nuevo espectáculo de la compañía en el que asistimos a una cena con espectáculo. Pero como siempre, quisimos ahondar en la actualidad y conocer más de la vida, obra y momento de ambos artistas. Una de las charlas más atractivas y con contenido que hemos tenido la oportunidad de tener durante este año que termina. Un lujo conocer de primera mano la magia del espectáculo una hora antes de comenzar.
¿Quién es Juan o mejor, quién es YLLANA?
YLLANA es una creación, como un hijo. Una forma de entender y enseñar a un producto como debe ser guiado a través de España, un terreno complicado, muy complejo en muchos aspectos. Culturalmente espectacular a finales del siglo pasado y que ha ido perdiendo categoría en función de las ganas de hacer las cosas de una manera no universal, sino mucho más para nosotros e incluso entre nosotros. Las cosas y los radicalismos están hasta tal punto que Comunidades y provincias españolas solamente potencian sus propias producciones e historias.
Sin embargo, Madrid nunca ha tenido vergüenza de ser el mundo entero y no tener ningún tipo de patria. Eso la ha convertido en la quinta ciudad del mundo con más musicales ahora mismo, la primera ciudad del mundo con musicales en castellano, tenemos 250 teatros y más de 60 salas alternativas, así que el aspecto de las artes escénicas en Madrid se puede comparar con cualquier ciudad del mundo, con Broadway en Nueva York por ejemplo. Ahora mismo en Madrid hay un turismo cultural teatral abrumador, y la ciudad tiene que hacer y potenciar más eso, pero es extraordinario que haya ocurrido algo así en Madrid.
Yllana nace aquí, es madrileña, un producto de Madrid aunque nos han confundido con catalanes, franceses… también por la internacionalidad, esa noción del mundo que tiene Yllana no la tienen todos. No somos reconocidos por todas las instituciones pero sí por el público madrileño y eso es fantástico.
¿Pensasteis en algún momento que con el humor gestual llegaríais donde estáis?
No, imposible. Nunca podríamos haber sabido que llegaríamos aquí, no solo por el humor gestual, porque importa ante todo qué cuentas y cómo lo cuentas en este caso, y hacia dónde vas y eso lo ha impreso Yllana, es mi vida, no es Juan, al final yo soy un personajillo de dentro porque eso es lo que buscábamos, que no hubiera nombres propios, que Yllana fuese un sello, que algún día se nos recuerde más por eso que por nombres concretos.
¿Ha habido alguna obra en la carrera de Yllana en la que notáis el salto?
Sin duda, fue 666. Con esa obra hay un antes y un después en la vida de Yllana. Nosotros éramos referente de nuestra zona de Madrid, de hacer una cosa diferente, pero cuando llegamos a Cataluña vimos que había 20 compañías de humor gestual o en Francia. Cuando estuvimos en EE.UU nos trajimos a Gango Edwards, de Italia a Leo Bassi… el mundo era mucho más grande de lo que pensábamos.
A partir de ese momento empezamos a respirar lo que significa no tener palabras en el escenario, y lo que puede llegar a ser un espectáculo en el que se cuenten cosas sin necesidad de utilizar un idioma, y que todo eso te pueda llevar por el mundo entero, entrar en festivales, en la cultura europea de ese momento. No te haces una idea de lo que era disfrutar de compañías belgas, alemanas… hacíamos piña, compartíamos momentos en festivales, nos los traíamos a Madrid, íbamos nosotros a otros países porque había un movimiento cultural enorme.
Con este tipo de humor ¿se hieren sensibilidades?
No sé si con este humor, pero con el nuestro sí. A nosotros nos encanta hilar fino, nos engancha el filo de la navaja. Si nos cortamos mala suerte, pero cuando no nos cortamos, hablamos de un éxito.
¿Os cortáis más ahora con vuestro humor, que parece está mirado con lupa?
Sin duda, nos cortamos muchísimo, lo que hacíamos hace 15 años no lo podríamos hacer ahora, sería impensable. Dar una paliza a una mujer a puñetazos en el suelo y rodando sobre el escenario no tendría cabida, y la gente se moría de risa, pero no solo eso, en Suiza nos vino la familia del maravilloso Chaplin y nos dijo que «no había visto nada más gracioso nunca«. Desgraciadamente, la moral, la ética está entrando en las entrañas de esta Europa maravillosa que creo se está haciendo un poco vieja, tristemente.
Entonces entiendo que hay cierto retroceso en esto del humor.
