HUMOR SIN FECHA DE CADUCIDAD
A estas alturas no hace falta presentar a Joaquín Reyes, uno de los artistas con sello propio más queridos y reconocibles de nuestro país. El de Albacete lleva muchos años haciéndonos reír, creando una forma de humor tan particular como característica, un humor manchego no apto para todos los públicos.
El dibujante, actor y cómico se ha labrado un nombre en el difícil ámbito del humor con una forma de contar historias sumamente llamativa creando un personaje animado como Enjuto Mojamuto, que ha tomado cuerpo y forma propia con los años.
La hora chanante, Muchachada Nui, Museo Coconut, series y películas son parte de su curriculum, ese que a comienzos del 2000 conseguía empezar a sonar bajo «El trío de Albacete» junto a los geniales amigos y compañeros Ernesto Sevilla y Raúl Cimas, nombres a los que se unen los inconfundibles Pablo Chiapella, Julián López y Carlos Areces, todo con un humor que es santo y seña además de historia de la risa en España.
Sobre ello, Joaquín dice haber estado en el momento justo y el sitio adecuado para que, décadas después, esté donde esté, fortuna que ha asentado con su trabajo y dedicación, un todoterreno que ha pasado por televisión y cine, creando sus famosas «celebrities» que nos ha dejado algunas de las mejores parodias en la televisión sobre grandes personalidades.
Vuelve ahora con un nuevo espectáculo «Festejen la broma», reinventando su humor y creando un texto completamente nuevo «llevaba más de diez años con los mismos monólogos» por lo que volver al teatro ahora lo vive con muchísimas ganas. Lo hace en el Teatro La Latina de Madrid tras haber estrenado hace un año pero que tuvo que parar «por razones obvias». El confinamiento y la pandemia en general le han servido para seguir escribiendo, habrá nuevo libro este mismo año.
Joaquín dice que es bueno reinventarse y necesario también, sabiendo adaptar las bromas a los tiempos y situaciones. Nos habla de salir a escena con la gente con mascarillas, pero dice que el público sigue disfrutando igual que antes, riéndose de la misma manera aunque puede que el ambiente sea más frío. Habla de las redes con cuidado, porque a nadie le gusta que le insulten y quiere hacerse mayor, sin miedo a cumplir años, porque la vida puede ser maravillosa si los achaques de la edad te lo permiten.
Conocemos al gran Joaquín Reyes, con quien nos citamos en La Cassettería de Madrid para tratar de ver al artista de forma más cercana y natural, su lado más campechano, divertido bajo un gran discurso, sin perder nunca de vista el humor.
Vuelves con ‘Festejen la broma’ al Teatro La Latina de Madrid del 17 al 28 de marzo, ¿cómo es reestrenar en pandemia?
Pues aunque como dices viene a ser un reestreno yo realmente lo vivo como un estreno, porque enero de 2020 parece que fue ya lejísimos. Cuando el espectáculo empezaba a rodar tuvimos que parar por razones obvias. Volvimos en otoño, pero tuvimos que volver a parar. Ahora llevamos más de cuatro meses parados, por lo que lo siento como una vuelta a empezar. Lo afronto con mucha ilusión y ganas, porque el espectáculo era nuevo, con un texto nuevo y un monólogo que se articula sobre algo que escribí antes de la pandemia y al que luego le he introducido algunas bromas nuevas por la situación en que vivimos, pero claro, tengo ganas de darle continuidad, porque los espectáculos de comedia se enriquecen cuando los vas haciendo, ha sido todo como un coitus interruptus.
Ahora que todos vivimos entre picos emocionales, ¿repercute a la hora de llevar a cabo una obra?
Bueno, la situación te afecta claro está, pero también de alguna manera sientes cierta responsabilidad de dar a la gente risas, chistes y que puedan evadirse, que para eso estamos. En general haces un esfuerzo porque es tu trabajo, generar bromas y monólogos. Yo de todos modos tengo mucha suerte de poder dedicarme a esto, de tener proyectos con mis amigos, así que no puedo quejarme, estoy para eso, y ahora con más razón.
En el humor ¿hay que reinventarse con las generaciones nuevas?
Sí, creo que hay que avanzar, porque los cómicos tenemos la tentación de repetir lo que funciona. No debes renunciar a tu estilo pero sí seguir creando y arriesgando. Cuando me propuse crear un monólogo nuevo buscaba eso, porque llevaba más de diez años con los mismos y creo que eso es importante, no acomodarte. Los otros proyectos que llevo con Ernesto es una constante, llevamos un camino que va hacia la ficción y hemos ido superando etapas, intentando hacerlo de una manera diferente, aunque claro está que nosotros tenemos un sello. Pero a tu pregunta, por supuesto, no te puedes quedar como dicen en tu zona de confort, por decir una palabra que da mucho asco.
