TAYLOR SWIFT

29/05/2024

Estadio Santiago Bernabéu

Es difícil explicar un fenómeno de tal magnitud como el de Taylor Swift. Recuerdo bien cuando vi el documental de Netflix «Miss Americana» sobre la artista, esa joven talentosa que se inicio en sus comienzos en los sonidos country pero que fue virando con el tiempo hacia unos sonidos dulces, emocionantes y exquisitos que la ha convertido en el icono mundial de hoy en día.

La historia de esta artista de 34 años es la de un portento empresarial, que va más allá de la música, capaz de elevar el PIB de Estados Unidos de gira, de ser milmillonaria a dicha edad, de movilizar al electorado, de arrastrar millones de fans por todo el mundo convirtiendo todo lo que toca en oro.

El fenómeno swiftie es sociológico, generacional e internacional, con una gira de más de 50 conciertos en la que Taylor da cuenta de su «The Eras tour», un repaso a todas sus «eras musicales», tan variadas como aplaudidas.

Taylor Swift ha sabido adaptar sus sonidos y lo ha hecho con una fórmula en la que la artista y empresaria ha creado su propio marketing, capaz de sacar casi sin avisar sus discos, o sorprender el mismo día en el que editaba su último trabajo hace unas semanas «The Tortured Poets Department» con un segundo álbum inesperado haciendo un total de 30 canciones.

paramore

Su documental de gira de Disney +, las sesiones de grabaciones de su sublime disco «Folklore» o su fórmula de lanzar discos sin anuncio son parte del icono musical y empresarial, más allá de cualquier estudio. En pandemia lanzaba dos discos enormes como el citado «Folklore» y «Evermore» ganándose también el respeto de gente más cercana al rock, sabiendo juntarse con el líder de The National o Bon Iver entre otros grandes músicos, dejando ver que es capaz de crear una amalgama musical que puede ir desde la frescura de «Cruel summer» o «Shake it of», a temas más intimistas como «Exile» entre muchas otras.

Por eso y con todo, entendemos, te guste o no, que mueva millones por donde va y que incluso con conciertos de AC/DC en la misma semana en Sevilla o que incluso con Karol G con sus cuatro fechas en el mismo recinto, queden bajo la sombra de Taylor por la dimensión del nombre que ocupa, habiendo revolucionado la industria musical como pocas veces hemos podido ver.

Desde primeras horas largas colas, acampadas días antes, fan zones, quejas vecinales y noticias día tras día en informativos han copado el mundo Swiftie en Madrid por sus dos fechas en la capital.

taylor swift santiago bernabeu

El Estadio Santiago Bernabéu se vestía de gala desde muy pronto, para abrir puertas bajo un sol ya de pleno verano a 29 de mayo, acogiendo a más de 60000 personas y en una primera cita que si ya de por sí era el evento social del año, tener a un grupo como Paramore lo hacía más apetecible si cabe.

La banda de Hayley Williams tenía que compactar todo en poco más de 40 minutos y venían tras muchos años desde su última vez en España con un estatus aun mayor y un disco inmenso como «This is why», lanzado el pasado año y en el que han demostrado una inmensa madurez musical.

Con un gran ambiente sin llegar a las 19 horas de la tarde, Paramore nos refrescaban con su «Hard times», una especie de anticipo a la fiesta que nos esperaba. Y como la ocasión merecía sorprender, el reciente cover de «Burning down the house» de Talking Heads que seguramente para muchos asistentes era gran desconocido.

taylor swift santiago bernabeu

La magia de «Still inyto you» de su disco «This is why» asentaba la calidad de la misma también en directo, regalando un final apoteósico y generacional con «Misery business», el funk de «Ain’t it fun» que hacía explosionar entre el nervio y la excitación al púbico y ese final elegante y rockero de «This is why» con mayor músculo sobre el escenario.

