ROBE – «Lo que aletea en nuestras cabezas»

ROBE – «Lo que aletea en nuestras cabezas»

Dromedario records

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Es curioso, pero Extremoduro no es sin Robe Iniesta y sin embargo ROBE sí ES sin Extremo. El de Plasencia ha sabido, con maestría e hilvanando pequeñas historias, que al escuchar este ‘Lo Que Aletea En Nuestras Cabezas’ nuestras mentes viajen más allá de lo que es la banda matter. Es lógico que existan comparaciones porque hay pasajes largos que recuerdan al ‘Pedrá’ o a ‘Para Todos Los Públicos’, pero claro, hablamos de la misma voz y que cada vez que aparece por ahí una sección de vientos enseguida vamos a recordar a Selu. En éste, en ‘Lo Que Aletea’, sin embargo se visualiza a un Robe a modo de maestro de ceremonias, en el centro de la orquesta con acústica, camiseta raída y dándole órdenes a los músicos con la cabeza para que vayan completándolo.

Como decía, esto no es Extremoduro y sería un error ir buscando una continuación (no tendría mucho sentido) y pese a que la voz de Robe está ahí, presente junto con su inseparable lírica, en esa ocasión es como si se hubiese enamorado de sus musas. Por utilizar un símil, digamos que las musas a las que escribe el kaxtúo en los discos de Extremo fuesen un poco más “guarrillas”. Musas de usar y tirar, de ratos agradables pero efímeros, de chispas y relámpagos…. Vamos, putillas. Aquí no. en ‘La Que Aletea En Nuestras Cabezas’, en esta oda musical, da la sensación de que Robe ha querido desnudarse el corazón pero de verdad. Es sincero y hasta cursi, pero es que el amor es así. Cuando suena “Nana Cruel” o “Un Suspiro Acompasado” no paran de llegarte los suspiros pensando que aquí, el ex yonki de los cojones (con cariño) se está metiendo en tu pellejo y hablando de ti mejor que tú mismo, haciéndote que no necesites expresarte, que puedas usar sus frases para decir lo que sientes y padeces. Pura poesía sobre las que orbitan unas composiciones exentas de suciedad, pulcras como esos amores de telenovela, desarrolladas casi desde una concepción teatral en la que te puedes ir imaginando a los personajes interactuando a la par que te imaginas a Robe iluminado en un rincón luchando “Contra Todos”.

De manera suave, sibilina, se abre el disco con “Un Suspiro Acompasado”, entrando despacio, como preparando al oyente, creando tensión hasta que por fin aparece la voz del protagonista, menos áspera que otras veces, pero igualmente única y reconocible. Durante más de nueve minutos nos van meciendo y vamos conociendo a sus compinches en esta aventura, destacando los violines de Lorenzo González y los maravillosos dibujos de piano de Álvaro Rodríguez.

Más noctámbula es “… Y Rozar Contigo”, siendo Carlitos Pérez el encargado de darle las réplicas con su violín a las suplicantes palabras de Robe. Cambios de ritmo constantes con un Alber Fuentes haciendo virguerías con la batería y un Dave Lerman tan disparatado como auténtico. Irreconocible el de O’Funk’illo en estas tesituras.

Como si del “Sirens” del último disco de Pearl Jam se tratase se inicia la ya mencionada “Nana Cruel” que no engaña en el título (aunque también le podrían haber puesto “Vals Cruel”). Llegados a este punto lo curioso es que sin recurrir a distorsiones, el disco sigue sonando intenso, melodramático, arropando entre todos los instrumentos la voz de un Robe que termina en carne viva y casi sollozando.

Raíces medio mozárabes nos encontramos en “De Manera Urgente”, uno de los temas más Extremoduro del disco por intensidad y espontaneidad. Es uno de los cortes más rápidos del álbum y con más mala leche, convirtiéndose en el contrapunto perfecto de “Por Ser un Pervertido”. La calma, la tranquilidad, la sabiduría y las notas más alegres se van frotando en un tema abierto, positivo y fluctuante que te arranca una sonrisa, una mueca de esas que sueltas cuando te cruzas con la tía que te gusta. Es tal el nivel de “buenrollismo” que alcanza el disco llegado a ese punto que “Ruptura Leve” está peligrosamente cerca de recordar a aquel “Hago Chass!! Y aparezco a tu lado” de Alex y Cristina. Es algo momentáneo, anecdótico, porque las notas cambian y se oscurecen, se agrietan hasta enlazarse con “Guerrero”, uno de los mejores cortes del álbum. En él nos encontramos de nuevo un trabajo tan coral que no es Robe el protagonista. Lo son su voz y sus letras, pero no él como individuo.

Ese rostro huesudo tan conocido por todos se desvanece como los dientes de león al soplarlos, quedándose los instrumentos y la voz desnudos, columpiando el tímpano y el martillo. “Guerrero” es uno de esos temas que podrías estar escuchando una y otra vez. Tiene una melodía de clausura que recuerda a esos finales épicos de las pelis de Disney, lo cual, ahora que lo pienso, no sé si es bueno mencionar tratándose de un disco del “proscrito del Rock”. Nah, creo que por eso Robe lanza este disco y lo cierra con “Contra Todos”, porque precisamente ahí es donde está su grandeza.

Va contracorriente, haciendo lo que le sale los huevos sabiendo que posee un talento indómito, capaz de hacer lo que sea y agradar. No sé si esa sería la palabra. Agradables son los helados en verano y Robe lo que hace es que quieras chupar un alambre de espino que ha estado al sol durante todo el día y eso sólo lo logran los maestros.

Sin prejuicios, sin continuación, sin buscarle los tres pies al gato… así hay que escuchar un disco tan elegante como adictivo en el que el rey de Extremadura vuelve a demostrar que no es de este mundo.

Rober Villandiego

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