Absolutamente, sin duda. Lo que puedes hacer en Australia o en China, no puedes hacerlo ahora en España. No estamos capacitados para reírnos con cosas que se hacen en países emergentes, nuevos, con una gran juventud y ganas de hacer las cosas de otra manera. Es una pena y me da mucha rabia porque además Yllana bebe de eso, del «qué somos capaces de hacer«. Cuando la gente viene a vernos nos dicen «ya no sois igual que antes» pero es que es muy complicado. Todavía tenemos 666 pero alguna gente cuando viene a verla ahora se escandaliza, y estamos hablando de un espectáculo que en poco cumplirá 20 años.
De todos modos la gente nos pide marcha, Brokers es un gran ejemplo de adelantarnos a acontecimientos que han sucedido después, el tipo rubio que ahora tenemos ahí al frente. Esas cosas cuestan muchísimo en este momento, hacer un espectáculo con la religión te puedes jugar la vida.
Hacer cosas difíciles es arriesgarte y en el fondo queremos seguir haciéndolo. Pero hay luego otros entornos como este que ves del Florida Dinner en el que hacemos más show business, lo que hemos visto en otros países, en Las Vegas o en China por ejemplo. Hacer de un centro un sitio internacional como Florida, eso estaba perdido completamente en Madrid. Traemos mucho de fuera pero exportamos poco, tenemos que empezar a pensar que en España hay mucho talento que sacar fuera.
Acabamos de ganar unos Emmy con La Casa de Papel, nuestras series, películas, ahora vas a Finlandia y están viendo series españolas, no nos damos cuenta de lo que tenemos. Sigo diciendo que deberíamos hacer una especie de mili fuera, un año fuera para poder valorar lo que es este magnífico país que muchas veces no valoramos, que sepamos tan poco de este país y no lo defendamos.
La música es parte esencial de Yllana.
Sin duda, The Opera Locos, Paganini, The Primitals… es la esencia total, te crea ambiente, motivaciones, emociones… cuando estás triste escuchas una cosa, cuando estás alegre otra, cuando eres joven una música y cuando eres mayor igual escuchas otra. La música determina la vida de Yllana de una manera impresionante. Yo no concebiría el espectáculo que tenemos aquí en Florida sin la música que hay.
Yllana es muy de sacar al público a escena, ¿habéis tenido algún encontronazo o que la persona que hayáis sacado no lo haya entendido?
Claro, ha pasado. En el fondo los 5 componentes de Yllana siempre hemos creído que hacer participar a la gente es una de las esencias del teatro. La comunicación directa y, a veces, romper esa cuarta pared que por momentos es muy difícil, desde nuestro primer espectáculo se rompe, y te hablo de hace casi 30 años. Desde ese primer momento sabemos que nuestro público tiene que participar, dejarse mojar, empapar, confeti, subir al escenario, sentir vergüenza o no, meterte con ellos… es la única manera de hacer teatro en un teatro. Los espectadores son parte de ello.
Con todo esto se hizo famoso que no se vendieran las 2 o 3 primeras filas del teatro. Venías y esas filas no se llenaban, teníamos dificultades para venderlas porque el público sabía que íbamos a ir a saco por ellos. Era cachondo, que la gente que ya tenía experiencia decía «¿en primera fila?, claro, tu compra, tu compra» (risas) y veíais gente mayor en las dos primeras filas con gente detrás que sabía que iríamos a por ellos. Entonces invertimos la historia y comenzamos a movernos entre el público pudiendo ir hasta el fondo. Es bueno que la gente sepa que cuando viene a un espectáculo de Yllana puede participar, que no siempre está seguro en su asiento. Forja una tensión que creo es muy buena, porque en otro caso, se perdería ese punto diferenciador que tiene el teatro con respecto al cine, por ejemplo.
Una cosa que nos toca de cerca ya que es un concierto, es lo que vais a hacer gestionando la actuación de LA PEGATINA en el WiZink Center. ¿Cómo surge?
Pues por parte de ellos. Pensaron en el formato, en quién podría dirigir y llevar una locura al escenario un poco más lejos y nos eligen. Nos llaman un día y nosotros encantadísimos de la propuesta. Fueron con mucho miedo, muy prudentes, gente súper maja, muy sincera, que nos dicen «oye que queremos nos ayudéis, nunca hemos hecho una cosa así, en el WiZink Center, con más de 10000 personas, ¿qué hacemos ahí?» Es un experimento, y están entregadísimos con el tema, creo que es un antes y un después en las compañías y en las bandas. Siempre hemos estado muy separados en sectores, y nuestro discurso en todo momento ha sido trabajar juntos, con la música, el teatro… mezclar rock con música clásica, hemos sacado a Ara Malikian a tocar otras cosas. Hemos metido mundo de la ópera, el rock and roll, nos metemos en el corredor de la muerte, en Wall Street con Brokers, en shows infantiles que no lo son…
Elegir a Alex O’Dogherty ¿es cosa vuestra?