Rápidamente, llegaba el turno del fenómeno global de la música, los «swifties» se dejaban ver con muchos vestidos de colores, gran parte muy joven, en su mayoría chicas, que alzaban los móviles mientras nos movíamos a golpe del temazo «Applause» de Lady Gaga sonando en el estadio. Y, posteriormente, turno del «You dont own me» de Dusty Springfield antes de que la gran diva «Miss Americana» hiciera acto de presencia ante un griterío tal que creo no haber escuchado algo así en mi vida.

Ensordecedor y atronador el público, más de 60000 almas dispuestas a vivir la experiencia, porque sí, al maldito término que ahora se agarran los festivales es lo que realmente vives en un concierto de Taylor Swift, algo que va más allá de la música en un «Cruel summer» que dejaba ver el poderío pero también los temores de un Bernabéu (espectacular por dentro y por fuera) que además de sonar «mal» para los vecinos, tampoco es muy amable para los de dentro (reverbera excesivamente lo que nos da a pensar que vamos a penar demasiado en directo), música de estadio, pero esto lo dejamos para otro momento.

taylor swift santiago bernabeu

La artista americana, que se cambiaría decenas de veces sobre el escenario, se mostraba risueña y disfrutona desde el primer minuto, ese que ya apabullaba con la puesta en escena en forma de hojas para arrancar la era «Lover» con «The man» donde mostraba una estructura en forma de dos plantas simulando una casa y con todo el pabellón conociendo y cantando la letra.

Con un «Encantada de conoceros», Taylor se metía más si cabe en el bolsillo a sus fans, para con lentejuelas, algo que iba a ser la tónica dominante en su vestimenta, atacar con guitarra en «Lover» para desparecer después en una trampilla, efecto visual que iba a ser algo general a lo largo de la espectacular noche.

Te puede gustar más o menos, pero está claro que es una artista mayúscula en todas su «eras», como demostraría en la era de sus orígenes más country, para con su era «Fearless» tocar algo del álbum que le dio fama con «You belong with me» y «Love story», con protagonismo para lo acústico. Los brazaletes «amistosos» entregados a la entrada empezaban a brillar en el estadio, aunque habría que esperar a que cayera la noche en un Bernabéu tapado para que de veras «luciera» todo como merecía.

Pasábamos de ‘eras’ sin pestañear y algo que sin duda sorprendía es que en un concierto de tres horas y medias no tuviera bises ni descanso alguno o incluso algún instrumental en donde la artista respire por unos minutos. Taylor es ese ciclón que nos venden con razón, es todo en ella y lo que la rodea un espectáculo mastodóntico, en la noche en al que en Sevilla tocaban unos gigantes del rock como AC/DC, ahora mismo Taylor, independientemente de estilos o canciones, es el espectáculo y experiencia musical que hay que ver una vez en la vida, al menos para opinar con peso, y luego ya decides, pero lo que ofrece es tan grandilocuente, majestuoso y apabullante para los ojos, que no queda otra que aplaudir.

Y así, de rojo, entrábamos en la era «Red» con temazo como «We are never ever getting back together» con guiño a eso de no volver con su expareja y «All to well», muy espectacular tanto como cuando en la gigantesca pasarela, no sé si había visto hasta ahora nada igual, recorriendo prácticamente todo el campo de juego del Bernabéu, se acercaba a una niña pequeña y cogiéndola de la mano le decía emocionada «I love you», ante el aplauso del respetable.

La era «Speak now» con «Enchanted» y un vestido brillante de larga cola recordaba su primera y única vez en Madrid hace más de doce años, ante unos miles de personas en el Palacio de los Deportes, antes de convertirse en la mega estrella que es hoy en día.

Si todo era ya grande la cosa iba a más, como en «Look what you made me do» con un espectáculo de chicas como coleccionables en vitrinas luminosas, recordando a un espectáculo al estilo David Copperfield y entre aplausos ensordecedores entrar en la etapa que personalmente más me gusta, una de las más intimistas creada justo antes de pandemia con «Folklore» y «Evermore».

taylor swift santiago bernabeu

Dos trabajos para los que la ambientación forestal nos dejaba con la boca abierta, con árboles creciendo, luciérnagas y coníferas y una cabaña saliendo de pronto donde desde lo alto se subía una Taylor que recordaba a La Cenicienta como un bonito cuento musical, desde donde emocionarnos como pocas con «Cardigan». Ese concepto en el que quiso escapar de la realidad nos llevaba a un mundo de fantasía a piano con «Champagne problems», cuya ambientación nos metía en un bosque encantado y le regalaba una ovación de más de dos minutos en la que Taylor se quitaba los auriculares y se mostraba emocionada ante un griterío pocas veces visto y escuchado.

