MILKY CHANCE
Sala La Riviera, Madrid
06/03/2018
Promotora: Live Nation
Fotos: Mariano Regidor
En la música, cada cierto tiempo, llega una banda que lo rompe fácilmente. Sin esperar demasiado, triunfando en un primer disco y aupándose con un segundo. ¿Quién dijo que segundas partes nunca fueron buenas?. El súltimo legado de MILKY CHANCE «Blossom» les ha valido para romperlo.
Eso y que el dúo alemán luce desparpajo y conexión en cada concierto. Bebiendo de un pasado año de festivales, y siguiendo la estela en éste, la banda ha cuajado en numerosos países y en España ya cuenta con miles de seguidores. Fiel reflejo es que en su cita en Barcelona primero y Madrid segundo, han colgado el sold out en ambos.
Bien. La Riviera, esa plaza madrileña de buen tamaño se quedaba casi pequeña para el dúo germano. Había muchas ganas de verles y se notó con una gran cola de inicio en la entrada y la expectación dentro. Y todo ello sin fisuras, sin importar que, aunque marcaban las 21 para salir a escena, fuera media hora de retraso la que nos comimos. No pasa nada, al menos para su público, llamativamente joven y mucho, subíamos la media porque por allí los veinteañeros y ya estamos tirando alto, se agolpaban móvil en mano por ver a los teutones.
Un éxito nada desmerecido porque «Blossom» tiene temazos para aburrir. Un disco de hits que mezcla folk, rock, pop y mucha percusión, ritmos casi veraniegos como el del propio «Blossom» que contagia con su festividad musical a todo el que lo escucha.
Así nos metíamos en faena, de forma algo rara, porque curiosamente, esos teenagers que suelen explotar y que ya gritaban a la salida de Clemens y Antonio se tornaba en calma mientras sonaba el tema título. Escasos móviles en alto y tranquilidad extraña para escuchar simplemente, como antaño, sin brazos con smartphones brillando en las alturas.
Un gusto, como su sencillez pero a la par que bien construida luminosidad sobre el escenario. Cosa de una canción «Ego» porque todo lo que se venía encima nos llevaba al verano y a los festivales. Baile y voces en alto porque la propia «Blossom» y la frescura de «Clouds» invitan a ello, casi a descalzarnos y pisar la arena, rico rico.
Ese, su segundo disco, un trabajode disfrute y eso es lo que la juventud venía a hacer. Bailes junto al desparpajo y simpatía de su líder, cuya buena voz contagia como su sonrisa, mientras la percusión, muy destacada durante el concierto, daba empaque y ritmo a todo. Los guiños más reagge calmados de «Cold blue rain» relajaban el tono junto al gusto bailable soft de «Bad things» con su «gracias» y «we love you Madrid» de por medio.
Gustazo, porque encimaba sonaba bien, muy bien. Juego de luces muy acorde y gritos en la presentación de canciones como «Alive» para llevarnos al tono más folk en «Fairytale» o lo acústico de «Loveland», lentitud bien manejada por su frontman y con armónica acompañando el buen gusto de un gran tema.
Momento del bis, que todo iba como un tiro de rápido, sin dejar de lado antes «Cocoon» para la que incluso pararon de comienzo para escuchar al respetable corear el «eh oh eh oh» para volver de un bis raudo con un «Sois de puta madre» en castellano y cerrar por lo alto. Móviles, ahora sí, por toda la sala para capturar su hitazo «Stolen dance» puro desenfreno junto a la frescura de «Sweet sun», ese sol que esperamos con ganas.
Hora y media de buen gusto, tinte comercial no reñido con su calidad. Contagiosos y bailables, de buen tino musical y con un repertorio de hits que con tan solo dos discos, ya consiguen venderlo todo en salas de buen aforo. El resultado, una buena fiesta que parece, entre los teenagers, es la locura máxima. Algo tienen, sin duda.