Hacer obras con el público con mascarillas y distanciado, ¿influye de alguna manera?
Bueno, ten en cuenta que en el teatro no hay mucha luz, pero es verdad que yo tenía también esa duda, de cómo iba a reaccionar. Los huecos entre butacas, obviamente hacen que el ambiente sea más frío, quería saber cómo afectarían las mascarillas, pero sustancialmente la gente se comporta de la misma manera, se ríen y esas risas te llegan, a veces dices “pobrecicos, ahí están con la mascarilla puesta” pero creo que lo hemos normalizado tanto que se hace normal, hemos ganado mucho en comodidad porque es lo que hay, y no he notado que la gente se ría menos por eso, sí que he notado las restricciones de aforo, y que las calvicas sean menos. Hablaba con una amiga el otro día de las ganas que tengo de volver a restregarme con la gente, ganas de festival, de agobiarme y de gritar “no se puede estar aquí del agobio”. Los agorafóbicos viven ahora en un mundo ideal.
¿Crees que el público no tendrá miedo a volver a la vida anterior?
No creo tanto que la gente vaya a tener respeto, es más esa incertidumbre de si va a poder ir a un sitio, de si hay o no actuación, no haces planes, ¿cómo vas a comprar una entrada a un mes vista? Eso se nota mucho en la venta de entradas anticipadas, va mucho más tibio todo porque la gente espera casi al día del espectáculo. Pero no percibo miedo, noto que el público tiene ganas de entretenerse, aunque haya bajado todo por la situación tan complicada, pero en general siguen con ganas de ir al teatro, al cine, a conciertos, dentro de un nuevo formato, «el matiné», cosas que nunca pensábamos que íbamos a hacer, cenar a las 19 horas, ir a conciertos a mediodía, estar borrachos a las 17 horas, bueno, eso también lo hacíamos pero es que ahora lo programamos, “salgo, como, me emborracho y ya con el toque de queda me vuelvo con todo hecho”, es todo más tempranero, nos hemos vuelto más europeos.
¿El humor tiene que verse desde un contexto con el paso de los años?
Sí, creo que no es necesariamente malo. Evidentemente como sociedad hemos evolucionado y ya no es tanto que no haya cosas que no se pueden hacer, es más que no divierten de la misma manera, y eso me parece que no es malo. Revisar los chistes, y lo digo empezando por mi, pensar que se puede malinterpretar o directamente de convencernos que esa broma no iba en la buena dirección, pues no la haces, no pasa nada, no creo que hayamos perdido. Caemos en lo de la piel fina pero no comparto esas sospechas, muchas veces caemos en la tentación de lo cursi pero es que hay cosas que no se pueden decir igual que hace 40 años, y eso está bien, porque hemos evolucionado y ganamos como sociedad.
¿Qué pasa en Twitter, por qué esta cabreada la gente?
Yo es que no me asomo mucho a Twitter. Hay mucha gente que está un poco como boceando sin mucho criterio, pero también estamos aprendiendo de una herramienta que son las redes sociales, que seguro, las generaciones que vengan lo harán mejor que nosotros, que somos más torpes y seguimos aprendiendo con ellas. Hay gente con mucho tiempo libre y les gusta entrar “a bajar un poco los humos” a ciertas personas. Personalmente no me gusta que me insulten, no me quiero exponer a eso así que me asomo poco a esa ventana, pero también lo aplico para el halago, cuando todo es jabón y comentarios bonitos hacia una foto creo que eso tampoco es bueno. No es bonito insultar, no es bonito amenazar.
¿Cómo está Ernesto Sevilla?
El muchacho está trabajador y formal. Creo que ha notado un cambio sustancial en su vida a lo que era antes, pero está bien. Ahora estamos trabajando en un proyecto y estamos teletrabajando, y era algo que teníamos que probar para ver cómo funcionábamos. Le veo bien, ha asentado un poco la cabeza con 42 años que tiene.
Hablando de los años, ¿has tenido crisis al cambiar de décadas?, ¿tu humor ha evolucionado?
