LENNY KRAVITZ
04/07/2018
WiZink Center, Madrid
Promotora: Live Nation
Cuando uno empieza a soñar con tener una banda y llegar al estrellato, debería tener como imagen y meta húmeda la de LENNY KRAVITZ. Para el que escribe estas líneas, el músico norteamericano tiene todo eso que debe recoger un diccionario para el término rockstar.
Con 54 años y una carrera sólida como pocas, ha abarcado a un público muy diverso forjando un personaje musical endiabladamente potente. Todo en él brilla cual estrella del rock. Es guapo, adinerado, con cuerpazo, tiene una pose que ya quisieran muchos, feeling, chulería sobre el escenario, y lo más importante, es un crack en lo musical.
Con ese conjunto de atributos, capaz de volver loco a tíos y tías, Lenny ha ido acrecentando su leyenda a base de hits y discos contundentes, con jugosas baladas, mágicos medios tiempos y temas rockeros de cuerpo majestuoso.
Con todo eso, dispuesto para triunfar, Lenny se ha encumbrado con los años en la rockstar de verdad que es a día de hoy. Tras años sin visitarnos, llegaba el turno para volver a dar una lección musical en escena. Desde Rock In Río años atrás, donde dejó buen sabor de boca, no habíamos vuelto a verle. Esta vez tres citas ineludibles (Santiago de Compostela, Madrid y Barcelona) y un nuevo disco a la vista Raise Vibration, que llegará en septiembre.
Pero lo que de verdad queríamos ver y escuchar era al Lenny de siempre. Conocedor de ello, ha capturado en un set list de dos horas temas que le convierten en el monstruo del rock actual. Un WiZink Center en Madrid con la primera grada abierta para un espectáculo de luces en un escenario amplio y sencillo, donde toda demostración de músculo se centraba en el músico americano.
Qué podemos decir, al fondo y en la plataforma más alta del stage Lenny abría cual dios negro con «Fly away» ante los gritos enfervorcidos del personal. Pura locura la grada de prensa, casi a empujones por capturar la primera foto de recuerdo. «Dig in» y «Bring it on» nos calentaban aún más, todo bajo un encuerado músico con sus obligadas gafas de sol y unos pelos a lo Jackson 5 que recuperan su esencia más funk, porque de eso va su música.
Mezcla de rock enérgico y música negra, mucho funk apoyado en un buen elenco de músicos donde las trompetas y saxo son protagonistas absolutos. La gran voz de su frontman abruma en el power que desata «American woman» saludando «Hola, Madrid!».
Sabedor de su flow, maneja hasta los movimientos, esa pisada y caderas como quien se mueve en un pase de la Madrid Fashion Week, levantando el grito a cada lado del escenario donde se muestra. Sabe presentar dos temas nuevos de lo que vendrá, dos gotas musicales con mucho funk en «It’s enough» y «Low» que adivinan discazo y que en directo funcionan potentísimas.
Ante lo coral de «Lenny, Lenny» del público el artista se agacha en el suelo en forma de reverencia bajo los aplausos del personal. Y si encima vas con todo en plan clásico «it ain’t over ‘til it’s over», lo mágico y sensual «Can’t you gett ouf my mind» o «Believe» pues te quedas prendado.
Sus movimientos, su forma de entrar con casa canción, de mostrar esa forma de rock poderoso y setentero»Always on the run» te deja exhausto, por ello mezcla cortes más románticos «Believe» con otros más bailables «I belong to you» donde los móviles vuelven a salir a pasear en el momento en que se quita las gafas sol; más gritos.
Y si no es suficiente, te presenta una recta final de dar y tomar a base de musculatura de hits «Where are we running?», «Mama said» y la maravillosa «Again», muchos kilates.
Con esas toca el bis y un largo «Let love rule» con Lenny bajando al público y rodeando todo el pabellón ante carreras por tomar una foto de su ídolo. El artista al fondo, desde la plataforma donde tomarían las fotos iniciales los fotógrafos (lo de mandarles a mesa por parte de algunos artistas cada día más absurdo) y volver al escenario ante los gritos del pabellón. Y para cerrar, cómo no, la garra de «Are you gonna go my way» que a sus 54 años sigue sonando como cuando él era un incipiente treintañero.
Así llegábamos a las dos horas de impacto, donde quedaba dibujada la estela de una verdadera rockstar, de ese ejemplo que, como decía al principio, quien empieza sueña en convertirse en esto del rock. No todos lo consiguen, y algunos se lo creen, pero para serlo, hay que ser LENNY KRAVITZ.
Fotos: Javier Bragado
Texto: Miguel Rivera