Con brujas moviendo esferas de luz terminaba una era para dar paso a otra, sin descanso, sin pérdidas de tiempo, solo aplausos y más aplausos entre canciones para el bloque de su tremendo «1989» que arrancaba con «Style», apareciendo de amarillo y lentejuelas en un nuevo cambio de vestuario, para dejarnos atónitos con «Blank space» y bailarinas montadas en bicicletas iluminadas de azul.

Entre todo esto, cabe mencionar un módulo que subía y bajaba en medio de la pasarela por el que se subiría en muchísimas ocasiones, sola, acompañada de bailarines o desplazándose al final con guitarra o piano para responder y dar voz a todo el Bernabéu.

Turno de «Shake it off», qué decir, ese momento bailable hasta para mí, que me encuentras siempre pegado al suelo. Un recital de frescura divertida para con llamaradas de fueggo despedir con «Bad blood» y «Wildest dream» un espectáculo que a cada canción tiene reflejo teatral de gran producción, porque un concierto de Taylor Swift es una Superbowl, un Circo del Sol, un concierto de estadio, un número espectacular de magia o la película Fantasía convertida en directo.

Y así, con casi tres horas a la espalda y sin atisbo de cansancio de nadie, «The tortured poets department», su disco reciente para pasar al blanco y negro y hablar de una ruptura amorosa y la reparación posterior.

Es raro adentrarnos en un álbum tan particular en una recta final por la tranquilidad que se le presupone, temas como «Who’s afrraif of llitle old me»», «Fortnight» sonaban hasta la preciosa «I can do it with a broken heart» que nos llevaba en volandas hacia la era final de «Midnights» con varias canciones sorpresa mediante, con bloque acúistico que gusta de innovar en cada concierto y tocando a piano «I look at people’s windows»

La era «Midnights» traía nubes al escenario en forma de cuento de fantasía, con ella lanzándose por una trampilla a modo de buceo de un extremo a otro para comenzar a sonar «Lavender haze» y «Anti-hero» con juego de lluvia y paraguas en «Midnight rain», y una coreografía de sillas en «Vigilante shit» antes de cerrar un concierto de los que por muchos motivos quedan en la retina.

taylor swift

Se ha hablado mucho de dinero, de lo mastodóntico de su gira, de los documentales y el Eras Tour de Disney, en definitiva, de todo lo que engloba una artista que se nos escapa del entendimiento por todo lo que engloba y genera, todo eso hasta que acudes a un concierto suyo, solo así puedes entender de qué estamos hablando.

He ido a muchísimos conciertos durante años, he visto grandes giras de enormes artistas, y pueden gustarte más o menos las canciones de Taylor, pero asistir a un directo suyo, con más de tres horas de actuación en la era del fast todo, en un momento en el que prestamos poca atención a las cosas y pasamos de una a otra a golpe de clic, esta mujer consigue que durante tres horas y medias ella sea el centro del universo.

¿Es el mejor espectáculo musical del momento? Yo digo sí, puede no gustarte hasta que la ves, puede no llamarte su música hasta que la ves, puede no atraerte lo que engloba en cifras hasta que la ves. En definitiva, una mujer de poco más de treinta años capaz de todo y con talento es digno de ver, amén de un repertorio y evolución musical que reflejan mucho talento, más allá de lo pirotécnico del asunto, que lo tiene, pero aunar lo musical y empresarial junto a un espectáculo que viene a ser una especie de Copperfield, el Circo del Sol, una película de Disney y una final de la Superbowl, todo en uno, no está al alcance de cualquiera, diría que solo de Taylor Swift en este momento. Y ahora, a ver quién se duerme.

Foto y texto: Miguel Rivera