Madrid Escena, Parque Tierno Galván
11/06/2022
El Parque Tierno Galván es sin duda, uno de los escenarios más atractivos de Madrid para acoger un concierto. Madrid Escena nacía el pasado año, en plena pandemia y con las restricciones pertinentes donde mascarillas, distancias y asientos marcaban la forma de ver los conciertos.
Afortunadamente, el evento ha vuelto este año, ahora ya sin las restricciones mencionadas y la normalidad (aunque en pandemia) establecidas ya para recuperar la esencia verdadera de la música, que no es otra que moverse libremente y socializar en torno a la música.
El cantante de Extremoduro, Robe Iniesta, era sin duda uno de los grandes reclamos de su cartel, en una noche de sábado con ola de calor mediante en los primeros compases de un junio muy caluroso, tanto o más que la energía e intensidad que desprende «Mayeútica», el tercer disco en solitario de Robe.
Muchas ganas, tras la cancelación de la gira de su banda, por ver y disfrutar de un tour que le va a llevar prácticamente por toda España este año. Así y con todo, con más de treinta y cinco grados cayendo sobre la capital, el pequeño oasis que es el Tierno Galván acogía un sold out, tercero en Madrid en tan solo diez meses, todo ante un público deseoso por escuchar los nuevos temas junto a sus clásicos, y eso es lo que obtuvimos, con alguna deficiencia y el recuerdo de Extremoduro en algunas canciones, pero sin ser ellos, la verdad.
A sabiendas de esto, la atención se mostraba frente al escenario, en una liturgia que siempre conlleva Iniesta, centrarnos para cantar con él sus ya clásicos actuales junto a hiss que lleva a que ya varias generaciones se mezclen para verle.
Un comienzo con bronca para el Ayuntamiento, teniendo que arrancar poco más tarde de las 21 horas con toda la luz del atardecer, restando luz, nunca mejor dicho a su directo: «“Buenas tardes, o buenas noches. No sé qué cojones es. Menuda normativa municipal de mierda», ante los aplausos de la gente, para un tipo que dice «no ser dueño de sus emociones» en un arranque de directo con «Del tiempo perdido» de su segundo álbum en solitario, y donde como en gran parte del concierto, su guitarra quedó bastante tapada, restando ese músculo y mala leche que por ejemplo, Uoho sí aportaba al directo de ‘Extremo’.
Todos hubiéramos dado lo que fuera por verle girando con su banda, de la que rescataba varios temas para el fervor de las más de 10000 personas que abarrotaban el Tierno Galván, al que el propio Robe haría referencia. Una primera parte de un directo que se encendía con clásicos «Tango suicida» y «Si te vas» en esa comunión que pocos artistas consiguen, porque la mayor valía de Robe, a sus sesenta años, es haber conseguido calar con cada generación, de padres e hijos, juventudes y veteranos, cada uno de su madre y de su padre, diversos todos pero unidos ante el mismo artista por años que pasen.
«Mayéutica», su inmenso tercer disco centraba el segundo acto tras el conocido descanso de veinte minutos de sus directos, impecables «Después de la catarsis», aportando mayor fuerza que en su inicio, o la impresionante «Mierda de filosofía» que al grito de «yo sólo quiero hacerte bailar como una puta loca» volvió literalmente loco al recinto, aún poniéndome los pelos de punta mientras escribo estas líneas.
Y claro, en ese fervor qué mejor que tirar del repertorio de Extremo para irse en lo alto, «A fuego», la inagotable «La vereda de la puerta de atrás», ese tema que a muchos nos acompañará siempre en vida, y por supuesto, «Ama, ama, ama y ensancha el alma», hinchándonos el pecho para desgañitarnos y hacernos pensar que podríamos estar ante los Extremoduro sin su garra pero con la esencia en el aire, y eso quedará siempre en nuestro recuerdo.
Y dejar de lado la vereda de la puerta de atrás… #Robe pic.twitter.com/BdBrfCQsMR
— RockTotal (@RockTotalweb) June 11, 2022
Canciones de un final en el que siguieron sin escucharse como merecían del todo pero a lo que ante tan magnitud lírica, poderío y recuerdo nostálgico, poco importaba, dejando a todo su público «reventado» y feliz, en unos tiempos, en los que ya poco más podemos pedir.
Texto: Miguel Rivera
Fotografías: Javier García