No he tenido crisis porque yo quiero ser un señor mayor, no es que no me importe cumplir años es que quiero cumplirlos, me gusta la tercera edad, me gustan los señores mayores, es verdad. Si te respetan los achaques, es una edad cojonuda, tienes tiempo libre, dices lo que te da la real gana.
Mi humor sí que ha cambiado, porque cuando empecé hacía bromas de llegar tarde a casa, de las broncas de tu madre porque tenía algo más de veinte años, luego bromeaba sobre mi novia, ahora soy padre… así que tengo que adecuar mis bromas a mi situación, y cada vez eres mejor, como cualquier profesión el oficio hace que mejores, creo que escribo mejores bromas y siempre tiene la duda de si un día dejarás de ser gracioso, eso está siempre ahí, ¿perderé el mojo?
Las bromas antiguas sabes ya que funcionan y la incertidumbre sobre nuevos monólogos siempre está ahí, pero le pasa a todos los cómicos, la frescura se pierde pero mejoras como profesional, hablando en general, porque hay de todo.
Con el parón del año pasado, ¿te has visto perjudicado?
El parón de teatros y rodajes yo lo suplí escribiendo, terminé una novela que se publicará probablemente este año, y luego nos encargaron unos proyectos que están esperando luz verde. La feria del libro de este año si se celebra en otoño, puede que se quede pequeña porque no vamos a caber todos, hay un montón de novedades. Es una realidad que ahora se lee mucho más, no todo va a ser masturbarse.
¿Qué aprendisteis presentando los Premios Goya?
Aprendimos mucho, no lo tengo como un mal recuerdo, porque lo hicimos lo mejor que pudimos, porque es una gala muy completa, larga, de ritmo difícil, con muchos problemas. Hacerlo con Ernesto ayudó, porque al no estar solo te consuelas y no te lo tragas todo tu. Aprendí a manejar las críticas malas y muy malas, porque nosotros veníamos de tener mucha suerte en nuestra carrera y nos habían tratado muy bien, así que es bueno vivirlo. Nos dieron muchos palos, y seguramente no estuvimos afortunados, quizás no lo hicimos todo lo bien que se esperaba de nosotros, y si te equivocas no pasa nada, nadie se muere. Por supuesto, no me arrepiento de haberlo hecho. Recuerdo ir a El Hormiguero ese lunes a “recoger las mieles del éxito” y como nos tomamos de forma divertida la crítica, la gente también se lo tomó bien y como que todo medio se apagó de pronto.
¿Cómo llevas que te paren por la calle?
Muy bien, lo llevo de forma natural. La popularidad depende del grado, también hay gente que se agobia un montón porque cuando haces una serie que ven 5 millones de persona se nota y puede estresar, lo sé porque he estado con compañeros que lo han vivido. Pero en mi caso hago vida absolutamente normal, no me corto de hacer cosas por ello. Además, la gente es muy amable cuando se acerca, y cuando están sobrios mejor. Yo me reconozco un poco en los fans que tenemos, me parezco a ellos.
¿Cambiarias algo de tu trayectoria?
Profesionalmente no cambiaría nada, porque nunca pensé que fuera a tener una carrera como la que tengo y, además, no lo planee, por lo que no podría cambiar nada, no sabría cómo repetir lo que hicimos, estuve en el sitio justo en el momento adecuado con gente con mucho talento alrededor y por eso salieron las cosas. Hemos crecido con el proyecto, no nos despistamos, agarramos bien nuestras ideas y no cambiaría nada de lo hecho.
Dime alguna serie y un libro que hayas podido disfrutar en los últimos tiempos.
Elisa Victoria y su «Vozdevieja», una novela buenísima. De serie destacaría Small Axe, de Steve McQueen, una mini serie en forma de pequeñas películas donde se habla de los afrocaribeños en el Reino Unido. Tiene una gran recreación, me ha gustado muchísimo. Y luego Arde Madrid y Veneno, de lo mejor que he visto últimamente.
Para terminar, ¿qué esperas de este año?
Sin grandes expectativas porque el listón está muy bajo, pero que estemos sanos principalmente, es un tópico pero la salud es muy importante, porque con ella tiras para adelante. Al final sufren siempre los mismos, los que peor situación tienen porque yo al final soy un privilegiado y puedo aguantar. Se habla mucho de “reinventarse” pero hay gente que no puede porque no tiene ni medios para hacerlo. Espero que la crisis se mitigue, haya ayudas y que podamos seguir, porque 2021 pinta todavía regulero.
Entrevista: Miguel Rivera
Fotografía: Arturo de Lucas
Localización: La Cassettería