La Riviera, Madrid
17/09/2024
Los hermanos Ross Lynch y Rocky Lynch han ido, con el tiempo, haciéndose todo un nombre en la escena alternativa norteamericana con su grupo The Driver Era, una banda que tira del fenómeno fan entendido como antaño, de auténtica devoción juvenil pero que esconde a su espalda temas muy pegadizos y un buen la par que sencillo directo.
Con tres discos editados («X», «Girlfriend» y «Summer Mixtape»), un álbum en vivo y algunos nuevos singles en los últimos meses, The Driver Era sigue creciendo, y lo reflejaba con un pronto sold out madrileño dentro de sus conciertos en España, llevando a los hermanos Lynch a sumar una fecha más en la capital.
No les ha hecho falta mucho tiempos para hacerse valer, comenzando su andadura en 2018 y con una pandemia mediante en su incipiente ascenso de entonces, valiéndose también de la fama de Ross Lynch como actor en conocidas series como Austin & Ally de Disney o la más reciente Las escalofriantes aventuras de Sabrina junto a Kiernan Shipka de Netflix.
En 2023 pudimos verles en vivo en Mad Cool Festival de Madrid y ahora volvían con su propia gira «X Girlfriend Tour» ante una interesante expectación que daba como resultado dos conciertos en Madrid y uno en Barcelona.
En su segunda fecha en Madrid, la banda llegaba dispuesta a ofrecer sus mejores temas ahondando en el espíritu angelino de su música, el baile, buen rollo y, por supuesto, la devoción, en un 90% femenina y a grito pelado por los Lynch.
Así arrancábamos, entre el gritero de un público eminentemente veinteañero que en sus gritos poco tenían que envidiar al ensordecedor ambiente de Taylor Swift, y todo a pesar de salir a escena con tranquilidad, la de quien sabe tener ya a su gente en el bolsillo con un Ross ataviado de gafas de sol y acompañado en cada gesto del grito y móviles grabando lo que estaba ocurriendo, que más bien era poco hasta el momento.
Un concierto que arrancaban con el espíritu más reciente, el del mood ochentero y bailable de su nuevo single «You Keep Me up At Night» para ahora sí arrancar los primeros coros del publico (los gritos iban en quinta marcha). Un «Hola, qué tal amigos» desataba la locura, porque la banda juega en casa y con poco le vale, pero a su vez se hacía valer con el sentido y gusto de «Back to you» y su esencial «Rumors», donde todos se sumaban a cantar, en un directo que parecía una balsa de aceite donde todo sucedía rápido y cómodo.
Sorpresa con un guiño guitarrero a The White Stripes y su reconocido «Seven nation army» a la que La Riviera jugaba con el «lo-lo-lo-lo-lo-lo», y en ese divertido momento atacaban con tema nuevo, un fresco «Don’t walk away» que incluso así se bailaba el respetable.
Ross es un conocedor del momento, una gorra hacia atrás y nuevamente el grito en el cielo de unas ganas que abarrotaban la sala, porque sí, el público de The Driver Era es joven y mayoritariamente femenino. Ese flow nos contagiaba en «Preacher Man», deudora del gospel en donde su frontman se desabrochaba la camisa para más gritos si cabe, pero tranquilas, llevaba camiseta debajo, habría que esperar todavía para lo que todos ya sabíamos.
El ritmo mas funk de «Say my name» y la frescura pegadiza de «Nobody knows» nos llevaba en volandas, en un corte mucho más enérgico, bailable y buen rollista en vivo.
Nos regalaban otro tema nuevo «I’ll be there» que dejaba baile y muy buenas sensaciones, con esa mezcla playera de rock y funk y un repetitivo a la par que pegadizo estribillo.
No les hace falta mucho, en la sencillez está el gusto, aunque esperaba la sorpresa a piano, con Ross y toda la banda arropando al mismo en «Heart of Mine», consiguiendo al fin poner a La Riviera en silencio, mientras los móviles en alto al igual que las voces ayudaban en plan gospel a cantarla para que toda la sala gritara de forma repetida «Qué bonito». uno de los mejores temas de la noche.
Y con la sencillez que marca su directo, «Fantasy», haciendo de esa «fantasía» la de muchas cuando Lynch finalmente se quitaba la camiseta, cosas de fans. Un acalorado momento que nos llevaba a un pasaje en el que darnos un «baño» en «Malibu» para intentar refrescar el ambiente tan hot.
Atacando de esta manera a un buen tramo final con la sensualidad de «Afterglow» y el ritmo contundente de uno de sus últimos singles «Gett off my phone». Y de lo electrizante a la belleza de «Own my own», el momento en el que el público cantaba de principio a final un corte con Ross únicamente en escena, uno de los momentos más emocionales y grabados de una noche de ensueño en la que terminar, metafóricamente, con un beso en «A kiss», el que muchas querrían para sí con él.
Hora y media con la que la banda de un cupido norteamericano cerraba un concierto a modo de comedia romántica americana, donde el actor convertido en músico hacía las veces de auténtico protagonista de una especie de película con gran banda sonora en la que todos fuimos universitarios disfrutones por un rato.
Texto: Miguel Rivera
Fotos: Javier García