Totalmente, hay una relación de años y lo teníamos claro. Le llamamos y ponemos en sus manos una sala, un sitio especial con todo el espectáculo. Era recuperar una sala que en su momento tuvo a políticos, gente de la cultura, de diversos sectores, había mucha cultura aquí. El Florida es un emblema y los madrileños tienen que volver a reconocerlo. Tenemos que dar el paso de convertirlo en sitio de referencia.
¿Se tienen en la cabeza siempre nuevos espectáculos?
Absolutamente. En el fondo hay que evolucionar siempre y dar un siguiente paso es importante. La cocina en otros lugares es parte del espectáculo, no es «voy a cenar y voy a ver el espectáculo«, lo que queremos es que el espectáculo sea venir a cenar y, te lo cuento, es lo que estoy vendiendo a la propiedad, convertirlo en referente del mundo. Ahora en Nueva York Sleeping no more es un referente para el mundo entero. Es una historia de Shakespeare donde la gente va con antifaces y vive una historia diferente, nadie se reconoce y puedes interacturar por toda la historia.
Yllana es innovadora, cuando hicimos The Hole no había nada igual, ni Paganinis, y ahora ese formato se copia. Esto es un poco también Florida. Aquí no hay tanta maldad como The Hole, sí un atrevimiento, muy Las Vegas. Debemos obligarnos como madrileños al menos a ir a algo cultural al mes, como poco, a teatro, conciertos… porque Madrid se está moviendo muy bien en ese terreno. Y eso puede ser una gran economía que nos levante.
Que haya bromas como la de Dani Mateo y que después cuente con amenazas, es un poco locura potenciada por las redes sociales.
Creo que nos sentimos demasiado heridos unos y otros. Los que se meten con la bandera y reciben críticas de «eres un cabrón» pues sí, me hace gracia y ello lleva a mucha gente a reírse conmigo. Hay un tipo de humor, otro de malestar… es parte del humor, que pueda sentar mal el algo implícito, buscar romper un poco las reglas, es algo que también hemos hecho nosotros. Cuando trajimos a Leo Bassi nos pusieron una bomba en el Alfil, y no pasó nada, no salimos en la prensa y querían quemar a 400 personas en el teatro, era una bomba de la ultraderecha. Es parte de cómo somos y las cosas de este país.
Si lo haces no puedes quejarte después de cómo es la gente, eso es romper las reglas, evolucionar, eso es salir adelante. Te metes en un sitio donde es muy difícil luchar, eso es bueno, es algo que Yllana defiende. Otra cosa ya es que te metan en la cárcel, eso sí que me parece de delito.
Que en las redes te pongan a parir hay que saber gestionarlo, es parte del espectáculo. Pero ya que un rapero se ponga a rapear o diga algo en redes y le metan en la cárcel por lo que dice, eso sí que me parece delito, eso es algo fuera de lo normal y, además, peligroso.
Habéis capeado la crisis, ¿cómo se vive de este negocio en España?
Muy mal. Nosotros ahora mismo tenemos una empresa de tickets para partidos de fútbol, cinco escuelas de teatro, ocho compañías funcionando, dos teatros con los que intentamos programar y hoy mira, estás conmigo un viernes noche para sábado trabajando hasta las 2 de la mañana y llevo desde las 9. Es algo de esta profesión, ¿te gusta esto? pues me jodo y me aguanto, pero a vivir que son dos días, estoy disfrutando. Estoy aquí contigo contestando preguntas sobre algo que he creado, es mi vida, no me tengo que quejar, y al que se queje mal asunto.
ALEX O’DOGHERTY
¿Cómo vives esta etapa con Yllana?
Muy bien, porque en realidad aunque vuelva de maestro de ceremonias como hice en The Hole, esto es muy diferente con ciertas similitudes. Hay números, acrobacias… pero el planteamiento es muy diferente. The Hole era un espectáculo que tenía cena y esto es una cena con espectáculo. Como presentador tengo que hacer un esfuerzo mayor para captar la atención del público, que en definitiva, está cenando. Un desafío nuevo y acostumbrándome, cogiéndole el gusto.
¿Cómo reacciona el público cenando?
Reacciona bien, pero va reaccionando y entrando poco a poco. Puede que empiece todo como una cena con espectáculo y acabe siendo un espectáculo donde ha habido una cena. Aunque la gente sepa que hay espectáculo hay que ir metiéndola en el asunto poco a poco. Al principio cuesta para poder ir congeniando y que se convierta todo en una cosa, es más trabajoso pero un buen desafío.
De todo lo que haces, ¿hay algo que te guste más?
