RULO Y LA CONTRABANDA + MARLON + ED IS DEAD
Autocine Madrid Race, Madrid
17/06/2020
Cabe imaginar que la «nueva normalidad» ese término que hemos tenido que acuñar para el fin de la desescalada, trae mucha normalidad a nuestras vidas pero con cierta anormalidad, un «a medio camino» mientras el virus siga presente. Queda claro, viendo el panorama de ocio actual y las nuevas medidas sanitarias y de distanciamiento que, por el momento, no podemos recuperar nuestra vida como entendíamos por el momento.
Con la llegada de dicha normalidad comienzan a darse conciertos, que no festivales, en un «desértico» verano de macroeventos. Las salas, poco a poco abren sus puertas con aforos muy reducidos y nuevas normas en las que el distanciamiento, control y mascarillas, bajo sentido común y responsabilidad de cada uno, marcan nuestra nueva etapa.
La música ha tardado en ver la luz pero como ya adelantábamos en un reportaje, inventa nuevas fórmulas para poder asistir a conciertos, ya sea en el formato mix de «físico + streaming» como formatos como el que nos toca, el del autocine. Los clásicos espacios para películas míticas y también estrenos, se han posicionado como un lugar diferente, particular y, ante todo, seguro ante las nuevas medidas impuestas.
Es por ello que ya suenan bandas e interés de promotores en estos espacios de ocio como escenarios para la música en directo. Por tanto, había que conocer la que era la primera oportunidad de volver a disfrutar de la música con amigos aunque fuera en un espacio-habitáculo en el que el movimiento se queda corto.
Un parabrisas, los asientos, el aire acondicionado, y un gran escenario con pantalla de cine de fondo para, seguramente, vivir de forma más extraña el músico que lo que vemos nosotros. BMWDriveinFest en Autocine Madrid Race era la propuesta en el primer concierto en autocine con la suma que forman RULO Y LA CONTRABANDA, MARLON y ED IS DEAD.
Ed is dead, magia dj que mientras pinchaba veía como nos colocaban poco a poco tras una espera fuera y estrictas medidas para intentar controlar todo al máximo. Seguridad, risas, gente medio fuera del coche, algún descapotable para vivir de forma más «libre» el directo, que no la música, ya que ésta va por la radio del coche.
Un directo por supuesto diferente, una experiencia de cine musical convertida en un mini festival por BMW apostando por acercar la música a nuestros coches con fines benéficos para el Banco de Alimentos.
Marlon encendía los claxons con temas como el rockero «Cosas que no se pagan con dinero» «Tequila y Candela» o la emotiva «Marzo en febrero» con el joven griterío con ganas de marcha, limitada, muy limitada por los coches con hasta cuatro personas para, entre aires extraños como decían ellos pero afortunados por volver a tocar en directo, intentar disfrutar de una esencia extraña, como la de estar parado en carretera escuchando un directo en CD.
La música por la radio hace extraño todo, los cuerpos cuando llevan más de dos horas sentados buscan su posición, el calor anima a sacar medio cuerpo por las ventanillas, intentando «amoldar» en nuestras mentes la situación, aliviada cuando vas con compañeros y amigos para intentar «salvar» el momento, mientra sel movimiento de pies o un poco las manos es el máximo al que llegamos.
Y sí, en el final, entre bocinas a modo de aplausos, luces largas como saludo, ruido de motores llegaban los cánticos para despedir a la «Macarena» pero la de Marlon entre buen ambiente con muchos coches (230) y sus ocupantes asomando cuerpos por las ventanillas en un ejemplo de contorsionismo musical.
Mascarillas guantes, tierra, cierta esencia postapocaliptica del día a día actual, todo con cuidados, raros. RULO Y LA CONTRABANDA ponía la mayor esencia de directo, como buscando recuperar esa vida musical que hace unos meses era completamente diferente. «Todavía», la magia de «Noviembre» o el clásico de La Fuga «P’aquí, P’alla» animaban al respetable, que cada vez más asomaba sus cuerpos en busca no sabemos si de aire o de intentar disfrutar del momento, teniendo en cuenta que la música va por radio y fuera casi no se escucha.
En un momento dado, Rulo decidía bajar al escenario, buscando esa cercanía que todos hemos perdidos en la distancia social actual, también en un intento de «locura» controlada por lo estricto del momento. «32 escaleras», un pequeño homenaje a Pau Donés y su «Cabecita loca» ponían rumbo al final de la experiencia.
Su canción «Verano del 95» sonaba como un mantra, en el que dice: Llévame a bailar a algún tejado, como cuando todo era distinto, llévame aunque sea solo un rato, al verano del 95′. No hace falta irse tan lejos, cualquier tiempo nos vale menos este 2020, que será de los recuerdos amargos, extraños, en el que vemos pasar el tiempo pero también en el que, después e cuatro meses, volvimos a disfrutar de la música e directo. La experiencia, particular, no apta para todos los públicos y donde hay que hacerse mucho a la idea.
Una vuelta musical, la primera en autocine que había que conocer pero, claro está, difícil de asimilar en cualquier caso y pasajera en su concepto, pero música en vivo a fin y al cabo aunque sea pasada por radio y tras un parabrisas algo sucio, como el año.
Fotos: Javier García