THIRTY SECONDS TO MARS

THIRTY SECONDS TO MARS 

12/04/2018

WiZink Center, Madrid

Promotora: Live Nation

Lo del grupo THIRTY SECONDS TO MARS es digno de estudio. Partamos de la base que dice que es un grupo hecho por y para fans. Clubs de seguidores, millenials, adolescentes musicales y mitómanos. Sin desmerecer por ello en nada, hay que marcar esa pauta para poder llegar a entender la cuestión.

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Una banda de gran envergadura que ha basado su popularidad en la excentricidad de Jared Leto, su creador, nunca mejor dicho. Una especie de mesías que ha forjado un equilibro circense musical pocas veces visto. Jared es sin duda uno de los actores más increíbles del celuloide, el que escribe estas palabras siente admiración por algunos de sus papeles, véase Réquiem por un Sueño, pero también su intrigante papel de Blade Runner 2049, o la nueva cinta de Netflix The Outsider, por citar algunos de sus films.

Con eso, y junto a su hermano Shannon, han dado lugar a una banda que comenzó con muy buenas sensaciones. Un rock alternativo de tinte emo con dos álbumes, uno de título homónimo y su grandilocuente y aplaudido «A beautiful lie». Después llegó su evolución, tanto como su espectáculo visual, una fórmula de marketing basada en grandes vídeos y la particularidad de un frontman tan llamativo como conocido.

No contento con eso, dada ya su gran capacidad de hacer dinero, ha querido dar forma a su propio Camp Mars, un campamento para seguidores en verano en USA que no viene más que a complementar el circo mundial THIRTY SECONDS TO MARS.

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La base ya la tenemos, una máquina bien engrasada en lo comercial, de inicio rockero y evolución llamativa hacia la electrónica pop rock. Así llegamos a su nueva obra «America» de promoción previa tan singular como atractiva. Cantando en Times Square o metro de Nueva York, un single a imagen y semejanza «Walk on water» pegadizo, coral y mega producido, como todo su disco. Electrónica y grandilocuencia y gira mundial bajo trailer en directo espectacular.

Con todo eso nos vamos al WiZink Center, primera de las 3 paradas en España. Más de 6000 personas, en cuyo público, como no podía ser de otra manera, y como podría ser el caso de Justin Bieber, contábamos cientos de millenials, de niñas con padres y gente más talludita que, bien por ver si han mejorado o porque su espectáculo visual suele acompañar, nos decidimos por ello.

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Un coso del antiguo Palacio a rebosar y la grada de fondo esperaban el espectáculo Leto. Espectáculo es la palabra, que igual que en su producción de estudio, la escenografía y el impacto visual de su gira «Monolith» es el verdadero y, para muchos, único reclamo de su directo.

Un escenario rectangular, para que Jared puede moverse con libertad, diáfano con su hermano a la batería de fondo, porque de Tomo Milicevic lo que queda son las fotos iniciales de promo, aunque visto lo visto, para qué. Jared podría salir sólo a escena y daría igual. La batería podría estar grabada y no importaría, pero suponemos que la hermandad tira.

Así, con formato «Monolith» y cuatro pantallas rectangulares de luces impactaba un comienzo en el que entre los huecos podíamos ver, mientras atronaba su batería, al hermanísimo. Inicio perturbante, intenso, muy aplaudido claro, más cuando las cuatro pantallas que les rodeaba en forma de container se elevaban para hacer de luces laterales y pantalla de techo, un 10 en eso.

Griterío y un mar de smartphones grabando todo, con Jared y un poncho de estilo entre western e indígena con gafas de sol nos daba la bienvenida a base de «Kings and queens» y «Search and destroy» con la locura y saltos por doquier rodeándonos. Salvajismo fan totalmente controlado, ilusión en las caras y gritos femeninos por todos lados para el karaoke particular, no es para menos, Jared es un tío con una personalidad única y, además, muy guapo. Lo de la música ya es otro cantar.

