La música es fiel acompañante de nuestras vidas, especialmente en la juventud, para más tarde dejar un poso en nuestro cerebro que sitúa momentos y situaciones concretos de nuestra vida asociados a canciones que, de alguna u otra manera, grabamos muy dentro y llevamos para siempre.
Música que ha acompañado a las series juveniles, tan solo hace falta mirar hacia atrás y darnos cuenta de la importancia de ella en un éxito de finales de los 90 como Dawson Crece. Sí, la serie que hizo saltar a la fama, en menor o mayor medida a sus protagonistas y que trataba las emociones adolescentes.
Curiosamente, su actor principal que daba nombre a la misma Dawson, James Van Der Veek, ha sido el peor parado en cuanto a éxito cinematográfico, cuyo segundo de a bordo Joshua Jackson (Pacey) tuvo algo de mejor fortuna. Pero donde de veras había potencial y así se ha demostrado, es en su girl power principal, las actrices Katie Holmes (Joey Potter) la mejor amiga y, de alguna manera, amor inspiracional de su prota y la gran Michelle Williams (Jen) que, con el tiempo, han sido las grandes revelaciones de la misma.
No hablamos de una serie cualquiera eh, es Dawson Crece, algo maltratada en los canales españoles y de gran renombre en USA. Su creador, Kevin Williamson, mente que se esconde detrás de la saga Scream junto al fallecido director Wes Craven, demostró ser un gurú para las series juveniles en las que música tenía verdadera importancia.
La amistad, el impacto de padres en sus hijos tras un divorcio, los primeros amores y los sentimientos en torno a los verdaderos amigos, confundiendo y enfrentando a sus protagonistas nos regaló una serie adolescente con un gran sentido en lo musical.
Dos canciones para recordar como punto central para entender la trama solo con lo que nos cuentan sus temas principales: “I dont want to wait” de Paula Cole es parte ya de la historia televisiva juvenil norteamericana como cabecera de la serie. La segundo, “Kiss me” de Sixpence None the Richter, otro pequeño himno con el que muchos han crecido.
La letra de Paula Cole plasma profundamente esa relación de amor y odio que va forjando cada capítulo, con momentos tan dulces como amargos propios de la adolescencia y de un cuarteto protagonista que se las veía y deseaba:
I don’t want to wait for our lives to be over
I want to know right now what will it be
I don’t want to wait for our lives to be over
Will it be yes or will it be sorry?
“No quiero esperar a que nuestras vidas terminen
Quiero saber ahora qué será
No quiero esperar a que nuestras vidas terminen
¿Será sí o lo lamentaremos?
El amor como eje central con el que muchos han crecido, enamorados de algunos de sus actores y actrices y viéndose de alguna manera representados como pasiones de instituto con canciones como Sophie B. Hawkings, Adam Cohen, Jessica Simpson o Heather Nova como algunos destacados.
Y en ese modo vintage, cabe mencionar otra de las grandes series de comienzos del nuevo siglo como One Tree Hill. Maltratada en su emisión intermitente por La 2 (para acabar viéndola al completo en Cosmopolitan) En ella conocemos a un grupo de jóvenes y sus familias en un precioso pueblo llamado Tree Hill en el que los amores, desamores, el basket, la presión por el éxito y relaciones familiares ocuparán una trama protagonizada por el inicial odio de dos hermanos del mismo padre y distinta madre.
Qué podemos decir, otra cuya banda sonora nos marcaba y mucho, con el tema principal de Gavin DeGraw “I dont want to be” convertido en éxito de ventas. La música va mucho más allá de una simple colección de temas, donde brilla la fabulosa “The good kind” de The Wreckers ejemplo claro del estilo sonoro meloso y dulzón de la serie. Cada capítulo tiene su momento particular dejando ese poso del que hablaba inicialmente, en la relación entre los hermanos Nathan (James Lafferty) y Lucas Scott (Chad Michael Murray) y las chicas de turno, Peyton (Hilarie Burton) y Brooke (Sophia Bush), –son muchas las veces que te puedes enamorar de ellas- para conformar un cuarteto de idas y venidas con muchos amigos y enemigos alrededor, con un eje particular como el retorcido padre de ellos.
La música, eje total de un pequeño drama teen donde incluso Pete Wentz de Fall Out Boy hará de sí mismo en varios capítulos de la tercera temporada como intento de affaire con Peyton.
Su director, Mark Schwahn, dio tanta relevancia a su bien escogidas bandas sonoras a lo largo de sus 9 años, que sus capítulos se escondían bajo título de canciones, ahí es nada.
Sí, la música es todo en algunas series juveniles, y tanto las de antes como las de ahora tienen en común eso mismo, la relevancia de canciones escogidas para dar mayor profundidad a las tramas juveniles que se esconden en ellas. Tanto que formarán parte de nuestras vidas, ahora y después, poniendo imagen interior sobre dichas escenas cada vez que las escuchemos. Y todo en una época en la que esperábamos el día de su emisión en televisión, sin maratones de por medio, toda una religión.
¿Oyen eso? Es la música, y con ella, a todas partes.