RAYDEN
Plaza Cervantes, Alcalá de Henares
EN UN LUGAR DE ALCALÁ…
Profeta musical y niño con zapatos nuevos, así es como, casi con envidia. mirábamos el sábado en lo alto a RAYDEN, subido feliz a un escenario, pero no uno cualquiera, al de la Plaza de Cervantes de Alcalá de Henares.
Para quien es de allí como es su caso, no era una concierto al uso, era sin duda uno de los más especiales. Demostrando su amor por la ciudad, habiendo llenado meses atrás por dos día el Teatro Salón de Cervantes para ahora, de manera gratuita y en el primer día de fiestas de la localidad, arrancar sonrisas por doquier y repartir sueños.
Desde sus redes sociales hasta ese mismo día, la ilusión del artista era máxima por volver en una fecha tan especial, a cantar para los suyos. Allí quisimos desplazarnos para vivir un momento tan señalado para el artista.
Ese dinamismo inteligente y literario que afronta en cada concierto para convencimiento y aplauso de sus miles de fieles, se tornaba en nerviosismo, júbilo y cariño. Primeras filas muy jóvenes, sentadas más de una hora antes mientras sonaba el pregón, haciendo su hueco para no perder detalle cuando saliera la banda.
Un grupo de músicos pero también de amigos, más de 20 años con Mediyama como bien dejaría claro, hacen que todo funcione. Una máquina engrasada dirigida por dos voces, la de Rayden y Medi, quien con su variedad de registros da mayor empaque a un conjunto musical y letrístico al que pocos pueden poner pegas.
Intensidad y expectación, esa que da la intro de «Antónimo» el disco de la alegría, el que les ha llevado por toda España (a finales de año a Londres incluso dentro de Rock sin Subtítulos) y con el que se ha convertido en una referencia dentro de muchos festivales. No era cosa de un día, el rapero transformado en músico, poeta y, podríamos decir, catedrático musical sobre la escena, nos metía de lleno en su mundo. Ese que dice «No hago rap» porque aunque lo hace es mucho más.
Quien en sus ojos escondía la ilusión de un niño ante su gente, su familia, esa que desde la parte del escenario repleta de teenagers divisaba un fondo de plaza abarrotado con gente más talludita.
La acción discurría ante la palabra de canciones con «Pólvora mojada» y donde el «Pan y circo» funciona, sabiendo ofrecer rap improvisado como legado y detalle hacia sus paisanos, hacia las fiestas que tenía el honor de inaugurar. Cuando la locura se desata ante la palabra, esa que hace suya el público cuando hablan «A mi yo de ayer». Presentada la banda de músicos, o de amigos, porque de ello funciona tan bien RAYDEN en conjunto.
Se prestan divertidos, «perreando» entre Medi, Rayden y Héctor, o manejándose en tonos mucho más lentos y sentidos «Pequeño torbellino». Sabiendo acordarse de celebradas colaboraciones «Finisterre» (Leiva) o incluso de su hermano Juancho en «Imperdibles», quien además como bien hizo saber Rayden, se lesionaba dos días atrás durante un concierto en Ávila, mandándole desde aquí ánimos para la más pronta recuperación.
Sin ser uno del lugar, se dejaba notar de forma sentida esa comunión de sus «parroquianos» ante un músico que ya es ilustre cual Quijote, cuya palabra va a misa, aplaudida ante el compromiso que dice «denuncia si ves algo extraño durante estas fiestas» y con su firme «que no confundan libertad de expresión con libertad de agresión».
Y así, con mucha magia y sintonía, la palabra se tornaba más poderosa con «Ubuntu» y «Haciéndonos los muertos» para dejar contento a un personal que, en fiestas más aún, sonreía y vivía un momento especial, ese que hizo suyo pero también nuestro RAYDEN en alto y al descubierto.
Festividad musical para un concierto que sumar o que restar, porque «Antónimo» va llegando a su fin, sin ser el fin, porque llegará «Sinónimo» sí, el 18 de enero, con adelanto en septiembre, sinónimo de tener cuerda para rato, la del humilde pero ilustre Don Rayden.