La verdad es que aquí puedo hacerlo casi todo, así que esto es lo que más me gusta en realidad. Pero soy muy inquieto, cuando llevo tiempo sin hacer algo lo echo de menos. Ahora vivo un periodo de mucho tiempo tocando y tengo ganas de volver al cine, que vuelvo afortunadamente en enero y también de hacer algo en la tele, que con suerte vendrá en 2019. Yo me lo paso siempre bien en definitiva y eso es lo importante.
Como actor, que haya plataformas como Netflix y HBO ¿abre más puertas?
Creo que sí, que vivimos un periodo de esperanza y de trabajo para mucha gente. No se sabía muy bien qué iba a pasar con esto pero ha resultado creo que incluso mejor. No sé si las cadenas como estaban entendidas tendrán un fin pero me imagino que sí. Todo va encaminado a ver la televisión de esta manera, dónde y cuando quieras. Igual dentro de diez años hablamos de otra cosa. Pero la libertad de ver series cuando te da la gana sin tener que dejarla porque te perdiste un capítulo en su momento, es un lujazo impresionante.
Tu que juegas con el público, ¿has tenido momentos incómodos?
Sí, siempre pasa eso. Cuando uno juega al límite, con la provocación pues a veces o uno no lo hace lo suficientemente bien o el público se siente algo traspasado. Luego se intenta arreglar y es bonito cuando alguien del público no entra en la broma desde el principio, y te vas esforzando para ir llevándole a ese terreno, que vaya entrando de alguna manera. A veces ha pasado que se han levantado y se han ido porque les ha parecido algo obsceno por ejemplo o porque tu has metido la pata y has pedido levantarse a toda la última fila y estaban en silla de ruedas. Son cosas que suceden en los espectáculos. Pero no dejan de ser anécdotas.
Una vez una señora se me levantó y me dijo enfadada «yo he venido a ver teatro, no a hacer teatro» (risas).
Lo hablaba con Juan, ¿hemos retrocedido en el humor?
Sin duda, y esto no ha finalizado. No te puedo decir la razón, antes estaba el chiste fácil y ahora está la ofensa fácil, un nuevo término. No sé a qué se debe, está claro que está ahí y es terrorífico, porque de verdad está llegando todo a unos términos raros. Dani Mateo estaba citado por el juez y esos son palabras mayores. Porque no se puede, pero yo creo que hay gente que lo ejecutaría. Cuando expresas una opinión y a alguien no le gusta es brutal. De verdad, no puedo soportar ese tipo de cosas, meterte en redes y leer ciertas cosas… hay gente que no tiene remedio.
¿Te paran por la calle?
Pues sí, mucho. Todo depende un poco de la época, se nota cuando sales en televisión como con Doctor Mateo o Cámera Café, cuando eres recurrente todas las semanas.
¿Falta trabajo alguna vez?
A mi nunca. Nunca me ha faltado porque siempre me lo he buscado. Desde que salí de la escuela me empecé a escribir monólogos, historias, música, banda… ha habido épocas en las que he ganado menos dinero pero nunca me ha faltado el trabajo. Tengo una base sólida de autogestión, que espero que no pase, pero si pasa sé donde agarrarme, es difícil que yo esté sin hacer nada.
Has estado en los Goya, ¿se hace complicado hacer entender el humor en galas de tanta envergadura?
Los Premios Goya son algo especial, un espectáculo en el que hay gente que se sienta delante de la televisión a destrozarlo pase lo que pase. Desde que se politizaron Los Goya está costando mucho despolitizarlos, y hay gente automáticamente que ese día odia. Lo que ha ocurrido con Dani (Mateo) con la bandera es algo así, habrá gente que se haya ofendido pero mucha que lo habrá multiplicado porque estaba deseando que sucediera algo así, poder meter la mano igual que algunos estuvieran esperando que Leticia Dolera metiera la pata para atacar a lo bestia y claramente.
¿Cómo es tu relación con Yllana?
Pues es muy longeva. Mi llegada a Madrid estaba ligada a Yllana porque fue en 2002 con un espectáculo en el Teatro Alfil y fue un éxito. Conectamos muy bien, volví al teatro, luego escribí para un espectáculo, para cosas de Monthy Python, para The Hole, ahora esto… y seguro que serán muchas más cosas.
Para terminar, cuando estás cansado ¿cómo se afronta un espectáculo tan largo?
Pues son cosas de estas un poco inexplicables que te da el estar encima de un escenario. A veces me sorprendo, es el milagro de la música. Hubo un momento en el que estaba separándome de mi novia, o con gripazo, con molestias por todos lados y de pronto sales y se te va todo, luego ya terminas y vuelves a estar mal, aunque a veces ayuda y es terapéutico y te ayuda a curarte. El espectáculo, amigo.
Fotos: Carlos García Figa