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Y de cantar os vamos a hablar. «This is war» hacía que los saltos se incrementaran, apoyados por los gritos habituales de su líder elevando en alto el «Jump, jump». Seguidamente, ya dirigiéndose a su gente la habitual charla de Jared, único a la hora de alargar el directo o acortarlo en lo musical, según se vea. Da igual, el tenerle cerca y «vivir» esa experiencia marciana todo lo vale. Con unos guantes brillantes, habiéndose quitado las gafas de sol  «para veros mejor» como diría y con sus habituales pintas-pantalones coloridos, con reminiscencias a los Reyes Magos de Carmena, empezaba más fuerte su show.

Ese show que sin duda hace partícipe al público de manera exhaustiva, error para los que gustamos más de la música, pero entendible partiendo de esa base a la que hacía referencia al comienzo. Batalla de coros para ver si el lado derecho del público o el izquierdo gritaba o cantaba más, todo subiendo a 3 personas del público al escenario. Nervios y emoción de una, con largo abrazo, otra atónita que vivía en España pero del nerviosismo no sabía decir su ciudad, y un chico de Madrid para vivir su momento para el recuerdo.

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Un rato con el que animar el directo, o desanimarlo, pero aplaudido como no podía ser menos. Vamos de nuevo con la música. Hay que reseñar nuevamente lo espectacular del formato de luces, las cuatro pantallas gigantes desplazándose por encima de Jared y Shannon recordando a cualquier película del futuro. Intachable, desviando nuestras miradas al impacto de una especie de «Simon dice» por los colores y cambios de las mismas, con haces de luz que bien podrían recordar a la temática Blade Runner o conciertos de Muse.

Leto ha sido tachado muchas veces de cantar poco, una realidad, que con buena voz parece disfrutar y hacer disfrutar con ese juego de fans, de banderas en alto, el de su club de fans, con su simbología propia y carreras por el escenario micro en alto, para que la gente coree mientras, bandera de España en hombro, quitarse de llevar la voz cantante. La electrónica de «Dangerous night» quedaba bien, y había incluso tiempo para un pequeño cover de «Stay» de Rihanna.

Acercándose en todo momento a su gente de quien recibía un ramo de flores y preguntaba si estábamos «OK?». Muchísimos coros y gritos en todo momento, smartphones con el botón de micro apretado para recuerdo o envío de Whats up, para entrar con «Hurricane» y «City of angels». Y antes, lo vistoso de unos globos gigantes que caían para juguetear y decorar el espectáculo. Durante dos canciones por encima nuestro para intentar dar mayor empaque a un concierto en el que volvía a dar la mayor importancia al juego con el público y a lo externo.

Con el paso de los minutos y «Night of the Hunter» o «Rider» llegábamos a la parte final, todo muy imponente en lo visual gracias a ese escenario, pero que en los musical volvía a ser una especie de película en la que su actor principal actúa, dejando más de lado la música en su contexto más real. Épica y rollo orquestal para que las pantallas se desplazaran encerrando a sus dos músicos nuevamente.

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Y así entrábamos en «Walk on water» donde y como todo el directo, se acompañada de secuencias grabadas, coros pregrabados, a excepción de los que dejaba para los miles de seguidores. De ahí su marketing e inteligencia al crear un tema de esas características que, para sorpresa, en su final contaba con el músico Pablo López.

Para terminar y así dejarlo todo en alto, grabación en directo que en las dos pantallas laterales se iba leyendo el chat en vivo mientras subía al escenario a decenas de fans con los que jugar y corear «Closer to the edge» haciendo felices a muchos y dejando la sensación de siempre a otros.

En definitiva, espectacular en la escenografía gracias al sentido de temática futurista con la que acompañar su último disco, y poco más. Como antes decía, Jared es un gran actor y, como tal, lleva ese papel a su directo excesivamente grabado, donde el apartado musical de un músico entendido como tal, queda relegado a una especie de circo marketiniano hecho por y para fans, exclusivamente. No es ni mejor ni peor, pero si lo que vas a ver es un directo al uso de una banda normal, olvídate.

Esto es el circo THIRTY SECONDS TO MARS para bien o mal, donde la música es un complemento añadido de un juego actoril con su gente en el que si no estás entregado al 100% a su fórmula, nunca entenderás ni llegará a gustar.

Texto: Miguel Rivera

Fotos: Mariano Regidor